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La crítica a la austeridad gana en Francia y Grecia: la fallida estrategia europea
- Dos años después del rescate griego, el mercado europeo está aún peor
Los votantes franceses han elegido al candidato socialista,François Hollande, como nuevo presidente. Un líder que ha enarbolado la bandera del cambio de rumbo en las políticas europeas de austeridad. En Grecia, que cumple dos años desde su rescate, las urnas han castigado a los partidos que respaldan las condiciones impuestas por Bruselas y el FMI.
23 de abril de 2010. Una efeméride de la historia reciente digna de recordar por dos razones. Primera, en ese día, el en aquel momento primer ministro de Grecia, Yorgos Papandreu, solicitó que se pusiera en marcha un plan de rescate antes del 19 de mayo de ese año para salvar a la economía helena de la suspensión de pagos.
Segunda, a raíz del rescate de un miembro de la Eurozona esa fecha supuso el inicio de un giro de 180 grados a la estrategia de salida de Europa de la crisis financiera internacional. Si hasta entonces los países habían recurrido a políticas fiscales expansivas para reactivar sus economías, con el consiguiente incremento del gasto público y de su deuda, se dio un golpe de timón y ante las dudas de la solvencia de algunos de los europaíses se frenaron en seco los estímulos al crecimiento y el énfasis pasó al control del déficit y la deuda pública de los Estados.
Dos años después de ese cambio, en la política anticrisis europea, el Viejo Continente lejos de haber dejado atrás las convulsiones económicas va camino en este 2012 de volver a la recesión y ser el nuevo epicentro de una crisis cuyos temblores llegan a todas las partes del globo.
El motivo es que el giro hacia la contención del déficit llevado a cabo en vez de desembocar hacia una solución parece haberlo hecho hacia un círculo vicioso en el que las dudas sobre la sostenibilidad de las cuentas públicas motivan a los gobiernos a responder con programas de austeridad que inciden en una caída de la demanda agregada y un crecimiento del desempleo.
Esto se traduce en una contracción del Producto Interior Bruto (PIB) de una nación y, por ende, de su actividad económica que acarrea un descenso de los ingresos públicos. De esta forma los Estados disponen de menos recursos para cumplir con sus objetivos de déficit, si es que llegan a cumplirlos, y ante esta situación los mercados reaccionan de nuevo con dudas respecto a la capacidad de los países para hacer frente a sus obligaciones financieras y con ello vuelve la presión y las dificultades para que los Estados se puedan financiar.
La austeridad tenía un precio
El pasado mes de abril, la oficina estadística de la Comisión Europea, Eurostat, publicó los datos de deuda, déficit público correspondientes a 2011 de los países europeos, en los que puso en solfa las consecuencias del bucle en el que se encuentran atrapados varios países del Área euro.
En los denominados PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España por sus siglas en inglés) y sobre todo entre los que han sido rescatados, se aprecia el esfuerzo realizado por los distintos gobiernos para reducir la cuantía en que los desembolsos exceden a los ingresos presupuestarios del Estado, y las consecuencias negativas que han tenido sobre otras variables económicas no menos relevantes.
El caso más claro es el heleno, que en los últimos dos ejercicios concluidos de 2010 y 2011 redujo su déficit público en 4,8 y en 1,5 puntos porcentuales respectivamente, con unas consecuencias letales para su economía. Y es que el precio que ha pagado Grecia para estrechar su desequilibrio entre ingresos y gastos se ha traducido en sendos descensos de su PIB del 4,50 y del 6,90 en 2010 y en 2011.
Unas caídas que han provocado que el esfuerzo realizado con el déficit haya prácticamente caído en saco roto, ya que pese a que Grecia ha conseguido aminorar la velocidad con la que crece su deuda en términos absolutos, en términos relativos el apalancamiento del Estado heleno haya aumentado en los dos últimos ejercicios fiscales en 15,1 y en 22,7 puntos su ratio deuda pública sobre el PIB hasta suponer el 165,4% de la riqueza del país en 2011. Un incremento de la deuda que ha hecho que el coste que tiene que pagar Grecia por financiarse a un plazo de una década haya aumentado del 8,7 al 20,5% de interés.
Más ejemplos
Otro europaís rescatado, Portugal es un ejemplo que también verifica las consecuencias que implica una reducción drástica del desequilibrio presupuestario a corto plazo. La economía lusa logró en 2011 cerrar con un déficit del 4,20 por ciento de su PIB frente al 9,8 de 2010, un recorte de 5,6 puntos.
El precio de este esfuerzo para Portugal ha supuesto que su economía pase de crecer en 2010 un 1,4% a caer en 2011 un 1,6 y que en ese mismo ejercicio la deuda pública lusa sobre su PIB escalara en 14 puntos hasta suponer un 107,2%. La respuesta del mercado a esa evolución, elevar desde principios de 2011, año de su rescate, a la actualidad el interés que exigen al estado luso para comprar su deuda portuguesa a 10 años desde el 7,5 hasta el 11,1%.
