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El trabajo es el medio, no el fin: "Monté mi empresa para lograr conciliar"



    Hartos de horarios interminables, ansiosos por dar un giro a su vida o por pasar más tiempo con la familia, muchos emprendedores renuncian a la estabilidad de su puesto de trabajo por dedicarse a lo que realmente les gusta y, sobre todo, por conciliar.

    Varios emprendedores nos cuentan cómo y por qué dijeron adiós a su puesto fijo en al oficina. Una apuesta que requiere valentía "o inconsciencia", como dice Pía Serra, una de las entrevistadas. Y usted, ¿vive para trabajar o trabaja para vivir?

    "La conciliación no existía"

    En los años 90, Esperanza Gimeno dejó un buen puesto en Kraft por acompañar a su marido en una estancia profesional en Alemania. El viaje, que duraría 15 años, le abrió los ojos. Allí, Gimeno disfrutó de horarios que le facilitaban la vida en lugar de complicársela.

    "Una de las cosas que más me llamaron la atención fue la flexibilidad, sobre todo para las madres, como es mi caso. Era habitual encontrar a mujeres que trabajaban sólo tres mañanas a la semana y yo me preguntaba por qué en España no se adoptaba este tipo de medidas. Aquí, el término conciliación ni existía".

    De vuelta en España, ni se planteó volver a los horarios rígidos que le ofrecían: "No quería renunciar al privilegio de dedicar a mi familia el tiempo y la atención a los que estaban acostumbrados". Por ello decidió crear la consultoría para empresas Etc & R. Su horario actual es muy variable. "Hay días en que trabajo hasta las 12 de la noche, porque en esos momentos me encuentro inspirada, y sin embargo, por la tarde he salido con mi hija a algún recado. Intento no pasarme de las nueve horas al día".

    No echa de menos, para nada, el horario de la gran empresa: "A no ser que me viera obligada, no volvería a trabajar en una multinacional. Y el principal motivo es la ausencia de flexibilidad".

    "Fui a la India por un sueño"

    Adiós al sueldazo, al coche, al pisito. Después de tres años como director de marketing de la empresa de logística Redur y de 15 de trayectoria profesional, Jesús Menéndez lo dejó todo para hacer realidad su sueño: montar WorldBrand Society, una asociación sin ánimo de lucro dedicada a acercar culturas. Menéndez, que lleva dos años y medio en la India, cuenta cómo tomó la decisión: "En mi puesto, empecé a darme cuenta de que al final del día no había dedicado ni un minuto a mis sueños".

    "Y pensé que éstos debían ser mis nuevas prioridades. Sentía que quería dar un giro a mi vida. La idea de la fundación llevaba años rondándome la cabeza", sentencia Menéndez. Este ex directivo tuvo la suerte de contar con el apoyo de la que entonces era su empresa: "Cuando les dije que dejaba la compañía, me ofrecieron patrocinar el proyecto". Aún siguen haciéndolo.

    "Mucha gente me pregunta qué se siente al dejarlo todo. Yo siento libertad. Tengo algo mucho más importante: ilusión por ayudar a otros", dice Menéndez. ¿Se ve volviendo a la rutina de una oficina, con la estabilidad que ello conlleva? "¡Ni de broma! Me siento el hombre más afortunado del mundo. El hacer lo que uno realmente quiere es lo más importante. Cada uno tiene la capacidad de cambiar su vida y hacer con ella lo que quiera".

    "El trabajo es el medio, no el fin"

    Pía Serra fundó la empresa de comunicación Masscom porque no estaba dispuesta a sacrificar su vida por su trabajo. "Empecé como periodista en la radio y después pasé por varias agencias. Me di cuenta de que si tenías expectativas de crecer necesitabas dedicarle muchísimo tiempo. Quería una vida profesional que me llenase y me permitiese crecer, pero por encima de todo quería una vida personal plena".

    Serra, madre de tres niños de diez, siete y cinco años, explica que su horario es tan flexible como ella necesita: "He trabajado hasta 12 horas sábados y domingos, pero no he faltado ni a un festival de Navidad de mis hijos. Ese tipo de cosas o las vives con ellos o nadie te las va a contar. Para mí, el valor de criar a un hijo no tiene parangón con gestionar una agenda en la oficina".

    No volvería ni loca a una gran empresa: "Si pensase más en mi currículum quizá lo haría, pero aunque mi trabajo me encanta, no quiero dedicar mi vida a él sino a mis hijos. Me he formado y he crecido profesionalmente, pero esto es el medio, no el fin".

    "Controlo mi propia agenda"

    Mientras trabajaba en una compañía tecnológica, Xavier García fantaseaba con la idea de montar su propio negocio. Por ello, su despido casi le supuso una alegría y no se lo pensó dos veces: fundó, junto con otro de los compañeros despedidos, la empresa de servicios informáticos Advistel. "Tengo dos hijos y en mi anterior trabajo había tenido problemas para conciliar", comenta. No quería que le volviera a pasar.

    ¿Qué ha ganado con el cambio? "Mi agenda la controlo yo al cien por cien. Si en lugar de quedar mañana con un cliente quedo pasado mañana por un problema personal no pasa absolutamente nada, mientras que cuando trabajaba para otros parecía que se acababa el mundo. Puedo estar con mis hijos de seis a nueve y dedicar horas a la empresa después de cenar. Con el incentivo, claro, de que ese tiempo se lo dedicas a algo tuyo. Advistel es como mi tercer hijo", afirma este emprendedor.