Las emisiones de deuda ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza) batieron un récord en 2019 al situarse en el 10 por ciento del total de estos activos que salieron al mercado. Esta modalidad de la renta fija es aún residual, ya que apenas suma 43.500 millones; sin embargo, la creciente conciencia ecológica propicia avances rápidos y cuantiosos en su demanda, como el crecimiento del 38 por ciento que se espera en 2020. Ante una evolución así sorprende el retraso que presenta la UE, precisamente el área económica global más comprometida contra el cambio climático. El hecho de que ni siquiera exista un protocolo unitario que ayude al ahorrador a diferenciar las inversiones plenamente sostenibles muestra el largo camino por recorrer.