Una factura mucho más laxa ha pagado Irlanda por la fuerte reducción de su déficit el cual en gran media pudo acometer, ya que éste se sustentaba en el intento del gobierno irlandés de sostener su sistema financiero, esfuerzo que pasó al fondo de rescate cuando Irlanda solicitó la intervención.
De hecho, el antiguo tigre celta logró reducir en 2011 su desequilibrio presupuestario en 18,2 puntos respecto a 2010 hasta suponer un 13,10 por ciento de su PIB. Sin embargo, pese a ceder el testigo en el sostenimiento de su banca, Irlanda no se encuentra mucho mejor ahora que en 2010, el año de su rescate, ya que en ese ejercicio cerró con una caída de su PIB del 1 por ciento y en 2011, aunque volvió a crecer, sólo fue un 0,7 por ciento y para este año se espera que su PIB siga estancado con un alza del 0,5 por ciento. Además, su apalancamiento en 2011 ya alcanzó el 108,2 por ciento de su PIB, con lo que el tigre celta tiene un balance con luces y sombras que los mercados parecen dejar en tablas ya que su seguro frente a impagos (CDS por sus siglas en inglés) mejora respecto a principios de 2011 bajando de los 724 hasta los 560 puntos básicos, convirtiéndose en una excepción entre los países rescatados en cuanto al efecto que han tenido sobre ellos las políticas de austeridad.
Primera línea de fuego
España e Italia no están rescatados, pero actualmente figuran en primera línea de fuego en la crisis de deuda soberana. España desde mayo de 2010 se sumó a la moda de priorizar la contención del déficit por encima de otras variables. A pesar de los recortes realizados tanto en 2010 como en 2011 la caída del diferencial entre ingresos y gastos del estado en esos ejercicios sólo se acortó en 1,9 y en 0,8 puntos porcentuales, respectivamente.
Todo ello porque en el caso español, al igual que en la mayoría de economías de gran tamaño y que además poseen un sistema fiscal y unas prestaciones sociales que actúan como potentes estabilizadores automáticos dentro del déficit presupuestario, el déficit cíclico (aquel que varía en línea con el ciclo económico) tiene un peso elevado, con lo que pese a las reformas realizadas reducir el diferencial entre los ingresos y gastos es bastante complicado y una reducción drástica del déficit en términos absolutos acarrea también una contracción significativa del PIB que neutraliza en gran medida la reducción inicial dejando la relación déficit sobre el PIB prácticamente inalterada.
Pese a todo, España sigue apostando que este 2012 pueda cumplir con el déficit del 5,3%, un recorte de 3,2 puntos respecto a 2011. Aunque el precio para lograr tal objetivo se empieza a vis- lumbrar caro, ya que el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, augura que España alcanzará este año el 80 por ciento de deuda pública sobre el PIB, a la par que se augura que los efectos de los programas de austeridad agraven la recesión con lo que este año se especula con una contracción económica entre un 1,5 y un 2 por ciento. En el caso de España, la implementación de los políticas de contención del déficit no parece haber relajado las tensiones a los que se ve sometida la deuda española. De hecho, desde que esta empezó el rendimiento que los mercados exigen al mercado español para financiarse a diez años ha subido del 4,58 por ciento hasta el 5,76.
Para la economía transalpina, los intentos de rebajar su déficit tampoco han dado grandes resultados. Tanto en 2010 y 2011 el desequilibrio presupuestario sólo pudo reducirse en 0,7 puntos porcentuales, en cada caso. Una rebaja que por su parte ha propiciado que Italia siga estancada económicamente con un crecimiento de su PIB del 1,3 por ciento y del 0,4 en 2010 y en 2011. Un crecimiento insuficiente para que la ratio deuda/PIB italiana ya supere el 120 por ciento. El veredicto de los mercados para la economía transalpina, ha sido el de culpable ya que desde principios de 2011 hasta la actualidad el interés del bono italiano a una década sube de 4,80 al 5,43 por ciento.
La excepción germana
Dentro de las grandes economías de la eurozona, el único país que parecer haber sacado tajada de ejecutar su programa de austeridad ha sido Alemania, ya que en 2011 logró reducir su déficit público del 4,3 hasta el 1%, a la par que consiguió cerrar ese ejercicio con un crecimiento de su PIB del 3%.
La combinación de esos dos factores desembocó en una caída de su apalancamiento, con lo que descendió del 83,2 por ciento de deuda respecto a la riqueza del país hasta el 81,2. Aun así es una ratio superior a la de muchos países que en el caso de la economía germana no parece recibir penalización al considerarse el bund como activo refugio y poder financiarse a un interés de sólo un 1,58 por ciento, mínimo en la historia del euro.
No corre la misma suerte su todavía aliado político Francia, quien aunque este 2011 logró reducir su deficit hasta el 4,2% desde el 9,8 del año precedente, ese esfuerzo se ha traducido en que la economía francesa se dirija al estancamiento al experimentar en 2011 un crecimiento del 1,3 por ciento frente al 1,5 que rubricó en 2010, lo que repercute en que su deuda ya supere el 85% de su PIB.