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Alan Greenspan: "No hay pruebas irrefutables de recesión en EEUU"



    Cuando Estados Unidos se constipa, el mundo estornuda. De ese antiguo dicho se deduce que las dificultades en que se encuentra la economía mundial vienen de América y, de ahí, es fácil acabar culpando de todo al ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. Después de todo, él mantuvo los tipos de interés demasiado bajos durante demasiado tiempo, creando una burbuja inmobiliaria y provocando una desgracia en los mercados de crédito y pérdidas en los principales bancos del mundo.

    Pero, como hasta los ex banqueros centrales se merecen una oportunidad, llamé a Alan para que me diera su propia versión. Con la mayor gentileza, me ofreció una demostración muy convincente de que las gallinas que ahora regresan al gallinero nacional no se incubaron en sus reuniones de la junta de la Reserva Federal. "Si los banqueros centrales pudiesen cambiar los precios de los activos, deberían hacerlo. Pero la realidad sugiere inopinadamente que no es posible. No conozco ningún ejemplo de un banco central que haya conseguido controlar con éxito los precios de los activos", asegura.

    Pone como ejemplo su experiencia en 1994, cuando la Fed subió los tipos de interés en tres puntos porcentuales para luchar contra la inflación. Los precios de las acciones se desinflaron, pero sólo brevemente, y a continuación volvieron a subir.

    Más sufrimiento inmobiliario

    La burbuja de los precios de la vivienda comenzó en realidad en 2004 y no sólo en EEUU. Las fuerzas internacionales en activo mantuvieron los tipos de interés a largo plazo bajos, fomentando la subida de los precios inmobiliarios en más de veinte países, y con más rapidez en Gran Bretaña, España y Australia que en Norteamérica. Greenspan añade que la emergencia de países como China o India provocó que los ingresos en los países en desarrollo se elevaran a un índice superior al doble respecto al mundo desarrollado. Los habitantes de esos países ahorraron enormes cantidades de sus ingresos, lo que empujó hacia abajo los tipos a largo plazo y en EEUU evitó que se movieran "por solidaridad" con los tipos a corto plazo fijados por la Fed.

    En resumen, nada de lo que pudiera haber hecho la Reserva Federal hubiera impulsado los tipos internacionales a largo plazo, que determinan el nivel de la demanda de viviendas y, por ende, su precio.

    Quise saber si su apoyo hacia las hipotecas de tipo variable había echado más leña al fuego, atrayendo a nuevos compradores al mercado inmobiliario, y respondió que las informaciones en la prensa sobre su discurso de las determinadas ventajas de las hipotecas de tipo variable en 2004 se aclararon para precisar que se refería a un caso muy especial. Él apoya rotundamente las hipotecas a tipo fijo. En cualquier caso, "la creación del tipo variable alcanzó el máximo dos años antes del récord en los precios de la vivienda", concretó.

    La mala noticia es que Greenspan cree que los precios de la vivienda "no están ni mucho menos en su punto más bajo". El inventario de entre 200.000 y 300.000 casas de nueva construcción invendidas en Estados Unidos va a suponer una sangría para el mercado hasta su absorción, y eso llevará tiempo.

    Perspectivas de futuro

    Despachadas todas las críticas, Greenspan se fijó en las perspectivas de futuro, un tema que trata con bastante detalle en su autobiografía La era de las turbulencias: aventuras en un nuevo mundo. Las fuerzas deflacionarias de las que se benefició como presidente de la Reserva Federal amainan a medida que los índices salariales y los precios de los países exportadores como China empiezan a aumentar. Es más, ya se está haciendo patente en los precios de la importación.

    Por esa razón, de aquí en adelante los bancos centrales deberán centrarse más en la amenaza de la inflación. Aunque con eso no quiere decir, y ni siquiera lo insinúa, que su sucesor Ben Bernanke se haya equivocado al recortar los tipos de interés en 125 puntos básicos -100 equivalen a un punto porcentual- en las últimas dos semanas, dado que Greenspan sigue una política estricta de no comentar ninguna decisión del banco central.

    La relevancia del empleo

    ¿Y qué hay del futuro de la economía americana? ¿Aún considera que hay un 50 por ciento de posibilidades de que entre en recesión? Sigue opinando lo mismo, aunque enseguida añade que hay "pocas pruebas irrefutables" de que vayamos encaminados en esa dirección. Los datos actuales, y especialmente los informes que aseguran la caída o al menos la no subida de los subsidios de desempleo, no sugieren que se avecine una recesión. "No recuerdo ningún momento en que una recesión no haya traído de la mano un aumento considerable del desempleo. Las cifras del paro de enero lo aclararán". Así lo hicieron ayer, pero no para bien, ya que la economía estadounidense destruyó empleo en enero por primera vez desde agosto de 2003.

    Mientras tanto, Greenspan señala que cuando las recesiones llegan, no son un reflejo exacto del periodo de crecimiento. "Los datos demuestran que, generación tras generación, el punto más bajo del ciclo empresarial es mucho más brusco y breve que el alto. Los periodos de euforia son bastante diferentes de la otra parte, tan temida, del ciclo. El miedo es un fenómeno mucho más formidable que la euforia".

    Por el momento, "el crecimiento en Estados Unidos probablemente sea cero. Nos encontramos en un punto muerto y somos vulnerables. Las empresas americanas no han tenido que pedir prestado y, por lo tanto, no han estado expuestas a la extraordinaria presión de los mercados financieros".

    En otras palabras, mucho más coloquiales de lo que Greenspan tiene por costumbre, hasta ahora, todo bien, como dijo el hombre que se tiró del Empire State mientras pasaba por el piso 50.