Bolsa, mercados y cotizaciones
Trichet viaja a lo desconocido
Neil Armstrong hizo historia el 21 de julio de 1969. Su pie pasó a la posteridad ese día porque se convirtió en el primero que pisó la Luna, un planeta hasta entonces virgen para el ser humano. Ninguna otra huella rivaliza en importancia con la que dejó impresa en suelo lunar. "Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad", acertó a decir para dar aún más realce a aquel instante.
Casi 40 años después, el Banco Central Europeo (BCE) está dispuesto a rendir un particular tributo a ese hito en la reunión que mantendrá hoy en Fráncfort (Alemania). No es que su presidente, Jean-Claude Trichet, vaya a lucir un traje espacial. De hecho, difícilmente prescindirá de su habitual camisa azul de rayas con puños y cuello blancos. Pero el banquero galo, como Armstrong, pisará un terreno por el que nunca antes ha transitado la entidad.
Lo hará con dos pasos que también supondrán un gran salto en la política monetaria del BCE. El primero, más convencional, consistirá en recortar los tipos de interés oficiales del 1,25 al 1%, el nivel más reducido de siempre. Así lo esperan los 53 expertos a los que ha consultado la agencia de información financiera Bloomberg.
En cuanto al segundo... se admiten apuestas, porque se desconoce su alcance real, pese a que es el asunto que hace más especial la cita de hoy. Lo único seguro es que se tratará de medidas monetarias poco convencionales y que las anunciará porque se comprometió a ello el 2 de abril. "Tenemos la intención de tomar más decisiones heterodoxas en nuestra próxima reunión. [El 7 de mayo] estaré preparado para anunciar las decisiones del Consejo de Gobierno sobre este asunto", proclamó Trichet hace un mes.
Más madera...
A priori, y por las pistas aportadas por la institución, ésta maneja dos opciones, y la duda reside en si se inclinará por una de ellas o acabará combinándolas. La primera consiste en profundizar en una de las iniciativas que ya ha activado en los últimos meses. Se trata de ampliar el plazo al que proporciona financiación a los bancos en las subastas de liquidez que lleva a cabo regularmente. "El sistema financiero europeo es más dependiente de los préstamos mayoristas, que son los que los bancos se dan entre sí, por lo que tiene todo el sentido que el BCE amplíe el plazo de financiación a las entidades", subraya Pablo Guijarro, director de análisis económico de AFI.
Antes del estallido de la crisis, el BCE trasladaba sus decisiones sobre los tipos y aplicaba la gestión de la liquidez del sistema a través de colocaciones de periodicidad semanal en las que suministraba dinero a siete días, unas maniobras que reciben el nombre técnico de Operaciones Principales de Financiación (OPF).
En esencia, son unas pujas con las que la institución presta dinero a las entidades a un interés lo más próximo posible al establecido por el Consejo de Gobierno. Es así como persigue que el precio del dinero que fija en cada reunión sea la referencia a partir de la cual los bancos presten ese dinero posteriormente. Eran, por tanto, el timón mediante el que la institución gobernaba las condiciones monetarias de la eurozona.
Para ello, dependía del buen funcionamiento del mercado monetario, que actúa como correa de transmisión para que el crédito inyectado en los bancos en dichas subastas acabe llegando a otras entidades, a las familias y a las empresas. Pero las venas por las que fluía el dinero se llenaron de colesterol cuando irrumpieron las turbulencias. Y las consecuencias fueron inmediatas. "Si el mercado monetario no funciona no hay implementación de la política monetaria", sentencia un experto en bancos centrales.
Así fue. Las colocaciones semanales pasaron a ser insuficientes. Como, además, los bancos retenían el dinero que recibían, la financiación a corto plazo -a una semana, que es la efectuada por el BCE- se atascó, con el agravante de que esa obstrucción se trasladó también a los periodos más largos. O lo que es lo mismo, el mercado interbancario, que es donde las entidades financieras obtienen el dinero que necesitan durante un tiempo superior a una semana, dejó de funcionar. Y, consecuentemente, el crédito se paralizó.
Ante este problema, el BCE pasó a la acción, una decisión que le empujó a adentrarse en una senda monetaria distinta a la habitual. Complementó las subastas a una semana con Operaciones de Financiación a Plazo más Largo (OPFML), mediante las que pasó a proporcionar liquidez a uno, tres y seis meses para devolver el pulso a la plataforma interbancaria.
Adicionalmente, se comprometió a prestar tanto dinero como pidiesen los bancos que asistieran a las subastas y al tipo al que estén los intereses oficiales en el momento de la operación. "El BCE ha mantenido vivo al enfermo; ha cumplido con su misión como prestamista de último recurso", afirma Enrique Gutiérrez, director de mercado de capitales de BNP Paribas para España y Portugal, para valorar el impacto de estas iniciativas.
...y durante más tiempo
Sin embargo, esta medicina no ha curado todos los síntomas. Si bien la actividad ha mejorado en el mercado interbancario en los préstamos de hasta seis meses de vida, a partir de ese periodo las tensiones persisten. Se observa, por ejemplo, en los distintos tramos del euribor, que se calculan diariamente a partir de los créditos que los bancos se prestan entre sí.
