Televisión

La doble vara de las acusaciones sin pruebas: el caso Broncano frente a las denuncias de Aldama


Informalia

En un país donde las acusaciones sin pruebas generan debates, la comparación entre dos casos recientes resulta reveladora. Por un lado, las declaraciones de Víctor de Aldama, quien señala presuntos sobornos en el ámbito político. Por otro, las acusaciones de David Broncano contra el equipo de El Hormiguero. Ambos episodios comparten un factor común: la ausencia de pruebas hasta el momento. Pero la reacción pública y mediática ha sido notablemente diferente, y no digamos en medios políticos y mediáticos afines al Gobierno.

El ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, en el centro de la polémica por las afirmaciones de Aldama, fue contundente: "La persona que acusa debe demostrar lo que dice, y aquí está sucediendo al revés". Torres rechaza las alegaciones del comisionista, quien asegura que un intermediario pidió una mordida de 50.000 euros en su nombre. Sin pruebas tangibles, las palabras de Aldama son vistas desde el Gobierno como un intento de obtener beneficios personales al atacar a sus adversarios.

En cambio, David Broncano, que levantó una tormenta mediática al acusar al equipo de Pablo Motos de presionar a Jorge Martín, campeón de MotoGP, para cumplir un supuesto acuerdo con El Hormiguero, no solo ha evitado presentar pruebas, sino que tampoco ha rectificado tras la desmentida del propio Martín, quien calificó el asunto como un "malentendido". Como Aldama, Broncano acusa sin pruebas y obtiene un beneficio: el bulo destroza la imagen de Pablo Motos y pone a Broncano en el foco, lo que dispara su audiencia.

La estrategia de Broncano: huida hacia adelante

Lejos de disculparse, Broncano ha optado por ampliar sus acusaciones, diluyendo el caso concreto en una narrativa general sobre presuntas malas prácticas del programa rival a lo largo de dos décadas. Este giro, que busca convertir una anécdota en un alegato histórico, recuerda a las acusaciones contra el juez Peinado por parte del PSOE, quien ha sido señalado de actuar con una causa prospectiva contra la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez.

La pregunta que emerge en ambos casos es clara: ¿por qué no se exige el mismo estándar de pruebas a todos los acusadores? El Gobierno descalifica a Aldama por su supuesto interés personal en la polémica, mientras Broncano, desde una plataforma pública como RTVE, usa el conflicto para alimentar la tensión social y encender la mecha del odio hacia El Hormiguero.

Un duelo mediático con réditos y pérdidas

No es un secreto que Broncano ha buscado con esta polémica recuperar la atención que perdió frente a Pablo Motos tras el estreno de su nuevo programa, La Revuelta. Las efervescentes discusiones entre ambos presentadores parecen ser un combustible eficaz para beneficiar a Broncano y sumarle audiencia. No obstante, a pesar de los datos de los últimos días, tras los ataques públicos de Broncano y los Telediarios secundando los disparos del humorista, el balance final de noviembre muestra que El Hormiguero gana y se mantiene como líder.

Según los datos de audiencia, El Hormiguero cerró noviembre con un 15,5% de cuota de pantalla y 2.066.000 espectadores, frente al 15,3% y 2.035.000 de La Revuelta. Aunque Broncano logra mantener una competencia ajustada, el programa de Antena 3 es el más visto del mes, dejando a La Revuelta en segundo lugar.

¿Debe RTVE intervenir?

El uso de la televisión pública para alimentar tensiones entre dos programas plantea una cuestión ética. Mientras que Antena 3 es una cadena privada que responde a sus propios intereses, RTVE tiene un compromiso con la neutralidad y el servicio público. La guerra mediática entre Broncano y Motos, especialmente cuando se basa en acusaciones no probadas, puede interpretarse como una exacerbación innecesaria de las diferencias en un contexto mediático ya polarizado.

Además, la estrategia de Broncano de vincular sus denuncias a una crítica más amplia sobre la televisión privada pone a RTVE en una posición delicada. Si bien su papel es fomentar el pluralismo y el debate, permitir que una figura destacada como Broncano utilice su plataforma para descalificar a un competidor sin pruebas concretas puede dañar la imagen de imparcialidad que se espera de la corporación.

Conclusión: dos varas de medir

La respuesta pública y mediática a las acusaciones de Aldama y Broncano revela una doble vara de medir. Mientras las afirmaciones de Aldama son desechadas rápidamente por falta de pruebas y supuestas motivaciones personales, las de Broncano se amplifican desde una televisión pública, pese a que también carecen de fundamento verificable.

En un contexto donde la credibilidad de las instituciones y los medios de comunicación está bajo escrutinio constante, exigir pruebas a todos por igual no solo es un deber ético, sino una necesidad para preservar la confianza del público. Porque, al final, tanto en la política como en el entretenimiento, las palabras sin hechos son solo ruido que desvía la atención de lo verdaderamente importante.