Bolsa, mercados y cotizaciones

Pasen y vean: en el 'casino bursátil' chino todos sueñan con riquezas capitalistas

    El número de particulares que invierte en bolsa alcanza los 80 millones de inversores. <i>Foto: Bloomberg</i>


    Lo más impresionante es ver cómo una colección de parados, pensionistas, amas de casa, estudiantes, prejubilados o funcionarios de medio pelo se entregan en cuerpo y alma a sus cábalas bursátiles.

    Apiñados en la sala humeante de una correduría de bolsa de Shanghai, unos toman notas de las pantallas que escupen las cotizaciones en tiempo real mientras otros manejan con diablura los terminales informáticos desde los que, con una clave, acceden a sus ahorros y realizan sus inversiones en valores de las bolsas de Shanghai y Shenzhen.

    La escena es surrealista: una señora entrada en años hace punto sentada en una silla, frente a la gran pantalla; un hombre se acomoda unos asientos más allá y comienza a engullir su comida. Alrededor, en corrillos improvisados, se fuma, ríe y charla animadamente. Nadie diría que es una agencia bursátil porque parece una casa de apuestas. O mejor: un casino.

    Hagan juego

    "Este es el casino más grande que hay en China. Todo el mundo está aquí apostando. ¿Acaso no se parece a un casino?", pregunta al periodista una mujer de mediana edad, Lingyi, al tiempo que asegura que frecuenta el lugar los días que no trabaja. Quienes la rodean, asienten animados. Forman parte de los 80 millones de ciudadanos particulares chinos, el 6 por ciento de la población, que han abierto una cuenta de inversión para participar de un pedacito del milagro chino. Aunque las bolsas chinas estaban hace poco más de dos años literalmente hundidas, hoy viven una euforia imparable.

    La de Shanghai batió registros mundiales el año pasado, al subir un 130 por ciento. Lo que, unido a las medidas lanzadas por Pekín para restringir la inversión en el sector inmobiliario, ha catapultado las inversiones bursátiles de los particulares.

    90.000 nuevas cuentas diarias

    La fiebre es total. Hace un año se abrían, de media, unas 2.700 cuentas bursátiles al día; en la actualidad, la media diaria es de 90.000, según datos de la prensa china. Es todo un fenómeno social, como demuestra el hecho de que el programa de televisión La bolsa, hoy alcance uno de los mayores share televisivos en la ciudad de Shanghai. "Para la mayoría de inversores particulares, la bolsa es como el juego. Escuchan aquí y allí, hacen caso de rumores, ven programas bursátiles de televisión… Casi nunca la información es buena", advierte Zhang Jiang, un inversor que asegura que en 2006 superó los 100.000 yuanes (10.000 euros) de beneficio.

    En la anteriormente citada agencia de Shanghai, una de las 400 que hay en la capital económica de China, Lingyi y sus camaradas bursátiles coinciden: "el año pasado doblamos nuestros beneficios".

    La caída del 9 por ciento de hace unas semanas, que provocó un martes negro en los mercados bursátiles de todo el mundo, no les quitó el sueño. "Sí, perdimos. Pero luego lo recuperamos", admiten. Para tanta eficacia no hay grandes secretos. "Miro los gráficos donde veo la evolución mensual y semanal de los valores. Éste es mi principal criterio. También puedo acceder a la información financiera de la compañía", señala mientras aprieta una tecla en el teclado y en la pantalla se enciende de color con números, curvas y datos. Reconoce, con todo, que a veces hace caso de la "información privilegiada" que escucha en la sala de la correduría. Pero, en realidad, esta fiebre bursátil popular sólo se entiende desde las ansias del pueblo chino por ganar dinero fácil y rápido. Factor que encaja con su perfil de jugadores empedernidos, en un país donde el juego está prohibido excepto en Macao.

    El perfil del inversor chino

    "Somos todos lao bai xing, gente ordinaria. En otros países, los ricos venden y compran acciones. En China, lo hacemos gente como nosotros", remata Lingyi. Pero no todos los inversores particulares chinos son esa vieja generación que se juega al azar su pensión o que prueba suerte con los ahorros de toda una vida. Otros presentan un perfil más sólido. "Tienen unos 35 años, están bien educados y ganan más de 5.000 yuanes al mes (500 euros). Muchos de los que yo conozco invierten el 90 por ciento de sus sueldos en bolsa", explica Zhang Jiang. Como él, ponen su atención en sectores calientes -como la industria de metales no ferrosos, el bancario, las telecomunicaciones o el equipamiento pesado industrial- y en compañías concretas. "En general, prestamos más atención al potencial de determinadas empresas", recalca.

    La locura de la bolsa china se explica, simplemente, con el hecho de que el banco chino Industrial & Commercial Bank of China, ha desplazado a Bank of America del segundo puesto en capitalización del sector, pese a que sus beneficios son un tercio de los del estadounidense.

    Ojo con la euforia

    Los analistas y, sobre todo, algunos políticos, advierten de los riesgos de tanta euforia. "Se está formando una burbuja. Los inversores deberían preocuparse de los riesgos. En un mercado en alza, se invierte de manera bastante irracional. Todos piensan en ganar pero muchos acabarán perdiendo", advirtió hace semanas Cheng Siwei, vicepresidente de la Asamblea Nacional. Pero, para los aprendices bursátiles chinos, tantos meses de subidas no dejan ver amenaza de crack.

    "En la bolsa hay muchos valores que son acciones basura. Y, desde luego, existe una burbuja. Pero yo no hago caso de lo que me puedan decir mis amigos que trabajan en la administración o de los cambios en la política. Con los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008 y la Exposición Universal de Shanghai de 2010, veo a la bolsa dando beneficios durante cinco años", remata Zhang Jiang. La vieja generación de inversores de la agencia bursátil Wan Lian Security de Shanghai, mientras teclean órdenes y beben té, tampoco tiene dudas: "queremos hacernos ricos", exclaman.