Casas Reales
Una herida aún abierta: los Reyes convierten su felicitación en un tributo a las víctimas de la Dana
Informalia
El agua es tiempo detenido. Así lo dijo el poeta y así lo confirma el recuerdo reciente de las riadas que, con su furia inapelable, borraron del mapa las certezas de miles de vidas en la Comunidad Valenciana el pasado 29 de octubre. Con esa herida aún abierta, los Reyes han querido convertir su tradicional felicitación navideña en un tributo a quienes sufrieron la devastación, dedicándoles un rastro de esperanza a través del poema Un rastro de felicidad, del Premio Cervantes Francisco Brines.
Las palabras del poeta, impregnadas de una delicada luz crepuscular, son ahora un mensaje de consuelo que viaja más allá de las grietas del tiempo, como si el agua pudiera volver sobre sí misma para aliviar el daño causado. La felicitación de este año, ilustrada con una fotografía inédita de la Familia Real en el Palacio Real, es mucho más que un saludo formal: es un retrato de complicidad familiar en un contexto de solemnidad institucional. En la imagen aparecen los Reyes junto a la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, y fue tomada el pasado 19 de junio, durante el relevo solemne de la Guardia Real. Ese día, el patio del Palacio se llenó de ecos de otros tiempos, mientras el Rey, con voz serena, proclamaba: "Me he ceñido y me ceñiré siempre a la Constitución y sus valores". Bajo el lema "Servicio, compromiso y deber", que cierra también la felicitación, se daba inicio a las celebraciones por los diez años de su proclamación como monarca.
Pero, entre la solemnidad de los discursos y la precisión milimétrica de los actos oficiales, hubo también un instante de sorpresa. Durante el brindis, Leonor y Sofía, con ese aire fresco que traen las nuevas generaciones, tomaron la palabra para expresar su gratitud hacia sus padres. No lo hicieron como herederas de una institución que a menudo se antoja rígida y distante, sino como hijas. Sus palabras iluminaron el acto con una ternura inesperada, recordando que incluso en la cima del deber y la responsabilidad, la familia sigue siendo el refugio último.
Transformaciones en la Casa del Rey
El año 2024 ha sido un periodo de cambios profundos en el organigrama de la Casa del Rey, como si también las instituciones sintieran la necesidad de renovarse para seguir siendo fieles a sí mismas. El relevo de Jaime Alfonsín como jefe de la Casa del Rey por el diplomático Camilo Villarino marcó un nuevo rumbo, acompañado por el nombramiento de Mercedes Araújo como su número dos. Este relevo generacional y de género ha reducido la presencia de militares en los puestos clave, dando paso a perfiles más civiles y diversos. A estos cambios se sumó la llegada de María Ocaña Madrid como secretaria de la Reina, sustituyendo a José Manuel Zuleta.
Sin embargo, los grandes cambios no solo ocurren en los despachos. En el ámbito familiar, las dos hijas de los Reyes han dado este año pasos significativos hacia su madurez pública. La Infanta Sofía, desde su residencia en Gales, donde cursa el segundo año de Bachillerato, aceptó el reto de venir y amadrinar unos premios que llevan su nombre, mientras que la Princesa Leonor, inmersa en su formación militar, protagonizó su primer viaje oficial internacional, representando a España en Lisboa. Como quien aprende a caminar sobre un suelo aún incierto, ambas comienzan a esbozar su propio lugar dentro de la compleja maquinaria de la Corona.
La otra felicitación
Mientras tanto, los Reyes Eméritos, Juan Carlos I y Doña Sofía, fieles a una tradición menos innovadora pero igual de simbólica, hicieron pública también su felicitación navideña. Este año, el mensaje vino acompañado de la imagen de un retablo religioso de la catedral de Toledo. Desde su retiro, el Rey Emérito sigue siendo una figura de contradicciones, pero en estas fechas se aferra a una solemnidad espiritual que busca anclarle en el imaginario colectivo como parte de una historia compartida.
En la felicitación de los Reyes se lee: "Feliz Navidad; juntos emprenderemos con confianza el nuevo año 2025". No es solo un mensaje de cortesía, sino un reflejo de la necesidad de mirar hacia adelante con esperanza, en un país que ha vivido de todo este año, desde el golpe de las aguas hasta las convulsiones políticas y sociales. Con la inclusión del poema de Brines, los Reyes han querido impregnar este mensaje de una profundidad literaria que invita a la reflexión, recordándonos que incluso en los momentos de mayor desolación hay un rastro de felicidad que podemos seguir.
El agua, que destruye y a la vez da vida, marca este mensaje navideño. La Familia Real, como cualquier institución que aspira a ser relevante, se reinventa, equilibrando tradición y modernidad. Bajo los valores de servicio, compromiso y deber, nos invita a cruzar con ellos el umbral de un nuevo año. ¿Será 2025 el año en el que el tiempo deje de ser agua estancada y se convierta de nuevo en un río que fluye? Solo el tiempo —y quizá el poeta— podrá decirlo.