José Pablo López, nombrado empleado del mes de Telecinco y Antena 3 gracias a 'La familia de la tele'
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Martín Alegre
Los datos convierten al presidente de RTVE en el gran triunfador de la semana para las cadenas privadas. Él y su número 2, Sergio Calderón, son, a la vista de lo sucedido, los mejores fichajes de Mediaset y Atresmedia. Y encima sus sueldos los pagamos todos los españoles, no las privadas. El gran proyecto de José Pablo López, La familia de la tele, ha cerrado su primera semana de emisión con una audiencia de 7,7% y 674.000 espectadores en el primer tramo (un descenso de -0,3 puntos respecto al día anterior). El segundo tramo del contenedor funciona aún peor, dado que registra un 5,9% y 411.000 espectadores, una dato que la competencia de TVE califica sin duda como "magnífico". En los dos casos los María Patiño, Belén Esteban, Kiko Matamoros y demás personajes del contenedor quedan en cuarta posición en las cadenas generalistas. Eso otorga a José Pablo López de manera indiscutible el título de "empleado del mes" de Telecinco y también para Antena 3 y las otras cadenas. De propina, la imagen pública de RTVE se hunde, los sindicatos claman ante el despropósito, el Consejo de Informativos se rebela y señala el despropósito de mandar al Vaticano durante el Cónclave a la reportera Marta Riesco (ex de Antonio David Flores), un ex presidente de RTVE como Pérez Tornero, reconocidas profesionales de la Casa como Ángeles Caso o María Escario (antigua directora de Comunicación de RTVE), suplican un poco de dignidad para la televisión pública.
Ni Terelu Campos, ni Jorge Javier Vázquez, ni Ana Rosa Quintana, ni Risto Mejide: nadie como el presidente de RTVE, José Pablo López, ha regalado tanta munición esta semana a Mediaset, feliz al comprobar gracias al directivo malagueño que sus descartes no estaban en su mejor momento y que las tardes de Telecinco respiran aliviadas tras el fracaso de La familia de la tele. "Queda claro que Alessandro Salem acertó", nos dice una voz autorizada de la cadena de Fuencarral. Sin duda, esa fuente le entregaría con sumo placer la gorra de empleado del mes a José Pablo López. Porque ha hecho un gran trabajo a favor de las privadas hundiendo la imagen, la credibilidad, el presupuesto y la audiencia de La 1. En Antena 3, otra fuente autorizada se lamenta de que esto de La familia de la tele "no va a durar mucho", dando a entender que sería muy bueno que José Pablo López (que no apoya a sus guiñoles desde sus redes desde hace días) prolongara "esa agonía" con una "huida hacia adelante".
Mientras Telecinco y Antena 3 aplauden, en la Corporación Pública reina el desconcierto. Su último experimento, La familia de la tele, es un compendio de errores de bulto, de decisiones estéticas y éticas que han colocado a RTVE en el epicentro de una tormenta de descrédito.
El nuevo Sálvame impulsado por los productores Óscar Cornejo y Adrián Madrid no es programa, ni magacín, ni entretenimiento, ni servicio público. En una semana hemos visto varias versiones que parecen distintos productos. Es una caricatura de televisión pública al servicio de una nostalgia mal entendida y de una lógica privada que ni siquiera los canales privados aplican ya.
El Consejo de Informativos de TVE no ha tardado en reaccionar: ha solicitado a la cúpula de la casa que La familia de la tele no siga mermando la credibilidad de los Servicios Informativos ni perjudicando la imagen de marca. ¿El detonante? La cobertura del cónclave desde el Vaticano con Marta Riesco como representante del programa, micrófono de RTVE en mano. Un evento claramente informativo, cubierto con profesionalidad por periodistas serios de la casa, fue simbólicamente saboteado por la presencia de Riesco, aunque ella no tenga culpa alguna (dejémoslo claro). Tampoco la tienen María Patiño y sus compañeros de sofá por aceptar un trabajo que les proponen y les interesa.
Pero la pregunta se extiende al reparto completo. ¿Qué pinta Aitor Albizua intentando poner orden en un despropósito que ni él parece entender? ¿Qué hace Inés Hernand, tan eficaz en el gamberrismo digital, tratando de sostener un formato sin rumbo? ¿Quién creyó que juntar retazos del universo Sálvame para montar una especie de magacín posmoderno y sentimental podía funcionar?
¿Qué visión hay detrás? Porque, si algo transmite La familia de la tele, es confusión. Cada día cambia de tono, ritmo y mensaje. Recuerda a Cuentos chinos, el infame programa de Jorge Javier Vázquez producido igualmente por los "padres" de La familia de la tele, aquel que Mediaset canceló en dos semanas. Este intento de RTVE por subirse al carro de la nostalgia y el folclore televisivo repite errores con meticulosa torpeza. Un día es un programa de sucesos; otro, de variedades; otro, un magacín clásico; y otro, Sálvame.
El acierto de Andreu Buenafuente
La fijación de José Pablo López por este mal entendido folclore televisivo, unida a una devoción incuestionable por el amiguismo, ha relegado cualquier estrategia pública o rigor institucional. Mientras tanto, proyectos que sí aportan calidad, novedad y valor quedan arrinconados en la parrilla. Es el caso de Futuro imperfecto, de Andreu Buenafuente. Con elegancia, inteligencia y sentido del humor, el programa de El Terrat demuestra (con un datazo) que es posible tratar temas complejos con profundidad, sin aburrir ni aleccionar. Un producto digno del mejor espíritu de servicio público. Y con una audiencia que debe ser entendida como una señal para José Pablo: calidad frente al batiburrillo de los gritos, las humillaciones, las banalidades, la falta de valores y todo lo que representa un tipo de televisión trasnochada no ya en una televisión pública sino en todas las generalistas. Lo de Inés Hernand con el supuesto condón de Amelia Bono en TVE a media tarde es para frotarse los ojos.
