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El BCE se reúne en Barcelona con España y el crecimiento en el disparadero

    El presidente del BCE, Mario Draghi. <i>Foto: Archivo</i>


    No se puede negar que el destino es caprichoso. En la agenda del Banco Central Europeo (BCE) lleva meses previsto que la reunión de política monetaria de mayo de 2012 se iba a celebrar en suelo español. Para más señas, en Barcelona. Los temas en la agenda de Draghi.

    Pues bien, los hados han tejido los hilos de tal modo que la cita se produce con todo el mundo económico y financiero fijando sus ojos en España, auténtico epicentro en la actualidad del terremoto que sigue padeciendo la eurozona.

    Este convulso escenario lo mediatiza todo en la blindada Barcelona. Todas las decisiones. Todas las palabras y mensajes. Todo será escrutado, destripado, desde esta óptica. Desde la perspectiva de que tras los europaíses ya rescatados -Grecia, Irlanda y Portugal-, la posición española, con su banca y sus finanzas públicas en los papeles protagonistas, cada vez es más frágil. "Es posible que la rueda de prensa posterior a la reunión se centre en España. Por un lado, porque el mercado está enfocando su punto de mira en sus perspectivas económicas, pero también porque la reunión se celebrará en Barcelona", anticipan los expertos de Royal Bank of Scotland (RBS).

    En este sentido, el hecho de que la cita tenga lugar en suelo español fuerza la presencia en la rueda de prensa del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. En tiempos normales, el anfitrión desempeña un papel más bien testimonial. Hoy todo hace presagiar que recibirá una batería de preguntas.

    Cambio de lenguaje

    Al mismo tiempo, los problemas de España añaden más leña al fuego que ya está quemando la eurozona. Las últimas estadísticas, procedentes de la actividad empresarial y del mercado laboral, confirman que la recesión amenaza cada vez con más intensidad. Por el momento, lo que se sabe es que la economía de la región ya se contrajo un 0,3% intertrimestral entre octubre y diciembre de 2011. Otro dato negativo en el Producto Interior Bruto (PIB) que se anunciará a mediados de mayo certificaría el retorno de la recesión.

    Por otra parte, la inflación, cuyo control determina la existencia del BCE, está aflojando el paso. Según el dato provisional de abril, la inflación interanual se moderó en la eurozona hasta el 2,6 por ciento, con lo que confirma su progresivo retroceso desde el 3 por ciento al que llegó a situarse entre septiembre y noviembre de 2011.

    Combinando estos ingredientes -crisis soberana, contracción económica y menor inflación-, los expertos vaticinan una mayor sensibilidad por parte de la entidad presidida por Mario Draghi.

    "Esperamos que el BCE se muestre más cauto con respecto a su visión sobre la economía y que suavice su lenguaje con respecto a los riesgos inflacionistas", aseguran desde RBS. Por el momento, eso sí, no se intuyen cambios en los tipos de interés: los 58 analistas consultados por la agencia Bloomberg prevén que los mantendrá hoy en el 1 por ciento en el que están desde diciembre.

    Sin embargo, podría abrir la puerta a más rebajas en el futuro. De algún modo, sería el gesto mínimo que se le puede exigir a la institución en un entorno tan incierto como el actual. "Los últimos datos conocidos no dan mucho margen. Todos ratifican la mala situación macroeconómica de Europa y por tanto la necesidad de medidas de estímulo del crecimiento. Me temo que si el BCE genera dudas a este respecto en la reunión de hoy, la situación puede empeorar y mucho", advierte Miguel Paz, de Unicorp Patrimonio. Sin embargo, los analistas de Consulnor no son demasiado optimistas en este sentido. "En el comunicado la autoridad hará un mayor hincapié en los riesgos sobre el crecimiento, pero seguirá posponiendo posibles nuevas medidas expansivas", avisan.

    Compras vs. reformas

    Junto a la posibilidad de que siembre el terreno para futuros estímulos, el mercado estará pendiente de otras medidas paliativas. Es decir, de la posibilidad de que el BCE baraje aliviar la presión que España e Italia están sintiendo. El caso es que tiene la medicina, en forma del programa de compras de bonos (SMP, en sus siglas en inglés), pero lleva siete semanas sin recetarla -no adquiere deuda en el mercado desde principios de febrero- pese a que la fiebre -en forma de prima de riesgo- de ambos países continúa subiendo. Aunque la versión oficial del BCE consiste en que el SMP sigue en marcha, la realidad demuestra lo contrario, sobre todo porque la facción alemana de la institución, la que más peso tiene en ella, se opone a las compras. El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ya afirmó hace dos semanas que el BCE no está para rescatar países y que deben ser las naciones, con sus reformas, las que recuperen su credibilidad. Draghi y el BCE han hecho suyos estos postulados. Lo demostraron hace un mes, cuando aludieron a España en primera persona para reiterar esa línea dura. La incógnita es si hoy, en suelo español, las alusiones y la inflexibilidad de la entidad continuarán vigentes.