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El ocaso tranquilo de los narcos gallegos



    Pontevedra, 23 ene (EFE).- En los años del estraperlo, cuando el contrabando de tabaco en Galicia gozaba de prestigio y era visto como una manera válida de ganarse el pan, el cambadés Laureano Oubiña Piñeiro y el vilanovés José Luis Falcón, 'Falconetti', eran, como otros, suministradores mayoristas del mítico Winston de batea.

    Hoy en día, el primero es un sexagenario que lo primero que ha hecho tras recuperar su libertad es regresar a su tierra natal y disfrutar de la vista de la Ría de Arousa, uno de sus espacios predilectos, porque, por lo demás, se ha prodigado poco por espacios públicos. El segundo, a sus 72 años, solo aspira a un retiro tranquilo en compañía de los suyos.

    Cuando era más jóvenes acumularon elevadas sumas de dinero. Pero los tiempos cambiaron, a raíz de un endurecimiento de las leyes que provocó que el negocio tabaquero derivase a tráfico de drogas.

    La de Laureano Oubiña, uno de los narcos más conocidos de España, del que se dice que a la temprana edad de 17 años ya se movía como pez en el agua en el mercado negro del gasoil apoyado por un tío suyo, es la historia de una auténtica peregrinación carcelaria (Alcalá-Meco, Zuera, Topas, Villena, Villabona, Navalcarnero...).

    Detenido en la mediática Operación Nécora, las extravagancias de Oubiña han estado presentes en todos sus juicios: "llevo 25 años repitiendo lo mismo en esta casa" (por la Audiencia Nacional), "si quería tomar un vino tenía que pedirle 1.000 pesetas a mi mujer" o "si hay igualdad, que (Iñaki) Urdangarín se siente en el banquillo".

    A su historial pertenece también una conocida imagen ilustrativa de la lucha contra la lacra de la droga, la del juez Baltasar Garzón sobrevolando el pazo gallego de Baión, vendido en 2008.

    Así discurría la existencia de Oubiña, al menos, antes de su ocaso tranquilo. Tras 11 años entre rejas abandonó la cárcel el pasado mes de julio, después de esquivar una nueva condena, por presunto blanqueo, a causa de unas escuchas telefónicas declaradas irregulares. Su primo y su constructor de confianza fueron condenados en esta causa.

    Seis años en la cárcel y 73 en las espaldas tampoco torcieron el ánimo de Luis Falcón, 'Falconetti', que en octubre del año pasado seguía clamando ante el juez que "nunca jamás" había traficado con drogas, durante el juicio por blanqueo del que salió finalmente absuelto uno de los clásicos del contrabando arousano.

    Tras una accidentada instrucción que duró una década, la fiscalía trató de demostrar que era imposible que Falcón se hubiese convertido en uno de los más importantes promotores inmobiliarios de Vilagarcía de Arousa solo con el capital que logró con sus negocios en la restauración y el juego, que arrancaron en los años sesenta.

    Los magistrados dudaron de la calidad del informe pericial que argumentaba que los ingresos de Falcón eran ilegales y lo terminaron absolviendo para indignación de la acusación pública, que abandonó su intención de recurrir la causa, lo que deja al veterano capo encarar la vejez con relativa tranquilidad.

    'Falconetti', apodado como el personaje de la serie 'Hombre rico, hombre pobre', se inició en el tráfico de tabaco de importación y compartió titulares con Marcial Dorado, Juan Manuel Lorenzo 'Ferrazo', 'Nené' Barral, que fue alcalde de Ribadumia (Pontevedra) y aún espera que se juzgue su caso, o Manuel Gulías, cuya red fue desmantelada el año pasado.

    Allá en los ochenta, antes de la operación 'Nécora' que rompió la 'omertá' sobre el narco gallego, los capos llegaban a patrocinar equipos de fútbol -el Cambados estuvo a punto de llegar a Segunda división tras la inyección monetaria de Sito Miñanco-, y hacían guiños a la clase política, como todavía recordaba la esposa de Falcón, Digna Díaz, en la vista celebrada en octubre de 2012.

    La mujer, que también estaba acusada, dijo que en los negocios de su marido no se metía, que ella estaba en los fogones del restaurante, un local que conoció tiempos de gloria y llegó a organizar, así lo han comentado, dos comidas para el PP de Manuel Fraga.

    Durante el juicio, una de las claves era reconstruir la contabilidad, destruida según se reiteró en el incendio del palacete familiar de O Castriño, que además dio nombre a una de sus sociedades.

    El dinero, según defendió 'Falconetti', lo había amasado a través del duro trabajo en el negocio del bingo y el de la barra americana, "atendidas por chicas negras", cuyos ingresos no se declaraban a Hacienda, porque entonces "no declaraba nadie".

    La táctica de confesar el fraude al fisco es común en los juicios por blanqueo, pero en éste la fiscalía entendía que podría pesar el pasado certificado de Falcón, que estuvo seis años en la cárcel -de una condena total de 12- por tratar de introducir una tonelada de hachís en la península a través del País Vasco.

    Un hecho del que también se declaró irresponsable y del que culpaba a su antiguo socio, el desaparecido Pablo Vioque.

    Pero los magistrados consideraron que, como la droga había sido requisada, este episodio no podía servir de prueba para el blanqueo posterior, y el trabajo de demolición del asesor fiscal de Falcón, un exdirectivo de la caja de ahorros de Pontevedra que atacó sin descanso el informe de la perito oficial, surtió efecto.

    El anciano se permitió criticar el informe económico, que comparó con la pericia fallida de los huesos en la finca de José Bretón, cuyo caso estaba de actualidad esos días.

    Por Víctor Honorato