Cuando llegan las vacaciones y los españoles nos lanzamos a disfrutar de unos días libres, parecen disiparse los malos augurios económicos. España disfruta ya de su Semana Santa y el mal tiempo de los primeros días está repartiendo los beneficios entre los diferentes destinos. La nieve caída ha supuesto un balón de oxígeno para los responsables del sector blanco, que invierten unos 50 millones de euros al año en renovar instalaciones. Según apuntan, los destinos alpinos registrarán una ocupación hotelera de un 90 o 95 por ciento. Por su parte, las celebraciones religiosas y la playa se reparten el resto del pastel y han logrado que la ocupación hotelera alcance, ya en los primeros días, el 80 por ciento. Por último, el turismo rural se abre camino con fuerza como una de las opciones preferidas a la hora de desconectar del ajetreo diario. Las casas rurales siguen una progresión ascendente y la demanda crece al mismo ritmo que lo hace el número de alojamientos. Esta opción registrará una ocupación cercana al cien por cien. Así las cosas, y frente a los malos augurios que adelantan una posible ralentización económica de la mano de una moderación del consumo interno, los españoles seguimos disfrutando de las vacaciones sin prestar demasiada atención a las advertencias. A pesar de la tendencia alcista de los tipos de interés y el elevado endeudamiento familiar, a la vista del gasto en ocio, no parecen evidenciarse signos de agotamiento. Sin embargo, no debemos pasar por alto que el vigoroso crecimiento de nuestra economía continúa sustentándose en exceso en el consumo y el sector de la construcción. Y, pese a que la mejoría de las principales economías de la zona euro ha posibilitado un cierto alivio de nuestro sector exterior, las incógnitas económicas no se toman vacaciones.