Los puntos más calientes del mundo: dónde podría estallar la III Guerra Mundial
Conflictos que se eternizan y escalan en complejidad al paso del tiempo han puesto en jaque a la diplomacia mundial. Si las relaciones entre naciones y las experiencias pasadas no logran estar a la algura de las circunstancias, cada vez son más los expertos en materia internacional que imaginan ya un posible escenario de estallido de una nueva guerra mundial.
Oriente Próximo, Ucrania y las dos Coreas son las regiones más conocidas por las graves tensiones que implican a varios países. Sin embargo, otras zonas de las que se publican menos informaciones también aparecen citadas como puntos calientes por el periodista experto en relaciones internacionales James Hardy, en un artículo de The National Interest del que se hace eco la publicación web El ciudadano.
La dos Coreas: una escalada de tensión prolongada durante años
A pesar de que las relaciones entre Seúl y Pyongyang siempre han estado marcadas por la discordia y la tensión militar, este otoño ambos países han iniciado conversaciones de alto nivel que podrían llevar a suavizar la situación. Con la precisión de un reloj, maniobras militares de ambas potencias armamentísticas suscitan escenarios de graves amenazas mutuas en las que Estados Unidos está implicado como máximo valedor de Corea del Sur.
El hermetismo de Corea del Norte, su potencial nuclear y un régimen personalista de líderes marcados por una suerte de fanatismo convierten esta esquina del mundo en un polvorín que siempre parece a punto del estallido.
De hecho, Leon Panetta, el exsecretario de Defensa de EEUU, admitió en sus memorias que Washington estuvo dispuesto a usar armas nucleares contra Corea del Norte en 2010, tras un incidente entre Seúl y Pyonyang.
China, India y el conflicto marítimo con Japón
Aunque menos divulgada la información sobre los conflictos que implican a la inmensa región asiática en nuestro país, una 'guerra' encubierta de fronteras y posesiones marítimas se libra en la zona implicando a China, India, Pakistán, Taiwán, Japón, Vietnam, Camboya y Filipinas.
Por una parte, China e India compiten por el territorio de la frontera que separa a ambos países, en la zona del Himalaya. En septiembre, medios indios denunciaron el avance de un millar de soldados chinos dentro de su frontera.
El mar es el gran conflicto -y el principal objeto de la ambición china- que enreda los intereses de todos los países de la zona. Mientras Nueva Deli amenaza con desplegar armamento nuclear en el Índico para ahuyentar las tentaciones de China, este país toma posiciones de modo velado argumentando misiones contra piratas y ejercicios conjuntos con Irán y Pakistán -este último país, acérrimo enemigo de India-.
Por otra parte, según diarios chinos, Pekín negocia una cooperación por mar con país bañados por aguas de su interés económico, como las Seychelles, Sri Lanka, Bangladesh y Camboya.
Pero ahí no termina el frente abierto en China. La pugna con Japón por las islas Senkaku, han provocado un auge en la alerta puesta en EEUU por la escalada de poder de su principal competidor en el tablero de ajedrez mundial.
Las tensiones por el control de las aguas japonesas que reclaman China y Taiwán va en aumento desde el último año, y este conflicto es considerado por algunos expertos chinos como el más susceptible de provocar una III Guerra Mundial.
Oriente Próximo: el conflicto más sangriento que nació de la paz
Más allá del conflicto árabe-israelí, cuyos múltiples intentos de cerrar con un acuerdo para la creación de dos Estados han sido frustrados, la zona que se extiende hasta Oriente Medio crece como el mayor polvorín de una guerra del terror no conocida en anteriores siglos.
El surgimiento de grupos terroristas islámicos como Al Qaeda o, más recientemente y con un enorme potencial, el Estado Islámico, ha supuesto un reto impensable para los países occidentales a la hora de enfrentarse a una lucha que casi parece un ejercicio de improvisación y violencia indiscriminada.
El enemigo es Occidente, y cualquiera de sus ciudadanos es el 'infiel' contra el que descargar la sangrienta sentencia que los islamistas aplican en nombre de Alá.
La guerra civil en Siria de los últimos tres años ha introducido nuevos factores de complejidad en la actividad yihadista, con escisiones entre los rebeldes dispuestos a derrocar al régimen dictatorial de Bachar al Assad y que han terminado como combatientes yihadistas a la vez que eran apoyados por fuerzas occidentales.
Los nuevos ataques dentro de los países occidentales a través de lobos solitarios, como los últimos protagonizados en Australia o Francia, y el flujo de ciudadanos europeos radicalizados que viajan a recibir entrenamiento para luchar en Siria o Afganistán y retornan a sus países de origen para cometer atentados, han puesto en máxima alerta a las naciones occidentales con EEUU a la cabeza.
En la actualidad, la Unión Europea, EEUU y otras potencias occidentales se encuentran sumidas en diversas reuniones para coordinar nuevas medidas para enfrentarse a una amenaza que, cual virus, ha mutado en un modus operandi para los que las fuerzas de seguridad no están preparadas.
Rusia y Ucrania: la nueva guerra fría
El desarrollo del conflicto en Ucrania por el rechazo de Rusia a su acercamiento a la Unión Europea por la firma de un convenio de cooperación ha vuelto a insuflar vida a la antigua guerra fría, basada en dos esferas de influencia: la norteamericana y la rusa.
Rusia parece concebir el conflicto en Ucrania como la última opción de mantener su preponderancia en el este europeo, y el apoyo al movimiento prorruso a nivel militar ha derivado en una guerra civil abierta desde hace meses y en las que toda declaración de tregua parece una mera representación sin validez alguna.
El influjo militar de Rusia dominando el conflicto, y que ha llevado a situaciones de extrema gravedad como el derribo de un avión comercial que sobrevolaba Ucrania con más de 200 holandeses a bordo, atribuido a los rebeldes prorrusos, ha hecho mover ficha a Estados Unidos, que ha presionado sobre la Unión Europea para la imposición de múltiples sanciones económicas a Moscú. En la actualidad se estudia el incremento de sanciones.
La preocupación de EEUU sobre el impulso ruso en la zona ha llevado a su Departamento de Defensa a desplegar estrategias militares próximas a las fronteras rusas, según denunció en octubre un ministro del Kremlin.
La misma OTAN está llevando a cabo simulacros de escenarios bélicos en países próximos al regido por el presidente Putin, como Letonia y Ucrania. La vigilancia sobre Polonia, Rumanía y el resto de países bálticos como Estonia y Lituania también están siendo efectivas por la Alianza Atlántica.