En un plazo temporal razonablemente corto, la deuda española ha pasado de no tener pareja a ser la reina indiscutible del baile. Después de que el bono haya roto el umbral del 3 por ciento por primera vez, la última subasta del Tesoro nos ha dejado otra de esas marcas y, también por primera vez, la referencia a tres años ha sido colocada por debajo del 1 por ciento. Aparte del BCE o las reformas aplicadas, también han ayudado las agencias de rating, que parecen haber entrado en una nueva fase con la periferia europea.