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La ralentización de la población activa en China hace menos necesario el crecimiento frenético
- El cambio demográfico rebaja la urgencia de estímulos monetarios y fiscales
Probablemente, los bajistas impenitentes en China dirán que el crecimiento del PIB de casi el 7% es un gran dolor de cabeza para sus político habida cuenta de lo que hace falta para contener el desempleo. Pero no estarán en lo cierto, según Paul Panckhurst de Bloomberg.
La segunda economía del mundo creció al 7,4% en el tercer trimestre según el último dato que se publicó esta noche en Pekín. Se trata del ritmo más lento desde el primer trimestre de 2009 y la séptima desaceleración trimestral consecutiva.
En 2010, el premier Wen Jiabao decía que era necesaria una expansión al 8% para la "estabilidad básica del empleo" y cualquier cifra inferior crearía "problemas". Pero las tendencias demográficas no confirman este pesimismo.
Cae la población activa
Aunque el Gobierno ha descrito este año el mercado laboral como "desalentador", la presión sobre la creación de empleo se está relajando porque la política del hijo único, introducida en 1979, frena los nuevos miembros de la población activa. El resultado es que esta población está creciendo ahora al 0,5%, una tercera parte del ritmo de hace diez años, según Louis Kuijs, economía jefe para China del Royal Bank of Scotland.
Las tendencias demográficas cambian tan despacio que es incómodo para los inversores asumir todas las consecuencias a corto plazo. Pero es probable que el cambio en la población activa tenga grandes consecuencias en el crecimiento y la política económica del país.
Recordemos que en 2008 China lanzó un paquete de estímulos de 4 billones de yuanes (586.000 millones de dólares en ese momento) y un frenesí de crédito bancario sin precedentes, ya que un colapso de las exportaciones provocó que 20 millones de trabajadores perdieran su empleo. En 2012, la respuesta de las autoridades a la desaceleración fue más moderada, con tres rebajas de los requisitos de reservas de los bancos desde noviembre, bajadas de tipos en junio y julio, y una (ligera) aceleración de las inversiones planificadas en infraestructuras.
Hasta ahora, los mercados han interpretado esta política gradual como un resultado de la falta de margen de maniobra según se aproxima la transición política en la cúpula del Partido Comunista. Pero es posible que haya más cosas en juego si la solidez del mercado laboral reduce la urgencia que se percibe de una fuerte respuesta política.
Chang Jian, una economista de Hong Kong, asegura que los nuevos entrantes en el mercado laboral han caído a entre 4 y 5 millones al año desde los 10 millones a principios de la década de 2000. Eso significa que "un crecimiento de entre el 6% y el 7% es adecuado para China", y no un mínimo del 8%-9% como antes.
Por tanto, si China, con las reformas necesarias, puede ir a un crecimiento anual de en torno el 6% con una mayor actividad de consumo y una mayor actividad en el sector de los servicios, no hay razón por la que el mercado laboral debería verse perjudicado. Esto daría un argumento a los economistas que dicen que la era de crecimiento a toda velocidad en China se ha terminado definitivamente. Con todas las consecuencias debidas para la bolsa china, el crecimiento mundial, las materias primas y la divisa china.