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Mubarak encara la crisis, pero las protestas continúan en Egipto



    EL CAIRO (Reuters) - El presidente egipcio, Hosni Mubarak, se reunió el domingo con las Fuerzas Armadas - consideradas cruciales para el futuro del país - pese a las exigencias para que deje su mandato de 30 años, mientras en El Cairo los manifestantes desafiaban un toque de queda.

    Un serie de revueltas están estremeciendo el Gobierno autoritario de Mubarak en Egipto y el apoyo de los altos mandos del Ejército es vital mientras se derrumban otros pilares de su aparato estatal, indicaron analistas políticos al tiempo que las protestas llegaban a su sexto día.

    Mientras miles de personas se reunían en las calles, ante la mirada paciente de los soldados en sus tanques estadounidenses, la fragmentada oposición dio una señal de unidad.

    El ganador del Nobel de la Paz y diplomático internacional retirado Mohamed ElBaradei dijo que recibió autorización para acercarse al Ejército y formar un nuevo Gobierno.

    "Mubarak debe irse hoy", dijo a CNN, antes de unirse a los miles de manifestantes en la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo.

    La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, dijo que su país quería una "transición ordenada" mediante elecciones libres y justas en Egipto, su aliado clave y nación más poblada del mundo árabe.

    Clinton declaró a Fox News que en su país deseaban "ver una transición ordenada para que nadie llene un vacío (...) Tampoco queremos ver alguna asunción que no lleve a la democracia sino a la opresión y al fin de las aspiraciones del pueblo egipcio".

    Unas 10.000 personas protestaron en la plaza Tahrir, un punto de encuentro para expresar en enfado por la pobreza, represión, desempleo y corrupción.

    Con el inicio y desafío del toque de queda, aviones de guerra y helicópteros sobrevolaron la plaza. Al anochecer aparecieron más camiones del Ejército, en una muestra de poderío militar, pero ninguno se movió.

    "Hosni Mubarak, Omar Suleiman, ambos son agentes de los estadounidenses", gritaron los manifestantes, en referencia al nombramiento como vicepresidente del jefe de inteligencia Suleiman, la primera vez que el mandatario nombra un segundo al mando de su Gobierno en 30 años.

    Es el cargo que Mubarak, de 82 años, tenía antes de convertirse en presidente y muchos vieron el nombramiento como el término de las ambiciones del presidente de que su hijo Gamal lo sucediera, además de una reconfiguración del Gobierno para aplacar a los reformistas.

    REVUELTAS DESAFIAN TOQUE DE QUEDA

    Mubarak sostuvo conversaciones con Suleiman, el ministro de Defensa, Mohamed Husein Tantawi, el jefe del Estado Mayor, Sami al-Anan, y otros.

    Pero los manifestantes en la plaza Tahrir no quieren ver la estructura gobernante de Mubarak reemplazada por un gabinete militar que incluya a sus socios más cercanos. "Mubarak, Mubarak, un avión te espera", gritaban. También se informó de una gran protesta en Alejandría.

    Una figura reconocida de los Hermanos Musulmanes, el grupo islamista vetado que durante mucho tiempo ha parecido la fuerza más grande contra Mubarak, dijo apoyar a ElBaradei como negociador.

    Los Hermanos Musulmanes se ha mantenido apartados pese a que varios de sus representantes más importantes han sido rodeados. El Gobierno acusó al grupo de planear explotar las protestas.

    Los disturbios, en los que han muerto más de 100 personas, estremecieron a Oriente Próximo, donde otros gobernantes autócratas podrían enfrentarse a revueltas similares, y asustaron a los mercados financieros en todo el mundo, además de a los aliados de Egipto en Occidente.

    En Túnez, detonador del movimiento regional, un líder islamista exiliado volvió al país y fue recibido por miles de personas el domingo. En Sudán, el vecino sureño de Egipto, la policía golpeó y arrestó a estudiantes que participaron en protestas antigubernamentales en Jartum.

    Para los egipcios, al parecer la gota que colmó el vaso fueron las elecciones parlamentarias de noviembre pasado, que según los observadores fueron amañadas por las autoridades para excluir a la oposición y asegurarle al partido gobernante de Mubarak un Parlamento afín.

    La respuesta militar a la crisis ha sido ambivalente. Las tropas ahora custodian edificios claves después de que la policía perdiera el control sobre las calles, pero no han aplicado el toque de queda, a menudo confraternizando con los manifestantes en vez de enfrentarse a ellos.