Los observadores de la ONU se retiran de Siria
Siete vehículos de la ONU dejaron el lunes un hotel de Damasco, llevando en su interior a algunos de los últimos miembros de una misión que llegó a tener desplegados 300 observadores en todo el país.
Los monitores, que no iban armados, suspendieron sus operaciones en junio tras caer bajo el fuego y la mayoría se han ido del país, dejando una pequeña "oficina de contacto" en Damasco en caso de que se produzca la oportunidad para un acuerdo político en medio del derramamiento de sangre.
"Nuestra misión fracasó porque ambas partes no cumplieron sus compromisos", dijo un observador de la ONU uniformado, declinando dar su nombre, en un hotel de Damasco.
Litigando contra un levantamiento de 17 meses contra los 42 años de su familia en el poder, Asad ha utilizado cazas de combate y helicópteros con artillería para atacar bastiones rebeldes. Los insurgentes han reforzado sus ataques, alcanzando a tanques, caravanas militares y edificios de seguridad.
El mandato de la misión de supervisión, conocida como UNSMIS, expiró el domingo por la noche después de que diplomáticos de las Naciones Unidas dijeran que no se habían dado las condiciones para continuar con las operaciones. Los últimos monitores estarán fuera del país el viernes.
Tras un breve período de calma, la violencia se intensificó durante la presencia de monitores en Siria y al menos 9.000 personas han muerto desde que llegaron para supervisar el alto el fuego declarado el 12 de abril por Kofi Annan, el mediador de la Liga Árabe y la ONU que cesará a finales de mes.
La tregua nunca se produjo. Al menos 18.000 personas han muerto en Siria desde que comenzó la revuelta contra Asad. Al menos 170.000 personas han huido del país, según Naciones Unidas, y 2,5 millones necesitan ayuda en el interior del país.
Los rebeldes se hicieron con el control de distritos de Damasco y Alepo el mes pasado, además de con varios cruces fronterizos y zonas del norte, antes de que las fuerzas de Asad lanzaran una contraofensiva en las dos principales ciudades del país.
El lunes, tropas de Asad respaldadas por tanques intentaron retomar el barrio de Muadamiya, en Damasco, de manos de los insurgentes.
Según el recuento inicial, al menos tres personas han muerto y 20 resultaron heridos por proyectiles lanzados desde tanques en esa zona, una extensión suroccidental de la carretera que va de Damasco a los Altos del Golán, ocupados por Israel, según activistas de la oposición.
El Ejército sirio entró en Muadamiya a finales del mes pasado tras una ofensiva de dos días en la que murieron más de 120 personas, según residentes y activistas de la oposición.
Pero luego, al igual que en otras zonas alrededor de Damasco, los rebeldes comenzaron a retomar el control después de que el Ejército se replegara para centrar sus esfuerzos en otros puntos de la capital y sus alrededores.
ASAD ACUDE A LA ORACIÓN
En su primera aparición pública tras la bomba que el 18 de julio mató a cuatro de sus altos cargos de seguridad, Asad acudió a la oración en una mezquita de Damasco para celebrar el comienzo del mes festivo musulmán el domingo.
El primer día del Eid al-Fitr, que celebra el fin del mes del ayuno del Ramadán, dio también a los enemigos de Asad la oportunidad de manifestarse y los activistas informaron de varias protestas en todo el país, incluida la capital.
Los combates se produjeron en toda Siria, matando a más de 130 personas, informó un grupo activista.
Asad fue grabado cuando acudía a la mezquita con su primer ministro y su ministro de Exteriores, pero no con su vicepresidente, Faruq al Shara, cuya deserción fue negada la víspera.
Ante unos esfuerzos diplomáticos para poner fin a la guerra dañados por divisiones entre las potencias y por las rivalidades regionales, Siria afronta la perspectiva de un conflicto prolongado que amenaza con desestabilizar Oriente Próximo con sus alusiones sectarias, en un reflejo de la oposición suní contra la minoría alauí de Asad.