E l FMI acaba de publicar sus previsiones de primavera. Es la primera institución financiera internacional que evalúa el impacto de la crisis del Covid-19 para todas las economías. Y ello nos permite realizar comparaciones de cómo se estima qué serán las consecuencias directas de la pandemia para cada país y, quizás lo que es más importante, de cómo será su recuperación.Las previsiones macroeconómicas son siempre difíciles de hacer. Prever el futuro es complicado, pues lo máximo que se puede hacer es proyectar hacia delante lo que ocurrió en el pasado. Pero no siempre los patrones se repiten igual, y, además, pueden surgir elementos imprevistos, sorpresas, que desvirtúan todo el ejercicio de previsión. Es por ello que muchas veces las previsiones no aciertan. Además, en esta ocasión, el ejercicio es especialmente complejo. La pandemia ha sido un acontecimiento único en la historia reciente, y, por tanto, no tenemos referencias para proyectar lo que va a pasar en el futuro. El propio FMI advierte de la altísima incertidumbre bajo la que se realizan estas previsiones: aún no existen demasiados datos sobre el impacto de la epidemia en la economía real, tampoco experiencia previa de cómo los agentes económicos reaccionan ante el miedo al contagio y a las medidas de confinamiento y, ni siquiera, una idea definitiva de cuánto durarán las medidas de paralización de la actividad porque se desconocen los aspectos básicos de la epidemia. Las previsiones del Fondo, por tanto, no necesariamente se cumplirán; pero sí nos dan una idea de lo que sus economistas, entre los más reputados del mundo, piensan sobre cómo le irá a cada economía y sobre cuál será su comportamiento relativo frente a otros países con características parecidas. Es un ejercicio, además, que tiene en cuenta las interrelaciones entre las economías a todos los niveles, algo especialmente relevante en esta crisis. Un ejemplo del alto grado de incertidumbre en el que nos movemos es que otras instituciones, igualmente independientes y reputadas que el FMI, dan previsiones muy diferentes. Así, por ejemplo, la Office for Budget Responsibility británica (la AIReF del Reino Unido) publicaba al mismo tiempo que el FMI sus predicciones sobre la economía británica y éstas en nada se parecían a las del Fondo. Esto no significa que estén equivocadas, sino que, ante la ausencia de experiencia previa de una pandemia, necesitamos hacer hipótesis razonables para lo que desconocemos. Y, sobre una misma cuestión, se pueden hacer diferentes hipótesis, todas ellas razonables, pero que dan lugar a resultados muy distintos.Teniendo en cuenta todas las precauciones, el FMI realiza sus previsiones para 2020 y 2021. Como era de esperar, prevé un golpe brutal sobre la economía en la primera parte del año. Un impacto que procede en su mayor parte de las medidas necesarias tomadas por los gobiernos para frenar los contagios, pero que también es consecuencia directa de la interrupción de parte del comercio y del ambiente de incertidumbre que dificulta la toma de decisiones a empresas y familias. Así, la economía mundial que venía creciendo casi al 3% en 2019, pasa a contraerse casi un 3% en 2020. El FMI espera que la economía de EEUU descienda en 2020 un 5,9%, la de la eurozona un 7,5%, la de Alemania un 7%, la de Francia un 7,2%, Italia un 9,1%, Reino Unido un 6,5% y España y Portugal un 8%. Es decir, la caída del PIB en 2020 a ser muy profunda, y más acusada en los países más dependientes del turismo, como son todos los del sur de Europa. Estas cifras son las que han atraído a la mayor parte de los titulares en los medios de comunicación de todo el mundo.Sin embargo, lo más interesante de las previsiones el FMI no es el impacto de la crisis sanitaria sobre las economías este año, sino cómo prevé que será la recuperación el año próximo. No importa cuanto caiga la economía en 2020, si el que viene recuperamos con creces lo perdido. Pasaremos un año malo en lo económico, pero si se recupera en 2021, daremos por buenas nuestras pérdidas económicas temporales, si han servido para proteger la salud de una parte de nuestros conciudadanos. Si, por el contrario, la recuperación es lenta, las consecuencias económicas de la pandemia se prolongarán en el tiempo. Y eso significará pérdida de em-pleos y riqueza que pueden perdurar durante muchos años. Es un escenario que hay que evitar en todo lo posible.Al respecto, el FMI prevé que, a nivel mundial, en 2021, la recuperación será fuerte. Con un crecimiento del 5,8%, la economía mundial recuperará en ese año lo perdido en 2020, e, incluso, el PIB mundial se situará en 2021 un 2,6% por encima del que teníamos en 2019. Pero esto se debe fundamentalmente a Asia. China e India conservarán algo de crecimiento positivo este año y, el próximo, crecerán con fuerza. Por el contrario, en los países desarrollados, en 2021 no se habrá recuperado aún el PIB de 2019. Es decir, el FMI prevé una recuperación en "V" a nivel global; pero para los países más avanzados el segundo tramo de la "V" es menos vertical que el primero.Sin embargo, dentro de las economías avanzadas, también hay diferencias. En EUU, el PIB en 2021 no llegará al de 2019, pero estará cerca: será un 98,5% del que tenía en ese año. Alemania tendrá en 2021, según el FMI, el 97,8% del PIB de 2019, es decir 2,2 puntos menos. Reino Unido alcanzará el 97,2%, Francia el 97%, Portugal el 96,6%, España el 96%, Italia el 95,3% y Grecia el 94,3%. Es decir, la apuesta de los economistas del Fondo es que los países del norte de Europa tendrán algo menos de impacto y una más rápida recuperación, con la excepción de Países Bajos (95,3%), quizás por su dependencia del comercio internacional por el puerto de Rotterdam. Todos los países del sur, muy dependientes del turismo, tendrán más dificultades, en parte, porque la recuperación de este sector será más lenta. Además, España, según el FMI, tendrá más problemas que otros en reducir su cifra de desempleo, que se situará en 2021 en un 17,5% (frente al 8,9% de la Zona Euro) y su déficit público, que el FMI sitúa en el 6,7% del PIB en 2021 (frente al 3,6% de la Zona Euro). En estas circunstancias, es posible que, en algún momento, los mercados de deuda diferencien entre economías que salen más rápido, que crean más empleo o cuyas cuentas públicas están más saneadas de las que no. Es por ello que España debe hacer lo posible por evitar que se materialicen las previsiones del fondo y poner en marcha un programa de actuaciones para, simultáneamente, evitar al máximo la destrucción de empleo, favorecer la contratación en la recuperación, facilitar la rápida reapertura de negocios en cuanto las condiciones lo permitan y diseñar una estrategia realista que señalice el compromiso de volver a la estabilidad presupuestaria en cuanto la situación lo permita.