bombay (india). Entre el caos de Bombay, se les ve por decenas cada mañana abriéndose el paso calle a calle, en competencia con los coches, o negociando su espacio entre el gentío por las abarrotadas estaciones ferroviarias de Churchgate y Victoria. Sus gorritos blancos y sus mercancías no dejan resquicio de duda acerca de la naturaleza de su oficio: son mensajeros, aunque no unos cualquiera. Gracias a ese ejército de 5.000 individuos mayoritariamente semianalfabetos, cada día 200.000 personas, casi todos empleados en oficinas del Bombay de los negocios y estudiantes, comen caliente y casero. Y ello porque, a diario, esos dabbawalas recogen las comidas recién hechas en los domicilios de sus clientes y las llevan a sus lugares de trabajo. Comida calentita y casera, puerta a puerta.La jornada laboral para Awntee, 62 años y en el oficio desde los 11, comienza a las nueve de la mañana. Desde ese instante, dispone de una hora y media para recoger en la zona que le toca cubrir -un distrito de clase media llamado Dadar- unos 30 contenedores con comida recién cocinada de otros tantos clientes. En el primer bloque de apartamentos, sube tres pisos por la escalera y da al timbre. "No espero. Si hay alguien y el contenedor está listo, lo recojo. Si no, me voy. No hay tiempo que perder", explica justo cuando una señora abre la puerta del domicilio y le entrega un contenedor metalizado, de tres compartimentos, que mantiene la comida caliente. El contenedor lleva pintado un código de números, letras y colores. Cada uno identifica al mensajero, al cliente y la ruta que debe hacer el contenedor. "Por ejemplo, la pintura amarilla de este contenedor significa que debe ir en la línea de tren que lleva a Churchgate", relata mientras lo señala. El reto diario es repartir sin errores los 200.000 contenedores de los clientes en un radio de 60 kilómetros por todo Bombay y en sólo tres horas y media. "El principio fundamental del negocio es que cada mensajero tiene que entregar sus contenedores a tiempo. Cada día hay que ganar una carrera de tres horas, sin excusas", asegura Raghu, otro dabbawala, otro hombre que lleva contenedores. La logística y el trabajo en equipo son, de hecho, la quintaesencia del éxito de este negocio. La centenaria Mumbai Tiffin Box Supliers Association, que agrupa a los 5.000 mensajeros, asegura que únicamente cometen un error por cada 16 millones de entregas.Semejante precisión -del 99,99 por ciento- llevó a la revista Forbes Global a concederles la certificación Seis Sigma, una metodología de gestión de calidad centrada en el control de procesos en la entrega de productos o servicios al cliente, con objeto de mejorarlos sistemáticamente mediante la eliminación de los defectos. Originariamente desarrollada por Motorola, ahora es utilizada por compañías como Bank of America, Merrill Lynch, Toyota, Sony, Exxon, General Electric y British Airways, entre otras. El éxito logístico de estos mensajeros semianalfabetos indios ha traspasado incluso fronteras: el negocio de los dabbawalas se estudia como caso de éxito empresarial en el área de dirección de empresas en la universidad californiana de Berkeley. También es habitual de las universidades indias.A las 10.30 de la mañana Awntee ha reunido ya, casa por casa, los 26 contenedores que tiene asignados. Los transporta en un carro de madera que arrastra con ímpetu y celeridad por el asfalto, aunque otros compañeros van en bicicleta. Junto a la estación de Dadar, se reúne con otros dabbawalas para intercambiarse los contenedores, según el destino de éstos. Nadie habla y se trabaja mecánicamente en silencio. En otras zonas de la ciudad, otros mensajeros realizan la misma rutina. Ya en la estación se dividen -en función de la ruta- por andenes y trenes, transportando cada uno sus mercancías en planchas que cobijan entre 30 y 40 contenedores y que pesan unos 60 kilos. Pese a ello, seguir a Awntee no es fácil.El reencuentro es en Churchgate, el corazón de Bombay, punto de reunión de dos docenas de mensajeros que vuelven a redistribuirse los contenedores para que cada uno de ellos realice la entrega final. "Somos como un equipo de cricket: si uno se pone enfermo, ponemos un sustituto. Trabajamos en equipo porque somos conscientes que dependemos unos de otros", advierte otro dabbawala. Esquivar los 'fast foods'Para los clientes, el servicio es impagable a 350 rupias por mes (6 euros). Y es que en la India urbana, condenada cada vez más a comer fuera de casa, este servicio permite comer sano y casero a la vez que esquivan la dictadura gastronómica de los fast foods. "Nuestro servicio permite a los clientes comer barato y casero sin avergonzarse de ir por la calle con su contenedor", explica Awntee. Para él, el servicio le concede unos ingresos que jamás habría soñado.La asociación se rige por un sistema similar a las cooperativas. Los 5.000 mensajeros son socios a la vez que trabajadores, y todos cobran lo mismo independientemente de cuántos clientes tengan asignados en su área. "Ponemos todo el dinero recaudado, deducimos los gastos y repartimos; quedan unas 4.500 rupias (80 euros) para cada uno", asegura Awntee. En la India esos ingresos son un lujo para alguien sin estudios. "He podido costear los estudios de ingeniería para mi hija en Francia", relata. Para captar más clientes, los dabbawalas tienen ahora web propia (www.mydabbawala.com) donde contratar el servicio online o a través de mensajes cortos de teléfono. Incluso quieren introducir nuevas líneas de negocio, como el envío de verduras o artículos de uso diario.