T odos los indicadores de productividad nos sitúan en la cola de Europa. Según la Conference Board Europe, España es el país de la UE cuya productividad ha empeorado más en los últimos 15 años. El FMI insta a España a mejorar su productividad y su competitividad. Otro estudio alerta que nuestra productividad retrocede respecto a Europa a niveles de hace 30 años. Y otro de la consultora Proudfoot afirma que sólo el 61 por ciento de las horas trabajadas en España son productivas. Y así podríamos ir citando más fuentes que alertan sobre el problema de la productividad en nuestro país. Penoso, ya que trabajamos poco y mal. Los directivos, con las célebres comidas de negocios que, generalmente, no son más que reuniones sociales donde se come y bebe demasiado como para volver al trabajo en plenas condiciones. Directivos y no directivos que paran al mediodía dos o tres horas para comer es una barbaridad. En muchos colectivos de distintas profesiones desde albañiles, mecánicos, electricistas, oficinistas, etc. Que inician su jornada laboral y al cabo de una hora como máximo la interrumpen para ir a almorzar , sin que falte el voluminoso bocata y la cervecita. Es una costumbre muy española y muy extendida. Al director de la sucursal bancaria de mi domicilio no se le puede encontrar entre las nueve y las diez de la mañana porque está desayunando. Otro hecho vergonzoso es la ingente cantidad de empleados que salen a la calle para fumar y allí pierden muchísimo tiempo de trabajo. O la baja productividad por fiestas y puentes. Hice las cuentas y entre el 10 de septiembre y el 31 de diciembre del año pasado había un total de 112 días laborables, de los cuales los españoles trabajamos poco más de la mitad entre los puentes de la Diada y la Merced en Barcelona, el Pilar, el puente del 1 de noviembre y el acueducto de las fiestas de la Constitución y la Inmaculada. Entretanto, nuestros vecinos europeos habían trabajado como mínimo un 50 por ciento más. La escasa formación que damos a nuestros mandos intermedios, elementos clave para la mejora de la productividad, ya que son los que con su contacto directo con los empleados y trabajadores, con su profesionalidad e implicación son claves para la mejora del trabajo, pero no les damos medios ni para su formación ni para su implicación en los proyectos empresariales. Nunca se hace lo suficiente para la formación y la participación de cada empleado de la empresa en la mejora de las operaciones. Nadie mejor que cada uno en su puesto de trabajo sabe cómo mejorar su función. Es necesario dar ejemplo desde la alta dirección y dotar a todos los empleados de los medios necesarios para que puedan desarrollar satisfactoriamente su trabajo. Pero, claro, el ejemplo tiene que emanar desde las máximas instancias y organismos, y mientras estamos almorzando en el bar o fumando en la calle, vemos en las pantallas de los televisores que el Congreso de los Diputados está medio vacío y hasta muchos de los que están presentes juegan en Internet.