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El prestigio se mide en metros de eslora
Cuenta la leyenda que Larry Ellison, el multimillonario fundador y dueño de Oracle, decidió ampliar la eslora de su yate cuando se enteró que su rival Paul Allen, cofundador de Microsoft, se estaba construyendo uno mayor que su Octopus. Ni corto ni perezoso, el carismático Ellison ordenó aumentar de 120 a 132 metros de eslora las dimensiones del Rising Sun, una auténtica mansión flotante repartida en cinco cubiertas, cuya construcción costó cerca de 160 millones de euros.
Pecata minuta si se tiene en cuenta que, en 2001, Ellison se embolsó 706 millones de dólares (550 millones de euros) sólo en opciones sobre acciones y con distintas fórmulas de retribución a largo plazo. Una auténtica fortuna que le permitió convertirse en el ejecutivo mejor pagado de la historia. De hecho, Botín utilizó su ejemplo como argumento de defensa en el juicio por los retiros dorados de Ángel Corcóstegui y José María Amusátegui. Y gracias al Rising Sun, Ellison también puede presumir de tener el mayor yate del mundo en manos de un particular; dos jefes de Estado árabes le superan.
La pasión de los empresarios por la embarcaciones de lujo no es una exclusiva de los egos estadounidenses. La creme española de los negocios también ha caído rendida al encanto de presumir de yate. Una afición que practican clásicos como Alberto Cortina, Fernando Fernández-Tápias, Rafael del Pino o Florentino Pérez, así como nuevas fortunas de origen desconocido.
En ese segundo grupo, el mejor exponente es Francisco Hernando, rebautizado como El Pocero de Seseña. Nació pobre y apenas sabe leer (o eso dice), pero ahora tiene una de las primeras fortunas de España. Para demostrarlo, nada mejor que construirse el mayor yate con bandera roja y gualda que surcara los mares. Clarena, la embarcación de 46 metros de eslora que tiene ahora (visitada tanto por Eduardo Zaplana como por José Bono, según el vox populi mallorquín), se le ha quedado pequeña (sólo tiene cuatro metros menos que el real Fortuna). Para solucionar este pequeño problema se está construyendo un fastuoso yate de 72 metros de eslora, capaz de competir con la famosa Ubi Bene, la embarcación de lujo de otro polémico empresario: Perfecto Palacio.
Eduardo Zaplana
Pero el tamaño del yate no es lo único que tienen en común estos dos empresarios. También comparten amistades, como Eduardo Zaplana, y una enriquecedora pasión por la mar y la náutica de la beautiful people, que les ha llevado a intentar controlar los principales puertos de Mallorca. El Pocero quiso adquirir Puerto Portals a la familia alemana Graft, dueña de la firma de electrodomésticos Teka. Una polémica operación que está en manos de los tribunales. Palacio, por su parte, acaba de adjudicarse una concesión del Puerto de Palma.
Otros famosos amantes de las embarcaciones de lujo no han conseguido mantenerlos a flote; sus rápidas fortunas les permitieron vivir un sueño dorado que ha terminado en pesadilla. Es el caso de Mario Conde o de Javier de la Rosa. El ex presidente de Banesto surcaba los mares a bordo del Alejandra, hasta que el Banco de España intervino su entidad y él terminó entre rejas. Una historia similar a la vivida por De la Rosa, que tuvo que cambiar las cubiertas del Blue Legend por una condena de tres años de prisión por su implicación en el caso KIO.
Más de una década separan los años de vino y rosas de estos dos empresarios con la actualidad. Ahora, son otros quienes sacan a pasear su yate, y sus egos, en cuanto llega el verano. Florentino Pérez, presidente de ACS, es un auténtico nombre propio en estas lides. Considerado un hombre austero y discreto, el único lujo ostentoso que se ha permitido, por el momento, es Pitina, un yate valorado en 18 millones de euros que bautizó con el nombre de su mujer.
Rafael del Pino
Su rival en los negocios, Rafael del Pino Moreno, fundador y presidente honorífico de Ferrovial, es un viejo lobo de mar. Cuando se retiró del día a día del negocio, se embarcó en el Alcon, un yate de 34 metros de eslora, valorado en 12 millones de euros, con el que ha recorrido el mundo. Su hijo y sucesor al frente de la compañía, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, no sólo ha heredado de su progenitor los mandos del negocio, sino también la pasión por la náutica, a la que dedica todo el tiempo que puede.
Una afición en la que coincide con otro conocido empresario: David Álvarez, el dueño de Eulen. Su yate Laukaris, de 25 metros de eslora, figura entre los más admirados del panorama nacional, aunque por tamaño tiene bastante que envidiar a Núfer, la famosa embarcación de Fernando Fernández-Tapias, de 48 metros de eslora, que este verano ha recalado en Cerdeña. El armador está tan orgulloso de ella que siempre bromea con el hecho de que sólo tiene un metro menos que el yate de la familia Real, el Fortuna. Alberto Cortina, segundo accionista de ACS junto a su primo Alberto Alcocer, también gusta de puertos exclusivos. Prefiere huir de las costas españolas y amarrar su embarcación en Saint-Tropez.