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El euro explota el 'factor casa': los líderes europeos buscan un compromiso para fortalecer las divisas asiáticas

    Parte de los asistentes a la reunión celebrada por el G-7 en Singapur, en septiembre de 2006. <i>Foto: Archivo</i>


    Alemania no es sólo la cuna de la cerveza o de potentes motores que mueven lujosos automóviles. También es el corazón de la zona euro. Desde hoy, y hasta mañana, las mayores autoridades financieras de Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá se van a ver las caras en Essen para pasar revista a la economía mundial.

    Entre los distintos puntos de los que consta el orden del día, los representantes europeos tratarán de aprovechar que juegan en casa para hacer frente común, como si fueran una única delegación, y poner sobre la mesa en un lugar destacado el tema cambiario.

    Japón en el punto mira

    Particularmente, centrarán su mirada en las divisas asiáticas, con una atención especial en el yen japonés. La divisa nipona ha comenzado el año con la misma debilidad que ya le acompañó en el tramo final del año pasado. Después de despedir 2006 en zona de mínimos históricos frente al euro, en torno a los 157 yenes, parecía que en adelante debía recuperar terreno.

    Sin embargo, no ha hecho otra cosa que prolongar su debilidad. Así, a finales de enero llegó a caer hasta los 158,6 yenes por el euro, el tipo de cambio más bajo desde el nacimiento oficial de la divisa europea a comienzos de 1999, y en la actualidad se sigue moviendo cerca de las 158 unidades.

    A este hecho se añade que el euro se mantiene fuerte con respecto al dólar norteamericano. Ayer, de hecho, recuperó la cota de los 1,30 dólares después de que el BCE dejara entrever que va a volver a elevar los tipos de interés en marzo del 3,5 al 3,75 por ciento.

    Combinando ambas situaciones, y sumando la parsimoniosa subida del yuan chino, los dirigentes europeos continúan observando, al igual que en los últimos años, que la fortaleza de su divisa frente a las principales monedas del mundo resta competitividad a los productos de la región. Para una economía altamente dependiente de las exportaciones, como es la europea en general y la alemana en particular, esta desventaja resulta muy sensible, de ahí el malestar que suscita la evolución reciente del yen.

    Por este motivo, todo indica que concentrarán sus esfuerzos en dar un toque de atención tanto a Japón, principalmente, como a China, en menor medida. Lo intentarán persiguiendo que el comunicado oficial que compile las conclusiones de la reunión recoja un mensaje claro al respecto. Es decir, que inste a ambos países, como principales referencias de la región asiática, a conceder un mayor margen de maniobra a sus respectivas divisas.

    Más de lo mismo

    Sin embargo, y pese a contar con el factor cancha a favor, parece complicado que la delegación europea consiga su propósito. "Ya lo han intentado en otras ocasiones, y esta vez tampoco parece que lo puedan lograr. Todo apunta a que el comunicado reflejará, una vez más, que el G-7 está en contra de una volatilidad excesiva en el mercado de divisas y que es partidario de una mayor flexibilización en el tipo de cambio de las monedas", señala José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.

    Además, en esta ocasión los representantes estadounidenses tampoco se han mostrado excesivamente preocupados por la situación cambiaria. Aunque lentamente, China sigue adelante con la revalorización gradual de su divisa, y la debilidad del yen tampoco les inquieta demasiado, por lo que resulta complicado que se sumen a las reivindicaciones europeas. "Estados Unidos cuenta ahora con un colchón mayor. Los datos así se lo permiten, ya que la economía se mantiene fuerte y el déficit por cuenta corriente está mejorando", indica José Luis Martínez, estratega en España de Citigroup.