Los problemas crecen para Harry por mentirle a Trump y probar drogas: menos mal que nos queda Portugal
Lucas del Barco
Lo contábamos este lunes: Los problemas de Harry por su pasado con las drogas crecen y Trump se frota las manos: exigen ver la solicitud de su visado en Estados Unidos. Pero ya lo avanzábamos nada más ganar nada Trump las elecciones presidenciales. El republicano no quiere a los "Sussex traidores" y amenazó tras derrotar a Kamala Harris la situación de Harry y Meghan en EEUU: "Manzanas podridas", les llamó. Luego se filtró el pacto secreto entre Donald Trump y Carlos III para que Harry se mantuviera lejos de Buckingham pero no deportado.
Pero puede que ahora se les haya ido de las manos. La petición, impulsada por la Fundación Heritage no es un capricho de unos conservadores nostálgicos. Lo que buscan, aseguran, es esclarecer si el duque mintió en su solicitud de visado, ocultando su historial de consumo de drogas. Y es que el propio Harry, con el entusiasmo del que confiesa sin medir consecuencias, dejó escrito en su libro Spare que probó la cocaína y que la marihuana, lejos de perderle, le ayudó a encontrarse. Estados Unidos, país que siempre ha presumido de su implacabilidad con la ley, no ve con buenos ojos a los extranjeros que han coqueteado con sustancias prohibidas.
Los papeles y la tormenta
La fecha límite para la publicación de estos documentos es este mismo martes. La pregunta que resuena en los pasillos del poder es si entre las líneas editadas habrá algo lo suficientemente contundente como para empujar al príncipe hacia la frontera más cercana. Para los detractores de los Sussex, este sería el epílogo perfecto de una historia que empezó con el brillo rebelde de quien renuncia a una corona, pero que ha terminado con la imagen desgastada de una pareja que ha hecho del agravio su principal moneda de cambio. Mientras tanto, el príncipe Harry, que llegó a América con la promesa de una nueva vida, sigue atrapado en su propio laberinto. ¿Mintió en su solicitud de visado? ¿Se le aplicarán las mismas normas que al resto de los mortales? ¿O tendrá, como siempre, un trato especial?
En el tablero político, esta historia no es solo un tema de inmigración. Es, sobre todo, un ajuste de cuentas personal. Donald Trump, que ya ha dado muestras de su desprecio hacia Meghan Markle, olfatea en este escándalo una oportunidad de oro para golpear donde más duele. En febrero, con su estilo inconfundible, el expresidente aseguraba que no tenía intención de deportar a Harry. "Ya tiene suficientes problemas con su esposa", dijo con esa sonrisa de tiburón que anuncia la tormenta antes de que estalle. Pero el tiempo pasó, y Trump cambió de opinión. En marzo, en una entrevista que ya recogimos dejó caer que, si el príncipe había mentido sobre su consumo de drogas, las autoridades tendrían que tomar cartas en el asunto.
Así, la pregunta ya no es si Harry cometió un error al escribir su autobiografía con tanto descaro, sino si en un país donde la política se nutre del espectáculo, su caso se convertirá en el show favorito de la temporada. Meghan y Harry, que han construido su imperio mediático sobre el relato de su desdicha en la familia real, podrían enfrentarse ahora mucho más que a los fracasos de los programas de cocina de la nuera del rey de Inglaterra: estamos frente a una crisis real, y esta vez sin Buckingham como villano de la historia. Sería irónico que, tras huir de los protocolos y las tradiciones británicas, el príncipe terminara atrapado en la fría maquinaria legal de un país donde el apellido no lo es todo. Tal vez su padre, al que tanto ha hecho sufrir con sus memorias, o su hermano Guillermo, que abrazó a Trump en Notre Dame, tengan que pedir favores ahora a La Casa Blanca.
Los duques de Sussex, padres de dos hijos, se casaron en 2018 y viven en California desde 2020 tras su decisión de abandonar la familia real británica. En marzo de 2024, antes de las presidenciales de noviembre de ese año, en las que Donald Trump resultó vencedor, este último dijo que no se le debería dispensar un tratamiento preferencial: "Si mintió, habrá que tomar las acciones apropiadas", sostuvo, sin decir si llegaría a expulsarlo.
La publicación de los documentos será el primer acto de una batalla legal que, en el peor de los casos, podría obligar a Harry a buscar otro país donde empezar de nuevo. El príncipe, que ya renegó de Inglaterra, podría encontrarse sin patria, convertido en un nómada de su propia historia. Y si esto ocurre, Trump podrá decir, con la satisfacción de quien nunca olvida una afrenta: I told you so. Siempre les quedará Canadá o, como ya apuntamos en su día, acercarse a España para residir en nuestro país vecino y gritar aquello de... ¡Menos mal que nos queda Portugal!