A punto de llegar al ecuador de 2018 podemos afirmar que si no hay grandes cambios a corto plazo (y no se prevé que los haya) será, al igual que sus predecesores, un año difícil para los inversores. Es necesario desplegar una estrategia muy específica para lograr rentabilidad que, encontrándonos en una fase muy avanzada del ciclo de recuperación iniciado en EEUU en 2009, ha de tener dos pilares básicos: diversificación y liquidez. La alta volatilidad que nos acompaña desde hace varios ejercicios persiste en intensidad; los riesgos políticos van a, incluso, incrementarla. Europa se encuentra en un proceso que requiere un nuevo impulso integrador. Ejemplos como el de Italia están poniendo sobre la mesa la necesidad de una mayor integración, tanto financiera como fiscal. En este contexto, en nuestro último Comité de Inversiones, la primera recomendación ha sido reducir el peso en deuda periférica. Una de las consultas recurrentes en los últimos días entronca, como no podía ser de otra manera, con cómo creemos que puede afectar el reciente cambio de Gobierno en España al mercado de inversión. Por un lado, no vemos que vaya a tener impacto micro en las compañías cotizadas españolas a corto plazo. Pero, además, en Mirabaud somos gestores de patrimonio globales. Siempre valoramos a España como alternativa pero dentro de una estrategia global que se rige por las zonas, sectores y tipos de activo donde vemos mejores oportunidades. La coyuntura socioeconómica no afecta a la gestión de grandes patrimonios. En cualquier caso, si vemos las importantes bajadas que se han producido en las últimas semanas en la bolsa española debemos ser conscientes del importante peso que tiene el sector financiero en nuestro principal índice. Muchas compañías han batido las expectativas de los analistas durante el primer trimestre, tónica que creemos que se mantendrá. Fuera del sector financiero, seguimos viendo un importante potencial en algunas compañías cotizadas por la gran diversificación que han logrado tanto en ingresos como en aproximación geográfica de clientes en cartera, y por su importante esfuerzo en ser más eficientes. Las reformas llevadas a cabo en los últimos años, unidas a un proceso doloroso de ajuste por la crisis han dado como resultado empresas mejor gestionadas, más eficientes y más internacionales. Gozamos, así, de un momento empresarial español único, donde ningún sector está aguantando al resto o sobresaliendo, donde no hay ninguna burbuja, donde la economía está más equilibrada que nunca y donde el potencial por seguir generando valor es importante. Destacar también que parte de este atractivo está siendo aprovechado por los grandes fondos de capital riesgo que están llegando a nuestro país y pagando precios que el inversor cotizado aún no se atreve a pagar. Yendo a un entorno global, y puesto que seguimos inmersos en una fase expansiva en términos económicos, creemos que 2018 seguirá siendo un año positivo para la renta variable. En este sentido, en Mirabaud seguimos favoreciendo a EEUU y Europa (en especial Francia y España), y con un foco importante en las pequeñas y medianas compañías, que siguen teniendo mucho atractivo desde el punto de vista de valoración. En renta fija la situación es complicada, sigue habiendo oportunidades pero recomendamos prudencia. Creemos que en este momento es recomendable invertir en fondos flexibles en su posicionamiento de duración y rating de emisor. El mercado de renta fija está empezando a vivir fases de una mayor volatilidad respecto a la vista los dos últimos años. Estas volatilidades están creando importantes oportunidades para algunos gestores, capaces de actuar con flexibilidad y alejados de benchmarks. Durante los últimos años en Europa nos hemos alejado de periodos donde los cupones eran altos como norma general. Ahora estamos en una fase del ciclo donde las intervenciones monetarias han quitado atractivo (y casi toda la rentabilidad) a muchos activos de renta fija. Debemos ser selectivos y evitar hacer una selección solo por rentabilidad, lo que podría tener malas consecuencias. El entorno actual, desde nuestro punto de vista, apoya la selección de vehículos flexibles, capaces de adaptarse a un entorno muy volátil y con rentabilidades en mínimos históricos.