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Paul McCartney llega a Madrid para cantarnos y mostrarnos cómo hacer que vivamos más y mejor
Sara Tejada
A sus 82 años, Paul McCartney se ha convertido en algo más que una leyenda vida, algo más que un músico descomunal; es un símbolo de resistencia artística, un hombre que, guitarra en mano, ha decidido no claudicar ante el paso del tiempo. Este lunes 9 y martes 10 de diciembre, el legendario ex Beatle llega al WiZink Center de Madrid para ofrecer dos conciertos de su gira Got Back, una odisea que lleva más de dos años recorriendo el planeta. No es improbable que estemos ante su última gran gira mundial. Pero, si así fuera, quienes asistamos a alguna de estas noches inolvidables sabemos que seremos testigos de un momento que no se repetirá.
Paul no necesita demostrar nada. Su legado está escrito en las estrellas de la música: más de veinte discos de estudio, himnos que resuenan en la memoria colectiva como si fueran propios, y una fortuna que lo convierte en el primer músico milmillonario del Reino Unido. Podría retirarse en cualquiera de sus mansiones, rodeado de los recuerdos y glorias de una carrera incomparable. Y, sin embargo, sigue ahí, sobre el escenario, con una energía que parece contradecir los límites de su edad. Cuando se le pregunta por qué sigue adelante, su respuesta es simple y contundente: "Es por el público". Hace unos meses, después de un concierto multitudinario en Brasil, McCartney explicó que subir al escenario le recuerda el encuentro con un viejo amigo al que no ha visto en mucho tiempo. Pero no es cualquier amigo; es uno multiplicado por 40.000 personas, con rostros iluminados por la nostalgia y la emoción. Y es que, como bien decía Sabina, no hay droga más difícil de abandonar que los aplausos.
En cada ciudad, Paul parece entregarse como si fuese la última vez. Madrid no será la excepción. Sus conciertos prometen sorpresas tecnológicas, como la aparición de John Lennon en I've Got a Feeling gracias a la inteligencia artificial, y posiblemente alguna colaboración estelar. En otras ciudades, se han unido Bruce Springsteen, Dave Grohl o Bon Jovi. ¿Quién sabe qué sucederá bajo las luces del WiZink?
Los secretos de la longevidad
Más allá del fervor del público, hay algo que mantiene a McCartney en pie después de tantos años. Sus hábitos, profundamente arraigados en la espiritualidad hindú, parecen ser su secreto. Desde finales de los años sesenta, cuando los Beatles viajaron a Rishikesh para conocer al Maharishi Mahesh Yogi, Paul adoptó prácticas como la meditación trascendental y el yoga. Hoy, cada jornada comienza para él con 15 minutos de meditación: respiraciones profundas y repetición de mantras que, según ha confesado, le brindan una sensación de calma y claridad mental. Le sigue una sesión de yoga de 45 minutos, con posturas clásicas como el saludo al sol y el árbol. Y no se detiene ahí: McCartney también practica yoga ocular, que asegura ha retrasado el uso de gafas. "La meditación es un regalo para toda la vida. Es algo a lo que puedes recurrir en cualquier momento, estés donde estés: en casa, trabajando o en un avión", ha señalado. Su dieta vegetariana es otro de los pilares de su bienestar. Desde los años setenta, Paul eliminó la carne de su vida junto a su primera esposa, Linda Eastman, quien más tarde fundaría Linda McCartney Foods, una empresa pionera en comida saludable. Para McCartney, esta elección no solo responde a motivos de salud, sino a un compromiso ético con los animales y el medio ambiente, una causa que sigue defendiendo con pasión.
Cuando las luces del WiZink Center se enciendan este lunes, McCartney nos llevará de la mano por más de seis décadas de música. Su repertorio incluye clásicos de los Beatles como Hey Jude, Blackbird o Let It Be, así como temas de los Wings y su carrera en solitario, como Live and Let Die. Su setlist refleja una vida dedicada a explorar todos los rincones del pop y el rock, con incursiones en géneros tan diversos como la música clásica, el folk y la electrónica. El público, por su parte, no solo busca canciones; quiere conectar con el espíritu de un hombre que, a pesar de su edad, sigue tocando con la misma pasión que en los días del Cavern Club. McCartney es, como se dice a menudo, historia viva del rock, pero verlo en directo es mucho más que asistir a una clase magistral: es un recordatorio de lo que significa crear, compartir y resistir.
Paul McCartney es un testamento de que la creatividad no tiene fecha de caducidad. Mientras otros mitos han optado por retirarse, él sigue avanzando, quizá porque ha entendido que la música, como la vida misma, es un viaje que solo termina cuando decides detenerte. Madrid será testigo de esa magia irrepetible, de ese último gran aplauso que aún resuena en los corazones de todos los que, alguna vez, hemos encontrado refugio en sus canciones. ¿Por qué sigue? Porque todavía hay notas por tocar y emociones por despertar. Y porque, como Paul bien sabe, el espectáculo nunca debe detenerse antes de tiempo.