Televisión
Noche de paz y besos como el de Maribel Verdú y Aitana Sánchez-Gijón: ocho escenas de cine en los Goya
Sara Tejada
Si el Séptimo Arte es a veces un espejo de la vida, la 39ª edición de los Goya fue una celebración de luces y sombras, como el propio cine. Hubo sonrisas y lágrimas, amor y debate, aciertos y equivocaciones, elegancia y grosería. Granada, con su belleza melancólica y su historia interminable se convirtió en el personaje principal de la velada, con permiso de Aitana Sánchez-Gijón, Richard Gere y el resto de ganadores. Como en toda buena película, la gala dejó un mensaje claro: el cine puede ser una versión del mundo y de nuestra sociedad, un espacio donde los grandes temas, desde el amor hasta la política, encuentran su voz.
Toma 1: Bienvenidos, bien escrito, y bien realizado (pero inevitablemente largo)
La 39ª gala de los Premios Goya, como programa de televisión, fue larga y en algún momento tediosa. Funcionaron las presentadoras de lujo Maribel Verdú y Leonor Watling, el guion correcto de Paloma Rando y Laura Márquez y el trabajo de precisión del infalible Tinet Rubira (Operación Triunfo), que se arremangó para dirigir el cotarro: muy poderoso el comienzo con el Bienvenidos de Miguel Ríos, con algunos de los actores nominados y Amaral. Muy sentido y auténtico el discurso de Maribel Verdú para entregar el Premio Goya de Honor y muy bonito, sincero y sobrio el de Aitana.
Eso y la sonora reivindicación de Richard Gere, una llamada a la esperanza, fue quizás lo mejor de la gala celebrada en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada, fue más que una ceremonia de cine; fue un compendio de emociones, reivindicaciones y momentos vividos en un lugar tan musulmán como Granada, la ciudad de Lorca, Falla y Miguel Ríos, escenario perfecto para una noche donde la nostalgia, el amor y el arte compartieron protagonismo.
La velada arrancó con un toque de épica local. Miguel Ríos, quien no necesita presentación ni en su tierra ni en ningún lugar, tomó el micrófono a sus 80 años como si tuviera 20; acompañado por los protagonistas de Segundo Premio, una película que retrata los días de gloria del grupo granadino Los Planetas. Esa versión personalizada de "Bienvenidos" logró levantar al público en un aplauso unánime. Granada, con su historia y su esencia, fue acertadamente protagonista de la gala, mencionada con insistencia desde el escenario, como quien quiere decir al mundo: "Esto no es Hollywood, pero tenemos la Alhambra".
Toma 2: más caballero que oficial
La presencia de Richard Gere, receptor del Goya Internacional, fue por supuesto uno de los momentos más esperados. Su sonrisa deslumbrante y su porte clásico fueron un recordatorio de que algunos íconos del cine trascienden fronteras y generaciones. Al recoger su premio de manos de Antonio Banderas, el galán de Pretty Woman entre bromas y sinceridad, dijo: "España es mi hogar ahora". Las cámaras no tardaron en enfocar a su esposa, Alejandra Silva, quien desde el público lo miraba con orgullo. "Ella es quien realmente merece un premio", añadió, desatando risas y aplausos.
Toma 3: el beso de las diosas
El momento más emotivo llegó con el homenaje a Aitana Sánchez-Gijón, ganadora del Goya de Honor. Fue su amiga y compañera Maribel Verdú, entre lágrimas, quien la presentó: "No te lo dan por lo que yo te quiero, sino por lo que te quiere todo el mundo. Este no es un Goya de Honor, es un Goya de Amor". Conmovida, Sánchez-Gijón respondió con humildad: "Era un sueño recibirlo de tus manos". El clímax llegó con un beso entre ambas, que el público celebró como si fuese el desenlace perfecto de una película romántica. Aitana, emocionada, repasó su trayectoria con palabras que se sentían como un agradecimiento a la vida. Recordó sus inicios, habló del amor al cine y agradeció a quienes la acompañaron en el camino. La ovación que siguió fue el tributo definitivo a una carrera marcada por la pasión y el talento.
Toma 4: euforia y más amor
Si hubo una constante en esta edición de los Goya, fue el protagonismo del amor. Salva Reina, galardonado como mejor actor de reparto por El 47, protagonizó uno de los discursos más emotivos de la noche. Con lágrimas en los ojos, dedicó su premio a su novia, la actriz Kira Miró: "Gracias a la vida por aquella puñetera ola, por tu mirada, por tu mano, por elegirme. Te amo". Su declaración arrancó suspiros entre los asistentes, y el beso que siguió podría haber cerrado cualquier película romántica. También Leonor Watling, copresentadora de la gala, sacó una sonrisa al público cuando bromeó con su novio, Jorge Drexler, sentado entre los asistentes antes de recoger un premio en nombre del director de la película latinoamericana: "¿Con quién has dejado a los niños?". Una dosis de humor ligero en una ceremonia que, por momentos, pecó de solemnidad.
Toma 5: los que ya no están
La hija de Marisa Paredes, María Isasi, subió al escenario para recordar a su madre, fallecida en diciembre. Con voz temblorosa, habló del legado de la actriz y su pasión por la vida. Las imágenes que acompañaron su discurso fueron un homenaje al talento y la luz de Paredes, cuya ausencia dejó un vacío palpable en el cine español. "Ella vivía con la intensidad que solo los grandes conocen", dijo Isasi, antes de que el público rompiera en un aplauso cerrado. Fue un momento de luto colectivo que recordó la capacidad del cine para inmortalizar a quienes ya no están.
Toma 6: menos odio y más cultura, no a la cancelación
La gala también tuvo su dosis de controversia. La cancelación de la protagonista de Emilia Pérez, una de las grandes estrellas internacionales, fue el tema de conversación en los pasillos. Actrices como Emma Vilarasau y Malena Alterio reflexionaron sobre la cultura de la cancelación, tachándola de "radical" y "destructiva". "Ni tanto ni tan calvo", resumió Vilarasau. Aunque el ambiente se mantuvo elegante, las opiniones divididas dejaron entrever que el debate sobre el tema está lejos de cerrarse.
Toma 7: vivienda digna
Esta edición fue menos reivindicativa que otras, pero no faltaron los discursos con trasfondo político. Eduard Fernández, premiado como mejor actor por Marco, recordó "el peligro del fascismo" y la importancia del respeto. La Infiltrada Carolina Yuste, por su parte, utilizó su discurso para hablar sobre el derecho a una vivienda digna. Granada, tierra de historia y revoluciones, pareció ser el lugar idóneo para que estos mensajes resonaran.
Toma 8: el empate de la noche
El empate de la noche no fue el del Real Madrid y el Atlético: el gran giro argumental de la noche llegó con el premio ex aequo a mejor película. La infiltrada y El 47 compartieron el galardón en un hecho sin precedentes. La sorpresa del empate generó murmullos en la sala, pero también aplausos. "Solo podía pasar en una ciudad como Granada, la única con nombre de bomba", dijeron entre risas los presentadores. Fue un final inesperado que dejó claro que, a veces, el cine también imita a la vida. La gala no podía cerrar sin un toque de flamenco. Los Morente se encargaron de poner la nota local con una actuación que mezcló tradición y modernidad. El público, emocionado, agradeció el gesto que conectó el arte del cine con el alma de la ciudad anfitriona.