Pese a su desgaste, con La Revuelta, tenemos otro ejemplo de televisión rejuvenecedora. Otra cosa es que la llegada de David Broncano produjera en una condiciones contractuales vergonzosas y con la intencionalidad política de aplacar la fuerza arrolladora de Pablo Motos, apodado "el facha" en Ferraz, azote de Pedro Sánchez y con un audiencia desbocada.
Hay más aciertos de José Pablo López además de Buenafuente y Broncano que justifican el entretenimiento desde la irreverencia bien pensada. Marc Giró ha traído a TVE la sofisticación pop de una charla estimulante. Y qué decir de las telenovelas, ficción española, con actores españoles, que logran cuotas de fidelidad más que decentes y mantienen vivas franjas horarias con dignidad, sosteniendo además una importante industria. Pese a que los éxitos de RTVE (muchos heredados de etapas anteriores) son blancos (La Revuelta, Late Xou, La Promesa o Cifras y Letras), López parece obsesionado con el contenido del corazón, el salseo de griterío, el feísmo, la manía de ponderar personajes que son un atentado contra la meritocracia (la hija de Rocío Jurado, la hija de Isabel Pantoja, los hijos de Julio Iglesias), y cuyos títulos y virtudes son el nombre de sus padres o madres. José Pablo se ha empeñado en llenar el prime time de realities protagonizados por famosos que representan esa falta de valores.
Familia desavenida
Ángeles Caso, ex trabajadora de TVE, lo ha dicho sin rodeos: La familia de la tele es "el objeto kitsch y ridículo de un programa absurdo". En lugar de construir sobre un archivo repleto de momentos vibrantes, talento colectivo y ficción espléndida, se han utilizado los platós, las cámaras y los recursos técnicos de RTVE para montar un show con olor a autoparodia. ¿Servicio público? ¿Rigor? ¿Compromiso cultural? Nada de eso. Lo que hay es una larguísima cabalgata de cuatro horas, como la ha definido Jimina Sabadú, donde brillan —según ella— la vulgaridad, el enchufe, el politiqueo y una supuesta diversidad mal representada.
Lydia Lozano nos confesó que los de La Familia de la Tele le pusieron la foto de su madre recién fallecida para que llorara en directo sin ella saberlo de antemano
En esa "familia" mediática, los apellidos no son ni nuevos ni transgresores: Belén Esteban, María Patiño, Kiko Matamoros o la pobre Lydia Lozano, obligada a abordar la muerte de su madre por sus jefes, tal y como reveló Informalia. La periodista nos dijo entre lágrimas que ella no había tenido que ver con la aparición de la imagen de su madre en medio de uno de los programas. Ella no sabía que iban a poner la foto de su madre muerta para hacerla llorar en directo. Esos son lo valores que defiende José Pablo López en la Corporación Pública.
El sindicato USO en RTVE habla de personajes que han construido su carrera humillando, exponiendo y destrozando la vida ajena a cambio de audiencia. El sindicato remarca que RTVE no está para imitar a las privadas ni para competir con entretenimiento vacío. No es aceptable invertir recursos públicos en productos como este mientras se recortan o desatienden espacios culturales, documentales o debates de calidad.
El resultado no es solo estético. Con esta maniobra, RTVE renuncia a su papel como referente informativo y cultural, para convertirse en una caricatura de sí misma. Mientras los trabajadores de los Servicios Informativos dan lecciones diarias de profesionalidad, se ven obligados a compartir micrófono con quienes fueron emblemas de la televisión basura. El Consejo de Informativos lo ha expresado con claridad: esos profesionales "merecen respeto", tanto como los espectadores que ven desdibujarse la misión de la televisión pública.
La sensación es de derrota. Una derrota autoimpuesta por una dirección más preocupada por generar titulares que por crear contenido de calidad. Una dirección que confunde pluralidad con despropósito y diversidad con ruido. Una dirección sin rumbo ni propósito. Como explicó este viernes Bob Pop —de lo poco salvable del formato— sobre el estreno del programa: "No entendí nada". Y si él no lo entendió, imagínense el espectador medio. Columnistas que hasta hace poco tendían la mano a los "purgados" de Mediaset, a la vista de los sucedido cambian sus discursos y pasan de calificar esa televisión de fenómeno pop, televisión "vintage" y otras chorradasa describir el desastre. Y eso podemos leerlo en medios cercanos a Óscar Cornejo o al propio José Pablo López, donde ambos han escrito tribunas cando se les antojaba.
Cuánto durará La familia de la tele y cuántas decisiones erráticas más puede asumir RTVE
Ante este panorama, la gran pregunta no es cuánto durará La familia de la tele, sino cuántas decisiones erráticas más puede asumir RTVE antes de colapsar su credibilidad. Mientras tanto, José Pablo López puede ir preparando su retrato para colgarlo en el pasillo de Mediaset, o en el salón de empleados del mes de Telecinco y Antena 3.
¿El futuro? Cornejo y Madrid podrían optar por una huida hacia adelante, olvidando las promesas blancas iniciales, con tal de rascar algo de audiencia. Y no se descarta que José Pablo López termine culpando discretamente a los profesionales de RTVE encargados de la parte técnica, para externalizar esa producción a sus desafortunados amigos.