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¿Es fiable un CDS? El riesgo ahora es que quiebre el emisor
Su nombre es complicado. Credit default swap. Aunque se les conoce más por su acrónimo, CDS, y su nombre en español sería el de seguros sobre el crédito. Pero esa complejidad oculta un funcionamiento relativamente sencillo. Estos productos son contratos por los que un inversor se cubre del riesgo de impago del emisor del que ha comprado bonos.
En caso de que esa quiebra se produzca, es el asegurador, el vendedor de los CDS -por lo general, grandes grupos financieros-, el que devolvería el dinero invertido por el asegurado.
Así que el precio de estos productos, fijado en puntos básicos (cien de ellos suponen un punto porcentual), sirve para medir el temor del mercado a que un emisor de deuda se declare en bancarrota. Si para asegurar un millón de euros en bonos de una empresa hay que pagar 50 puntos básicos -esto es, un 0,5% de ese millón de euros cada año de duración del contrato de aseguramiento-, se entiende que el riesgo de la inversión es mucho menor que si el precio del seguro sube hasta 250 puntos básicos -un 2,5% anual de prima-. Tanto se fiaban los mercados de su utilidad como termómetros que, en los últimos tiempos, los CDS han servido incluso de referencia para fijar los precios de los préstamos.
Pero si hay algo que tienen las crisis es que, inevitablemente, ponen a prueba todos esos instrumentos que, en tiempos de bonanza, se ponen en marcha para mitigar las consecuencias de los malos tiempos en lo económico. Y los CDS no se han escapado. La principal piedra de toque fue la quiebra de Lehman Brothers, uno de los mayores emisores de deuda del mundo.
Resulta imposible saber con exactitud el volumen de seguros sobre la deuda de Lehman que estaban en vigor el 15 de septiembre, el día en el que se presentó su bancarrota en un tribunal de Manhattan, ya que no existe un mercado regulado en el que coticen los CDS, que no son sino contratos privados entre las partes. Pero se llegó a estimar que la cifra bordeaba los 400.000 millones de dólares, ya que Lehman no sólo emitía deuda, sino que era a su vez un emisor muy activo en el negocio de los credit default swaps.
Cuando, días después, una subasta de deuda de Lehman determinó que el precio real de sus bonos en el mercado era de poco más de 8 centavos por cada dólar de valor nominal, se temió que la liquidación de los CDS sobre Lehman provocara una segunda oleada de quiebras. Las aseguradoras tendrían que cubrir más del 9% del volumen asegurado. Más de 350.000 millones de dólares, si las estimaciones eran correctas.
Prueba superada... en parte
El mercado de los CDS, sin embargo, superó la prueba. Resultó que la mayoría de las entidades que operaba con este tipo de instrumentos eran al mismo tiempo compradores y vendedores. Y al final del proceso, el intercambio de dinero en efectivo se limitó a alrededor de 6.000 millones de dólares. Una cifra elevada, pero mucho más asumible.
Así que los seguros sobre el crédito superaron la prueba... pero sólo en parte. La quiebra del gigante de Wall Street había dejado al descubierto un fallo en uno de los productos estrella de los últimos años: además del riesgo de impago del emisor del bono, el inversor que acudía a un CDS se enfrentaba al peligro de que su aseguradora, llegado el caso, no pudiera hacer frente a los pagos.
Al no tratarse de un mercado regulado, las firmas que venden CDS no tienen ninguna obligación de provisionar dinero alguno con el que hacer frente a las posibles reclamaciones a las que se puedan enfrentar en el futuro -algo que sí deben hacer las aseguradoras convencionales-. Es decir, que no han ido guardando en una hucha parte de sus ingresos para pagar en caso de que se produzca una quiebra. Y muchas de las firmas que emiten estos son grandes grupos financieros -especialmente estadounidenses- que ahora están en el ojo del huracán. Su supervivencia está en duda.
Así que, como dice el responsable del departamento de banca de inversión de una gran entidad europea en España, "ahora hay casi más miedo a que tu contraparte no pueda pagar el seguro, que a que el que no pueda repagar la deuda sea el emisor del bono que tienes en cartera". Y eso, inevitablemente, supone presión extra para mantener al alza los precios de los CDS. "En la situación actual, estos contratos ya no son un indicador tan fiable de la salud financiera de una compañía", sentencia el ejecutivo.