El mercado anticipa el anuncio de una tercera ronda de estímulos cuantitativos el próximo mesEl banco central se siente preocupado por la debilidad de la economía y el mercado laboralLa Reserva Federal (Fed) no quiso quitar ayer ni un ápice de protagonismo al Banco Central Europeo (BCE). Entendiendo que ahora no es su turno, sino el de su homólogo europeo, que hoy celebra una reunión clave -ver de las páginas 5 a la 9-, el banco central estadounidense prefirió quedarse quieto en su cita de agosto. Esta vez no anunció ninguna iniciativa novedosa; optó por guardarse munición para el futuro, que falta le puede hacer. En su comunicado oficial, la entidad presidida por Ben Bernanke sostuvo que "proveerá estímulos adicionales para promover una recuperación económica más fuerte y una sustancial mejoría en las condiciones del mercado laboral en un contexto de estabilidad de precios". Todos los ojos miran ya, por tanto, a la siguiente cita, la que la Fed protagonizará los días 12 y 13 de septiembre. En ese momento, y en función de cómo evolucione la crisis en Europa, sí tendrá que mojarse. O lo que es lo mismo, tendrá que decidir si pone en marcha una tercera ronda de estímulos cuantitativos (QE3), una posibilidad que el mercado casi da por hecha. Desde luego, la economía norteamericana está transmitiendo síntomas cada vez más evidentes de que podría necesitar esa lluvia adicional de dólares. Como confirmó ayer la Fed, "la actividad económica se ha desacelerado en la primera mitad del año". Los datos así lo certifican. Entre abril y junio, la economía sólo creció un 1,5 por ciento en tasa trimestral anualizada, el ritmo más reducido desde el tercer trimestre de 2011. Además, EEUU sigue publicando estadísticas que constatan que la recuperación está perdiendo fuelle. Ayer se conoció que en julio la actividad manufacturera se situó en los 49,8 puntos, con lo que se mantuvo por segundo mes consecutivo por debajo de los 50 puntos. Esta barrera es clave, porque si cae por debajo -como es el caso- implica que la actividad empresarial se está contrayendo, con lo que la amenaza de la recesión crece por momentos. En este escenario, el mercado laboral es la pieza que sigue sin encajar en el rompecabezas de la Fed. La creación de empleo ha sido inferior a los 100.000 puestos de trabajo en los tres últimos meses, el promedio más bajo en un año, mientras que la tasa de paro se encuentra en el 8,2 por ciento, todavía por encima de su media de los 50 últimos años, situada en el 6,1 por ciento. Con estas cifras en la mano, Bernanke fue categórico. "El crecimiento del empleo ha sido lento en los últimos meses y la tasa de desempleo permanece elevada", reconoció ayer. El banco central norteamericano tampoco omitió las alusiones a la actual situación financiera internacional, cuyas dificultades tienen epicentro en la Europa del euro. "Las restricciones en los mercados financieros globales continúan suponiendo unos riesgos bajistas significativos sobre las perspectivas económicas". Estos argumentos invitaron a la Fed a dejar abierta la puerta de los estímulos. También le llevaron a confirmar que seguirá comprando deuda a largo plazo y vendiendo deuda a corto plazo -Operación Twist- hasta finales de 2012 y que continuará reinvirtiendo en deuda hipotecaria y de agencias el dinero que provenga de los vencimientos de los activos que atesora en su balace. Además, ratificó que los tipos de interés seguirán en niveles "excepcionalmente bajos" hasta finales de 2014. En estos momentos, y desde diciembre de 2008, se encuentran entre el 0 y el 0,25 por ciento. Eso sí, en ese plazo temporal no hubo unanimidad. Como viene siendo habitual, Jeffrey Lacker puso la nota discordante. A su juicio, no hay necesidad de especificar durante cuánto tiempo estarán los intereses tan bajos. Tibieza en Wall Street Aunque Bernanke hizo lo que se esperaba, en Wall Street se albergaba la esperanza de que la Fed enviara algún regalo estival en forma de estímulos. Pero no llegó. Como consecuencia, el Dow Jones, que justo antes de conocer el comunicado de la institución se encontraba en los 13.022 puntos, pasaba a caer un 0,15 por ciento en los minutos posteriores, un descenso que le llevaba a perder los 13.000 puntos y situarse en los 12.991. En el mercado de divisas, el dólar, que se cambiaba a 1,231 unidades por euro, se apreciaba hasta los 1,224.