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RSC.- Tribuna de Expertos: Oscar Herrera Márquez, director de Proyectos de la Fundación Iuve



    MADRID, 10 (EUROPA PRESS)

    - Tribuna de Expertos: Oscar Herrera Márquez, director de Proyectos de la Fundación Iuve

    "Europa propone una empresa anoréxica"

    La Comisión Europea ha hecho pública recientemente su comunicación sobre RSE 'Alianza europea para la responsabilidad social de las empresas'. Europa tiene miedo a proyectar responsablemente a sus empresas. La Comisión considera que la responsabilidad es un "freno", no una oportunidad, y que la empresa responsable no será capaz de competir en un mercado global en el que China es ya una obsesión. El resultado es una empresa anoréxica y su futuro, morir por falta de identidad.

    La Comisión Europea tiene miedo a legislar. En efecto, los motivos para ello nos recuerdan a la anorexia que jóvenes y no tanto padecen cada vez más. Preocupados por una imagen externa de empresa competitiva, los europeos se han obsesionado por eliminar todo aquello que desde la manipuladora mentalidad utilitarista es considerado una carga. De lo que se invita a la empresa a prescindir, sin embargo, es precisamente de su nutriente fundamental: los valores. Si algo hay que Europa pueda aportar al mundo es la demostración de que la empresa es más y mejor cuando no renuncia a su identidad social.

    Al optar por la no regulación, el texto se ve más como un documento marco, un "pacto de caballeros" por el que se han decantado después de años de debate, consultas y diálogo con patronales y distintos agentes sociales que no ha dejado satisfechos a todos. Ecologistas y sindicatos han manifestado ya su desacuerdo, más proclives a una legislación que obligue a las empresas a ser éticas y responsables.

    En el documento no falta tampoco una definición de lo que es la RSE por parte de los comisarios de Empresa e Industria, Günter Verheugen, y Empleo y Asuntos Sociales, Vladimir Spidla, "la integración voluntaria por parte de las empresas de las preocupaciones tanto sociales como medioambientales en sus actividades comerciales".

    No sorprende la llamada especial que hace la Comisión a involucrarse a las pymes europeas, por el porcentaje tan elevado que representan. Sería una equivocación considerar la RSE como un patrimonio de las grandes empresas y su legado: trasladar a sus proveedores una serie de códigos de conducta y condiciones, metiéndoles el miedo de que el que no redacte urgentemente su memoria social no tiene nada que hacer para competir.

    Bien al contrario, si alguien puede presumir de RSE son precisamente las pequeñas empresas. A ellas se empiezan a trasladar los temas de estudio por el agotamiento en los foros sobre RSE, que se centran en este momento en: regulación sí, regulación no. En las pymes nos encontramos con una realidad que se confirma en los estudios, y es que normalmente la motivación principal de la RSE en las pymes es la propia ética del dueño, que entiende que las cosas hay que hacerlas sin plantearse si es beneficioso, si eso genera creadores de valor que puedan convertirse en activos sociales, ni nada que se le parezca. Estaríamos dentro de la dimensión antropológica del hombre, por la que sencillamente se busca el bien común al que responden consciente o no conscientemente la mayoría de las pequeñas empresas.

    Dicha dimensión es totalmente ignorada en este documento, que contempla la empresa como una mera cosa o conjunto de cosas abstractas, en lugar de como un conjunto de personas principalmente, que además cooperan entre ellas guiadas por unas instrucciones o criterios previos. A todos ellos se les llama valores. Por muy grande que sea una empresa, esta realidad elemental persiste siempre, siendo así que no hay dos empresas iguales. Por lo mismo, desde un punto de vista ético, no cabe decir que las empresas sean algo positivo o negativo por el mero hecho de ser empresas. Y al igual que sucede con las personas, la valoración moral que hagamos de las empresas no puede anularse o desplazarse apelando a una realidad social abstracta. Merecen la valoración ética que susciten las acciones que lleven a cabo.

    Volviendo a la polémica de la legislación de la RSE, ¿sería justo entonces imponer la responsabilidad social y todas sus premisas a las personas que componen las empresas? Sabemos que los valores fundamentales, como la responsabilidad, no se imponen. Basta con proponerlos pues ellos atraen por sí solos. Pero si dejamos en manos de los empresarios algo tan importante como el respeto al Medio Ambiente, la igualdad de géneros o la conciliación de la vida laboral y familiar, por citar algunos puntos, debemos saber que estamos apelando a su libertad y a su ética.

    La ética empresarial, aunque muchos se empeñen, no es distinta de la ética general. Por utilizar un símil muy en boca de todos, no conforma un "estatut" dentro de un estatuto, una "nació" dentro de una nación, por el hecho de que haya unos objetivos que maximizar y unas cuotas de mercado que mantener. La ética empresarial consiste en la aplicación de unos valores fundamentales a un campo determinado, el de la empresa. Y aún se puede añadir más, no es sólo un conjunto de prohibiciones, también intenta potenciar todo lo positivo que hay en una empresa.

    La inteligencia corporativa es una cualidad que se desarrolla observando cosas muy sencillas que no se ven ni con prisas, ni con actitud conformista ante la realidad. La nueva empresa es la que descubre con inteligencia cosas tan sencillas como los valores que la conforman; valores que no dependen de modas, pues existen antes que las propias corporaciones y, son éstas quienes los re-descubren cuando a veces los han olvidado.

    Precisamente eso que siempre nos ha hecho ser cuna del progreso, eso que son nuestras raíces, los valores, parece que hoy son un lastre que Bruselas se apresura a dejar atrás para no perder la carrera económica contra China.

    Óscar Herrera Márquez.

    Director de Proyectos de la Fundación IUVE.