La policía de Río de Janeiro, en huelga antes del carnaval
Salvador, la tercera ciudad más grande de Brasil, ya se ha visto afectada por una ola de crímenes desde que la policía suspendió sus labores en la urbe la semana pasada. La huelga en Río posiblemente obligará al Gobierno a enviar a miles de soldados del Ejército, como lo hizo en Salvador.
Cientos de miles de turistas llegarán a Río la próxima semana para ver los desfiles del carnaval, en los que mujeres ligeras de ropa bailan al ritmo de bandas de samba y de bulliciosas fiestas callejeras en la fiesta anual previa a la Cuaresma.
Río y Salvador son dos de las 12 ciudades brasileñas que serán sedes de la Copa del Mundo de fútbol 2014 y las huelgas de la policía suman temores sobre la seguridad a las preocupaciones sobre una infraestructura insuficiente para el evento deportivo mundial en el mayor país de América Latina.
Río también recibirá los Juegos Olímpicos en 2016.
Se estima que el Mundial atraerá a unos 600.000 visitantes extranjeros dentro de dos años. Tras recibir críticas de la FIFA, el organismo rector del fútbol mundial, debido a los preparativos del país para el evento, las autoridades brasileñas se están apresurando a garantizar que la seguridad no complicará aún más las cosas.
Miles de policías, bomberos y guardias de prisiones votaron a favor de realizar una huelga en Río de Janeiro, exigiendo mayores salarios. No estaba inmediatamente claro cuántos de los 70.000 trabajadores involucrados cumplieron con la convocatoria al paro laboral.
Las autoridades del estado de Río han dicho que 14.000 soldados estaban listos para proteger a la ciudad de las olas de homicidios, saqueos y vandalismo que afectaron a Salvador después de que un 20 por ciento de los 31.000 agentes de policía del estado de Bahía, en el noreste del país, dejaron sus funciones el 31 de enero.
Los policías en huelga de Salvador votaron el jueves a favor de continuar con la movilización, incluso después de que cientos de ellos pusieran fin a la ocupación de la legislatura estatal.
Algunos de los actos de vandalismo que se registraron en la ciudad habrían sido supuestamente cometidos por los propios agentes de policía, complicando las negociaciones con funcionarios estatales que se han negado a cumplir con las demandas de que los oficiales sean perdonados de cualquier delito que hayan cometido durante la huelga.
La presidenta Dilma Rousseff, quien a finales de la semana pasada envió a 3.000 soldados federales a Bahía para restablecer el orden, respaldó la postura de los funcionarios del estado que se niegan a ofrecer una amnistía.
"No puede haber una amnistía para actos ilegales, crímenes contra la propiedad, crímenes contra la gente, crímenes contra el orden público", dijo Rousseff el jueves durante una visita al estado de Pernambuco, que limita con Bahía. Tal amnistía, agregó, crearía "un país sin normas".
Aunque muchos brasileños entienden la difícil situación de la policía, cuyos salarios son bajos en comparación con los de muchos trabajadores del sector privado, el caos provocado por la huelga ha llevado a la condena a la movilización por parte de líderes del Gobierno y la opinión pública en general.
"No es posible que aquellos que reciben dinero y armas del pueblo para protegerlo, usen esa armas contra ellos", dijo el ministro de Justicia José Eduardo Cardozo.
El Gobierno federal, agregó, desplegaría más soldados y recursos adicionales de ser necesario en otros estados para garantizar que el caso no se extienda. El carnaval, predijo, se realizará con "absoluta tranquilidad".
El carnaval se celebra entre el 17 y el 21 de febrero.