En la actualidad, el euribor a 12 meses se encuentra en el 1,704%, mientras que su hermano pequeño a tres meses bajó ayer al 1,334%. Es decir, entre ambos hay una brecha de 37 puntos básicos -ó 0,37 puntos porcentuales-, el nivel más alto desde septiembre y por encima de la media histórica, situada en los 16 puntos básicos.
¿Qué implican estas cifras? Que el euribor a 12 meses permanece bajo presión porque los préstamos a largo plazo siguen sin fluir en el interbancario. Y esta debilidad es la que puede atacar hoy el comandante Trichet con nuevas dosis más longevas, una alternativa con la que prolongaría su aventura monetaria menos convencional. "Esperamos una extensión en las operaciones de financiación hasta 12 meses. La única duda es el interés que aplicará en las subastas", esperan los analistas de Deutsche Bank. "Alargará la inyección de dinero a un año frente a los seis meses actuales", agrega José Luis Martínez Campuzano, estratega en España de Citi. Si se confirman estas previsiones, el euribor a un año encontraría margen para bajar más, todo un alivio para las familias españolas, ya que es la referencia más empleada en las hipotecas a tipo variable en nuestro país.
Menos claro
Pero puede haber más... o no. Porque si la posibilidad de prestar dinero durante un tiempo mayor sí es esperada, no está tan claro que el Banco Central Europeo se decida a dar un segundo paso. Y si aquélla se sale de lo común, éste resultaría aún más extraordinario. Consistiría en la compra de bonos en el mercado, bien sean de los emitidos por los Estados -deuda pública-, por las empresas -deuda privada- o de ambos.
En caso de aplicarlo, la institución actuaría como un inversor más. Es decir, acudiría al mercado para adquirir los títulos que determine como si se tratara de un gestor de fondos o de un ahorrador particular. Y lo haría para inyectar directamente billetes y monedas en la economía. Al fin y al cabo, sería el BCE el que pasaría a poseer esos papelitos, a cambio de los cuales pagaría un dinero que entraría en circulación para fomentar la actividad crediticia, la inversión empresarial o el consumo. Es decir, introduciría en el sistema un dinero que ahora no existe, de ahí que estas iniciativas se conozcan como cuantitativas, puesto que crean más cantidad de dinero.
Si aumenta su radio de acción a este campo, la entidad seguiría la estela de otros bancos centrales, como la Reserva Federal (Fed) estadounidense, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón o el Banco de Suiza. Ellos han recurrido a estas medidas en los últimos meses para complementar sus históricas rebajas de los intereses y reforzar la posición financiera y económica de sus respectivas zonas de influencia -ver apoyo-.
Pero los expertos dudan de que el BCE quiera ir tan lejos. "Parece difícil que promulguen en realidad estas medidas por la oposición de algunos miembros del Consejo de Gobierno al crédito directo o el alivio cuantitativo", advierte Jürgen Michels, analista de Citi.
En caso de superar ese rechazo, ¿qué compraría el BCE, deuda pública o privada? "Si se introduce en este terreno, se centrará en deuda corporativa. Es menos probable que adquiera papel estatal", prevé Pablo Guijarro. "Apoyar directamente la economía con la compra de deuda privada ayudaría a aliviar las presiones deflacionistas que se ciernen sobre la región", valoran los expertos de Royal Bank of Scotland.
Incluso desde la institución monetaria se ha alimentado esta posibilidad, puesto que su vicepresidente, Lucas Papademos, lo sugirió ya a finales de marzo. ¿Qué perseguiría con ello? Además de crear dinero, con el potencial impulso consiguiente en el conjunto de la economía, reforzar los cauces de financiación para la banca y las empresas en un momento en que el crédito continúa sin circular con agilidad.
Otro factor que otorga más probabilidad a la deuda privada tiene que ver con la propia naturaleza de la eurozona. "Si el BCE decidiera comprar deuda pública, ¿cómo lo haría? ¿Daría prioridad a la emitida por unos países sobre otros?", se pregunta un analista que prefiere no ser citado.
'Halcones' contra 'palomas'
Solventadas estas cuestiones, Trichet todavía tendrá una obligación más: la de ofrecer nuevas pistas acerca de si los tipos oficiales han tocado suelo o no. Y aquí la división es muy profunda entre los halcones, los miembros más duros que se oponen a situarlos por debajo del 1%, y las palomas, aquellos que no descartan más reducciones. El líder de los primeros es el alemán Axel Weber, mientras entre las segundas figuran el italiano Lorenzo Bini Smaghi o el chipriota Athanasios Orphanides.
Las garras de los halcones son más fuertes en estos momentos, sobre todo porque el propio Trichet los ha apadrinado al manifestar en distintas ocasiones su oposición a situar los tipos de interés en un nivel demasiado bajo. Pero hoy deberá mojarse de nuevo. Y lo hará en una reunión en la que emulará a Armstrong, ya que dejará una huella que quedará grabada para siempre en la historia del BCE.