Casas Reales

Juan Carlos I monta con sus hijas una fundación en Abu Dabi para gestionar su fortuna y su herencia

El Emérito y sus hijas, las infantas Elena y Cristina

Informalia

En vísperas del debate televisado entre Trump y Kamala Harris, viene muy a cuento recordar aquella famosa frase: La economía, estúpido, (the economy, stupid), muy utilizada durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 contra George H. W. Bush. Y viene a cuento porque el dinero es la explicación de tanta visita de las infantas a su padre, aparte de lo mucho que quieren a su padre. Son ya muy habituales por no decir permanentes esos titulares que nos encontramos cada poco: Las infantas Elena y Cristina viajan a Abu Dabi y estarán con su padre, suelen rezar las noticias que recogemos los medios. También sabemos de los desplazamientos de varios de los nietos de don Juan Carlos, que recibe siempre con alegría y a veces hasta con fotografías a los hijos de sus hijas.

Froilán, el primogénito de Marichalar y doña Elena, incluso se ha trasladado grandes temporadas a Emiratos Árabes, un país que carece de instituciones elegidas democráticamente o partidos políticos, en el que los ciudadanos no tienen derecho a cambiar su gobierno, donde la libre asociación está restringida y los derechos de los trabajadores están muy limitados. En el país en el que reside don Juan Carlos desde hace cuatro años existe la trata de personas y el uso de niños extranjeros como jinetes de camellos continúa, a pesar de las promesas del emir de Abu Dabi y presidente del país, Mohamed bin Zayed Al Nahayan, de tomar medidas para terminar esas prácticas.

Pero eso es otro asunto. La cuestión es que allí don Juan Carlos reside y por tanto tributa. Y también está a salvo de paparazzi, igual que sus hijos, familia, amigos o amigas cuando le visitan. Tampoco es fácil seguir allí la pista a sus dineross.

No obstante, sabemos que don Juan Carlos I ha creado una fundación en ese país para centralizar su fortuna en el extranjero y dejársela en herencia a las infantas Elena y Cristina cuando fallezca. Se preguntaba mucha gente cómo las infantas y sus hijos pueden llevar el ritmo de vida que llevan. Siendo, en el caso de los Urdangarin, hijos de un ex preso, novio de una administrativa de Vitoria, divorciada, con hijos, que hace viajes a hoteles maravillosos.

Es verdad que la infanta Cristina lleva toda la vida enchufada bajo el paraguas de fundaciones, lo mismo que su hermana mayor, puestos de trabajo muy bien pagados, que tienen por ser quienes son. La infanta Elena trabaja en la Fundación Mapfre y percibe un salario de unos 300.000 euros anuales. Por su parte, su hermana menor ingresa unos 400.000 euros de la Fundación Aga Khan, con sede en Ginebra. Otra cosa es que se les acabe el chollo cuando muerta su padre. También es cierto que Jaime de Marichalar trataba para LVMH Moët Hennessy, o sea, para Louis Vuitton, más conocido como LVMH (inicialmente las siglas de Louis Vuitton Moët Hennessy), el conglomerado multinacional francés en lujo y dueño de 76 marcas de renombre y presidido por Bernard Arnault.

O que la fiestera y top influencer Victoria Federica, que este lunes estará con Pablo Motos, no para de cobrar cachés por sus portadas, posados, asistencias a photocalls, o participaciones en concursos televisivos como el que estrena en Antena 3 esta temporada. Y todo muy bien pagado.

La fortuna del abuelo Juan Carlos, gestionada por sus hijas y por financieros de su entorno

Pero el verdadero parné, los miles de millones, la fortuna de verdad, es la que maneja Juan Carlos I, el abuelo rico. Él es quien preside la nueva fundación y sus hijas las infantas ocupan asientos en el patronato, según adelanta El Confidencia, citando fuentes cercanas al monarca. Sabemos también que varios financieros del entorno de Juan Carlos I participan en la gestión de la sociedad.

La legislación de Emiratos Árabes convierte las fundaciones en un vehículo ideal para el trasvase de activos en caso de fallecimiento: nula fiscalidad, secreto en torno a las normas y estatutos que permiten controlar todo el patrimonio de la sociedad de forma automática en el mismo momento en que fallezca el testador, además de preservar las identidades de los beneficiarios.

De cara a la opinión pública, esta fundación es algo bonito y solidario: resaltar la parte positiva del reinado de Juan Carlos I, especialmente su papel en la Transición, y a financiar proyectos culturales o educativos vinculados a la figura del rey que dejó Franco al mando de una dictadura y que él guió hacia una Monarquía Constitucional.

Felipe VI no ha participado en la operación ni figura como futuro beneficiario de la mercantil. El hijo de don Juan Carlos renunció a la herencia de su padre en marzo de 2020 tras difundirse la existencia de una mercantil, Lucum Foundation, que estaba destinada a cederle la titularidad de 100 millones de dólares que habían sido regalados por Arabia Saudí a su padre en 2008.

El escándalo de la creación de esta entidad, tras el archivo de las investigaciones contra el rey emérito de la Fiscalía Anticorrupción y la Fiscalía del Cantón de Ginebra (Suiza), han tratado de llevarlo en secreto, si bien, un sector de la opinión pública tiene descotado que el Emérito dispone de una inmensa fortuna ganada a lo largo de sus años como jefe de Estado.

Juan Carlos I, de 86 años, quiere así lo que cualquier abuelo o padre: asegurar la solvencia económica de los suyos tras su muerte, ya que ni doña Elena ni doña Cristina pertenecen a la Casa Real y por tanto no reciben asignación económica del presupuesto de Zarzuela que maneja y administra su hermano, Felipe de Borbón. Solo el propio rey, la reina Letizia y doña Sofía, además de la princesa Leonor y su hermana la infanta Sofía pertenecen a la Familia Real, además del Emérito, a quien su propio hijo le retiró la asignación.

Dice el periodista José María Olmo que Juan Carlos I también quiere usar el nuevo instrumento societario para rescatar los activos que todavía controla fuera de España y, posteriormente, transmitírselos a las infantas. Si bien oficialmente, el antiguo monarca no tiene dinero, sabemos que en diciembre de 2020 abonó a Hacienda 678.393 euros para eludir una condena por delito fiscal por no declarar las aportaciones que recibió del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause.

4.4 millones de euros para regularizar su situación con Hacienda

En febrero de 2021, pagó otros 4,4 millones para regularizar los vuelos privados que le regaló su primo Álvaro de Orleans. Formalmente, se supone que afrontó esta deuda con dinero prestado de varios amigos ricos. En 2016, dos años después de su abdicación, Juan Carlos vensió un ático de lujo en Londres, frente a Hyde Park, valorado en 62,7 millones de euros y en la operación se desviaron en torno a 20 millones. Presuntamente, ahora se beneficia de una fabulosa ayuda económica de la familia real de Emiratos, que sufraga los gastos de su estancia, seguridad, asistentes y vuelos privados, entre otras partidas. Los monarcas absolutos del Golfo Pérsico no respetan los Derechos Humanos pero a sus amigos les tratan con gran generosidad, y gracias a sus colosales ingresos procedentes del petróleo y de sus inversiones, pueden permitírselo.