¿Es Gerard Piqué el responsable del diseño del vestido de Shakira en la alfombra roja de los Grammy?
Informalia
Hay dos formas de pasar a la historia en una alfombra roja: como una diosa inmortal del estilo o como una advertencia textil para generaciones futuras.Shakira, en los Grammy 2025, optó —quizás sin saberlo— por la segunda.
La colombiana, que nos ha regalado décadas de talento y caderas imposibles, llegó a la gala con tres estilismos dorados, como si quisiera convencernos de que el oro todo lo puede.
Dos de ellos, hay que admitirlo, eran un acierto; el que usó en la alfombra roja, en cambio, fue una suerte de exorcismo fashionista en forma de vestido. Un diseño de Etro (los otros también) que desafiaba no solo las reglas del buen gusto, sino también las leyes básicas de la estética y la compasión visual.
Al ver la transparencia indiscreta, el estampado desconcertante y la inexplicable pedrería en tonos naranjas, una pregunta flotó en el aire como un rumor malicioso en una cena de la alta sociedad: ¿Quién le hizo esto a Shakira? Y luego, la inevitable conclusión: ¿Fue Piqué? ¿Fue la Agencia Tributaria?
Porque si alguien con un rencor a fuego lento hubiera querido sabotear su gran noche, difícilmente lo habría hecho mejor. No es que insinuemos que Gerard Piqué haya cambiado el fútbol por el diseño de modas, pero si su venganza tuviera una versión en tela y lentejuelas, sería exactamente este vestido.
La conspiración del mal gusto
Podemos imaginar la escena: en un rincón oscuro de Barcelona, un misterioso paquete es enviado con destino a Los Ángeles. Dentro, el vestido. Un mensaje en clave para su destinataria: Las mujeres ya no lloran, pero algunas deberían revisar su estilista.
El resultado fue desastroso. Shakira, normalmente radiante, caminó por la alfombra roja con la resignación de quien ya sabe que está a punto de encabezar todas las listas de las peor vestidas. Pero ella, siempre profesional, posó, sonrió y confió en que la música —y sus otros dos atuendos— salvarían la noche.
Y, en efecto, en cuanto se cambió de ropa y subió al escenario, la magia volvió. Con su melena rizada al viento y un conjunto dorado que evocaba su icónica actuación en los Grammy de 2007, todo quedó perdonado. Bailó, hipnotizó, recogió premios y lanzó indirectas con la precisión de un francotirador emocional.
Lo sucedido en los Grammy deja dos lecciones claras. Primero, que Shakira puede sobrevivir incluso a un vestido que parece haber sido elegido con una venda en los ojos. Segundo, que la moda es un arma peligrosa en manos equivocadas.
Por eso, desde aquí, un consejo sincero a la cantante: la próxima vez, revisa la etiqueta antes de ponértelo. No vaya a ser que, entre costuras y bordados, descubras una pequeña inscripción que diga 'Diseñado por Gerard Piqué'.