El sur europeo espera las elecciones alemanas entre miedo y esperanza
Como si de la llegada del Mesías se tratara, el sufrido sur de Europa espera la probable victoria de Angela Merkel en las elecciones de septiembre con una mezcla de esperanza y agitación.
Cuando la eurozona se acerca a sus cuatro años de crisis, a la población de España, Italia, Grecia, Portugal y Chipre le preocupaba que una tercera legislatura de la canciller alemana solo traiga más austeridad y penurias.
Los cinco países que introdujeron las recetas anticrisis de Merkel y realizaron impopulares ajustes draconianos en áreas como la sanidad y la educación están en recesión o cerca de ella desde 2008.
La situación del mercado laboral en algunos de estos países es desesperada, con tasas de paro del 27 por ciento en España y Grecia.
No obstante, los líderes de estas naciones confían en que el mensaje presupuestario se suavice y el coste de las medidas anticrisis se comparta en el conjunto de la eurozona, por lo que están posicionándose como aliados del patrón de Europa.
"Creo que veremos una nueva Merkel tras las elecciones", dijo el presidente chipriota, Nicos Anastasiades, en línea con las opiniones vertidas por la mayoría de sus homólogos del sur de Europa.
En Grecia, donde a finales de septiembre habrá una crítica revisión sobre la marcha del tercer rescate para el país, se espera que los problemas de deuda se solucionen tras las elecciones, aunque se produzca una nueva quita.
En Italia y Portugal, donde la austeridad aún no ha dado frutos positivos, los gobernantes creen que, de ganar, Merkel aceptaría un modelo más equilibrado de gestión de la crisis económica.
En España, donde han hecho falta 42.000 millones de euros de dinero europeo para salvar al sector bancario, se espera que la canciller esté más abierta a la emisión de deuda europea y a una unión bancaria completa, lo que contribuiría a reabrir el grifo crediticio en el país, que aún no ha salido de su segunda recesión en cinco años.
¿Deseos infundados?
Aunque las turbulencias en los mercados han remitido en la eurozona y se ha invertido la tendencia en los flujos de capital -que el año pasado se desplazaban del sur de Europa a Alemania-, los expertos señalan que todavía queda mucho camino para decir adiós a la crisis.
El ritmo de corrección de los desequilibrios según el sistema de pagos internacionales Target 2 del Banco Central Europeo, un indicador clave de las tensiones financieras utilizada por la institución presidida por Mario Draghi para decidir en materia de políticas monetarias, sigue siendo lento.
Un apoyo continuo de Alemania será clave para aliviar este estrés.
Fuentes de los gobiernos de estos países insisten en que Merkel ha apuntado a cierta flexibilidad sobre estas cuestiones en conversaciones privadas. No obstante, en público no ha dado indicaciones de un cambio tan radical y muchos en Berlín advierten de que es bastante improbable que suceda.
"Muchos en Europa confían en que tras las elecciones... haya un cambio en las posiciones alemanas. Yo no lo esperaría", dijo en una entrevista a Reuters este mes Jörg Asmussen, representante del banco central en la ejecutiva del BCE.
Destacando que otros países como Holanda, Finlandia, Eslovaquia y Estonia comparten las dudas de Berlín, Asmussen señaló: "Es fácil esconderse detrás de Alemania... Es un grupo de países, no se trata de Alemania solo".
Es más, buena parte de la respuesta a la crisis de Merkel tras las elecciones dependerá en el partido en el que tenga que apoyarse para contar con una mayoría para gobernar.
Socios
Anastasiades, Pedro Passos Coelho (Portugal), Enrico Letta (Italia), Mariano Rajoy (España) y Antonis Samaras (Grecia) comparten las ganas de alinearse con Merkel, que encabeza los sondeos a los 60 días para las elecciones.
A principios de mes, estos líderes acudieron a Berlín para darle su apoyo en una cumbre sobre el paro juvenil en Europa que muchos vieron como parte de la campaña electoral de la canciller.
Los gobiernos de centroderecha de España, Portugal, Grecia y Chipre esperan aprovechar el nuevo paisaje político en la Unión Europea tras la salida de Nicolas Sarkozy en Francia y Mario Monti en Italia, los aliados más cercanos de la canciller en el continente.
El nuevo presidente francés, François Hollande, y el primer ministro italiano Letta, ambos de centroizquierda, no tienen los estrechos vínculos de sus predecesores con la líder alemana pese a trabajar para mantener una buena relación.
"Hollande siempre estará ahí obviamente pero Alemania necesita un aliado muy fuerte en el sur y tenemos que ser nosotros", dice una fuente de alto rango del Gobierno español que habló con Reuters bajo la condición de anonimato. "No podemos ahorrar esfuerzos en ganarnos este puesto que ya tuvimos en los noventa".
Rajoy no es el único contendiente en liza. Samaras, Passos Coelho y Anastasiades también hacen gala de su "relación especial" con Merkel que esperan contribuya a lograr mejores condiciones de rescate.
Aunque los resultados han sido limitados hasta el momento, tienen previsto mantener esta línea tras las elecciones del 22 de septiembre.
"Independientemente de la dureza que muestre hacia nosotros, es una líder capaz tanto para Alemania como para Europa", dice Anastasiades, añadiendo que el liderazgo de Merkel se encuentra detrás de los recientes éxitos en la gestión de la crisis europea de deuda.
Sentimiento 'antiMerkel'
Pero mientras que los políticos, empresarios y banqueros están convencidos de que soplan nuevos vientos en Berlín, los ciudadanos de a pie están muy lejos de compartir esta visión.
Los esfuerzos de Merkel y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, por apoyar a los gobiernos de los países en apuros y restaurar la dañada imagen pública de Alemania han tenido poco o ningún efecto hasta ahora.
El punto de vista dominante sigue siendo que Alemania ha respondido con mucha lentitud a la crisis de deuda y cuando lo ha hecho solo ha buscado sus propios objetivos, como en el rescate indirecto de sus bancos expuestos al sur de Europa y protegiendo a sus contribuyentes.
El sentimiento antiMerkel ha crecido en estos países con la imposición alemana de políticas de austeridad a cambio de apoyo financiero, lo que se ha sumado a la animosidad histórica hacia Alemania desde la Segunda Guerra Mundial.
"Espero que no sea verdad que tratarnos mal le dé popularidad en Alemania", dice Teresa Reis, estudiante de tecnología en Lisboa. "Eso significaría que hay algo mal en Alemania y Europa. Pero en cualquier caso, necesitamos mejores líderes y espero que también sea el caso de Alemania".
Es la misma cantinela que se oye en Atenas, donde, con motivo de la visita de Schäuble la semana pasada, un grupo de mujeres desplegó banderas griegas y coreó "nazi, nazi" frente al Ministerio de Finanzas.
Una de las manifestantes, Efi Anestopoulou -de 34 años-, que ha estado en paro desde que comenzó la crisis, dijo a Reuters: "He estado en paro tres años y tengo los bolsillos vacíos. Ni siquiera tengo dinero para comprar comida".
"Yo no he robado a nadie, no he robado nada para merecer esto... Son nuestros políticos los que no quieren que nos rebelemos contra el visitante alemán", dijo con voz temblorosa Anestopoulou, mostrando sus bolsillos vacíos a un política que trata de dispersar a un grupo pequeño.