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Pincha la burbuja del turismo rural: el número de viajeros cae por primera vez

  • La cifra se redujo un 4% en 2010 después de 15 años de crecimiento
Casa rural en villandas (Principado de Asturias). <i>eE</i>.


La burbuja del turismo rural ha pinchado. Después de más de una década de crecimiento artificial espoleado por las subvenciones a la creación de este tipo de empresas, ha llegado el punto de inflexión. En 2010, los precios y el número de viajeros cayeron por primera vez desde que esta actividad llegó a España, hace 15 años.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los primeros lo hicieron en cerca de un 2% (ver gráfico) y el número de viajeros en un 4%. La caída de las tarifas sería bastante más importante (de un 13 por ciento), según la empresa Top Rural, cuyos datos representan al 70 por ciento del sector. El precio medio se situaría, según esta empresa, en 29 euros por persona y noche.

La asociación de autónomos Upta, por su parte, estima que los beneficios del sector cayeron un 20% en 2010, según los datos de la central de reservas Ruralgest, que reúne al 40 por ciento del colectivo.

Durante la década de 2000, la facturación del turismo rural creció sin cesar, animada por las ayudas autonómicas y comunitarias que fomentaban la creación de este tipo de negocios. Nacieron más de 85.000 empresas en nueve años. Daba la impresión de que el mercado tenía la capacidad de absorber más y más oferta.

La crisis económica mundial tampoco pareció afectar a un sector en el que, entre 2005 y 2009, el número de negocios creció un 55% (ver gráfico), según los datos del INE, y el de plazas lo hizo en más de un 60%.

Según Jesús Marco, el presidente de la patronal Asetur, que agrupa a 4.000 socios con una capacidad de 61.000 plazas, desde 2006 el número de establecimientos ha crecido cerca de un 14% cada año, en gran parte "debido a las ayudas procedentes de los diferentes programas europeos". La facturación también aumentó sin cesar, e incluso en 2009 superó en un 25 por ciento a la del año anterior, alcanzando los 4,5 millones de euros.

Finalmente, el propio sector acabó reclamando el final de las subvenciones, hoy casi inexistentes. Fuentes de Top Rural añaden que las ayudas públicas han constituido un grave problema para el sector, al fomentar la creación de negocios poco rentables.

Falta de homologación

Al exceso de subvenciones se suma otro inconveniente: la falta de un sello único de calidad en el turismo rural. En el sector no existe un equivalente a las estrellas de los hoteles que acredite las características de cada establecimiento.

"En España hay 54 tipos de alojamientos", explica Jesús Marco. Casas de payés, posadas, caseríos... 54 formas distintas de denominar a lo mismo: alojamiento rural. Y también son variadas las formas de catalogarlas en cada autonomía: en Extremadura son bellotas; en Aragón, aldabas y en Andalucía, aceitunas, aunque el icono por el que apuesta Asetur son las espigas.

Un establecimiento puede tener de una a cinco espigas en función de sus características, su equipamiento, el entorno o los servicios que ofrezca, entre otros factores. Los alojamientos se acogen voluntariamente a este sistema.

Un proyecto caro

"Asetur lleva años trabajando para implantar su proyecto de clasificación, que los propietarios valoran porque los que ya están clasificados han notado un aumento en la demanda", según Jesús Marco. Las dificultades están surgiendo por el lado económico, ya que se trata de "un proyecto caro que requiere ayudas que se solicitarán al Ministerio", añade el presidente de la asociación. La clasificación de una casa rural requiere tiempo, técnicos, archivos y una revisión cada tres años para comprobar si las características del hotel son las mismas o si han cambiado.

En una fase piloto se clasificó a 100 establecimientos y después se han ido añadiendo otros. Además, hace unos meses la Generalitat de Cataluña oficializaba la clasificación por espigas para el turismo rural en esa comunidad autónoma.

Por otro lado, muchos empresarios han respondido al aumento de la demanda con innovación. Hoteles como los de la red Ruralka, por ejemplo, complementan la noche de hotel con servicios como el golf o el spa en un mismo paquete. Según José María Belaunde, socio director, "es su forma de diferenciarse dentro de un sector tan heterogéneo".