Bolsa, mercados y cotizaciones
Draghi hace historia con los intereses, pero defrauda al no enviar más ayudas
"Yo soy yo y mis circunstancias", expresó José Ortega y Gasset. Las circunstancias, capaces de alterar el significado de las cosas en momentos distintos. Bien que lo comprobó ayer el Banco Central Europeo (BCE). En su reunión mensual de política monetaria hizo historia. Rebajó los tipos de interés del 1 al 0,75 por ciento, el nivel más reducido de siempre. Inaudito... aunque insuficiente. Por las circunstancias.
Porque una medida así sí hubiera satisfecho a los agentes económicos y financieros y a los inversores en 2008 o 2009. Pero a estas alturas de crisis, en 2012 y con el futuro del euro en juego, al mercado no le basta con reducir los intereses por mucho que sea para situarlos más bajos que nunca. Quería más. Como que la entidad presidida por Mario Draghi convocara nuevas operaciones para prestar dinero a los bancos a largo plazo (LTROs, en sus siglas en inglés) o que anunciara que está dispuesto a retomar el programa de compras de deuda (SMP) si hace falta.
Pero no, no hizo nada de eso. Se limitó a cumplir el expediente. Con un movimiento histórico, sí, pero sin exponer nada más. La decisión de recortar los tipos fue, eso sí, "unánime", reconoció Draghi. Como también lo fue el mordisco sin precedentes que la institución dio en el interés de la facilidad de depósito. Lo redujo del 0,25 al 0 por ciento, a la nada, con un objetivo claro: que los bancos dejen de aparcar su dinero en este mecanismo y lo movilicen en forma de préstamos.
'Levántate y presta'
Desde diciembre, y a raíz de las dos operaciones (LTROs) mediante las que el BCE prestó a los bancos un billón de euros por un plazo de tres años, las entidades financieras han empleado de forma masiva la facilidad de depósito. Es decir, el mecanismo que la institución monetaria les ofrece para que depositen el dinero que les sobra en momentos puntuales. El problema es que esa excepcionalidad se ha convertido en norma: antes de esas operaciones, la facilidad de depósito recibía una media de 30.150 millones de euros al día; desde diciembre, ese promedio se ha disparado hasta los 660.000 millones, con repuntes ocasionales que le han llevado por encima 800.000 millones.
Para desincentivar esta práctica, el BCE redujo los intereses de la facilidad de depósito hasta el 0 por ciento, con lo que en adelante no retribuirá a la banca por el dinero que aparque en ella. De este modo, pretende que las entidades usen el dinero de las LTROs para prestárselo entre sí, primero, y para que, a continuación, esos recursos se canalicen hacia la economía real -empresas y hogares-. La orden, por tanto, es clara: Levantaos y prestad, que yo no os voy a pagar nada por ese dinero, les vino a decir.
Simbólico... y poco más
Como subrayan los expertos, los recortes de los intereses oficiales y de la facilidad de depósito son medidas no sólo históricas, sino también bienintencionadas. Pero poco más. "La rebaja de los tipos puede ser interpretada solamente como largamente simbólica", valoran desde Nomura. "El impacto directo de la rebaja en la economía real es posible que sea mínimo. Puede ayudar a suavizar los costes de financiación para los bancos y los Estados un poco, así como para subrayar el compromiso del BCE para hacer lo que pueda para apoyar la demanda", explica Tom Rogers, economista del Ernst & Young Eurozone Forecast. Al mismo tiempo, interpreta de forma positiva que la decisión fuera adoptada por unanimidad, porque entiende que eso garantiza que "sigue abierta la posibilidad de que haya nuevos recortes en los próximos meses".
Nada de nada
Y hasta ahí pudieron valorar los inversores y los expertos. Porque no hubo más. Como reconoció Draghi, "no se discutió ninguna medida adicional". Ni más inyecciones a largo plazo ni retomar las compras de bonos, aparcadas desde marzo. "En el fondo, los inversores albergaban la esperanza de que alguno de estos dos programas (tal vez los dos), fueran accionados a corto plazo", admite Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG Markets. Como no lo hizo, quedó la sensación de que "el BCE volvió a decepcionar a los mercados", añade. Sin poner más dinero contante y sonante sobre la mesa, bajar los tipos, en las circunstancias actuales, supo a poco. A demasiado poco.
La inflación no asusta
Más aún si se tiene en cuenta que el propio Draghi no ocultó que "los riesgos sobre el crecimiento se están materializando" y que, en lo que respecta a los precios, no hay peligros a la vista. Sin embargo, el BCE no fue más allá. No quiso exponer más, tal vez por su deseo de que sigan siendo los líderes europeos los que pongan ahora más carne en el asador. En este sentido, dio "la bienvenida" a los acuerdos de la Cumbre de los días 28 y 29 de junio -como la recapitalización directa de la banca con la "apropiada condicionalidad", matizó-, y afirmó que "el BCE está preparado para actuar como agente para las operaciones de mercado de los fondos de rescate". Las circunstancias obligan.