El Mercado Ibérico de la Electricidad avanza con paso firme. España y Portugal planean integrar su gestión de la energía y, hasta cierto punto, de las tarifas. Para ello, pretenden crear un sistema de subastas único, que fije el precio del 60 por ciento de la electricidad en la Península Ibérica y que comenzará a funcionar a pleno rendimiento este año. A primera vista, esta iniciativa puede resultar positiva. En este nuevo mercado se determinarán los precios mediante subastas. Así, el proceso de pujas ajustará los pagos, de manera que podría derivar en una cierta rebaja para los bolsillos de los consumidores. Como se pagará justamente lo que cueste, este sistema también garantizará el final del déficit tarifario -los costes de generación que superan a los ingresos regulados por tarifa-. Sin embargo, aún se deben limar algunas asimetrías. Por un lado, se da el problema de la propiedad. Mientras que en España la bolsa eléctrica es privada, en Portugal es pública en un 90 por ciento -el 10 por ciento restante está en manos españolas-. Los portugueses deben liberalizar para ganar eficiencia. De otro lado, el mercado español es de mayor tamaño y debe por tanto tener más peso en la organización, algo que está aún por resolver. Otro problema para ambos países será la conexión que trae electricidad desde Francia. Se hace necesario que esto se solucione, pues incrementará la oferta, mejorando los precios. Hay que fomentar las conexiones europeas. Esta fusión puede suponer un paso hacia una mayor integración energética en la Unión Europea y, por consiguiente, una política común al respecto, con sus reguladores. No hay mejor forma de alcanzar un mercado más competitivo que mediante una integración de todos los países europeos bajo un mismo regulador independiente.