barcelona. Todo empezó como una afición para pasar los ratos libres con sus amigos, pero a partir de los 20 años decidió tomarlo como una profesión. Mercé Martí decidió que quería ser piloto. "En el 89 la única escuela que había en España para pilotos estaba en Salamanca, era pública pero sólo había 25 plazas, la mayoría iban para los enchufados, hijos de militares y de hombres de estado". La otra salida que le quedaba era la carrera militar, "no me apetecía mucho la verdad". Emprendió el vuelo hacia Estados Unidos para aprender el idioma y licenciarse como piloto. Tres años después volvía a España con una sensación un tanto amarga: no haber participado en la primera edición de la vuelta al mundo. "Todavía no tenía las licencias". Poco después, con 25 años, participó en la segunda edición de la vuelta al mundo como copiloto y consiguió tres récords mundiales de velocidad. A partir de entonces todo fue más fácil, "aprendía a explotar mi carta de presentación y los patrocinadores empezaron a llegar", explica Martí en su hangar del aeropuerto de Sabadell.Autobuses aéreosLos comienzos, "como los de cualquier emprendedor, fueron difíciles", trabajaba paralelamente en cosas que le iban saliendo. Durante dos años y medio ejerció de piloto de aviones privados en vuelos para ejecutivos y particulares. También entró en el mundo de las grandes empresas privadas. Hizo el turno nocturno de reparto de paquetería en Ibertrans, para MRW, y cubrió la mayoría de las rutas en la península. También pilotó aviones de pasajeros en Spanair. "Después de entrar en una gran aerolínea, me di cuenta de que no era feliz. Me sentía como una conductora de autobuses aéreos", recuerda Martí.Fue entonces cuando reflexionó y se puso manos a la obra. En 2000 nacía InfinitAir, una compañía de vuelos turísticos, actividades de marketing y publicidad y de servicio a la administración desde el aire. Martí tiene casi todo el capital de la empresa y, a pesar de lo costoso que es mantener una flota de aviones privados, no tiene intención de dar entrada a nuevos socios. El último de los clientes en incorporarse a su flota es la administración catalana. La vigilancia de bosques y el seguimiento del tráfico y la información viaria forman parte ahora de sus salidas en avioneta. Además realizan la vigilancia marítima de las playas. Para algunas de las actividades subcontratan aviones, pero Martí es consciente de que el mayor activo de InfinitAir son los aviones. La flota actual es de cuatro y cada uno de ellos les ha costado unos 120.000 euros. La facturación de esta pyme fue de medio millón de euros en 2006 aunque para este año esperan doblarla. "El 55 por ciento de lo que facturamos proviene del sector público y el resto del privado", aunque la fundadora de InfinitAir reconoce que los porcentajes varían según los concursos públicos que vayan ganando.En un mundo de hombres, Martí asegura que nunca se ha sentido discriminada. "Paso olímpicamente, me da igual. Cuando gané la vuelta al mundo, empecé a tapar bocas pero hay que tener un carácter fuerte para enfrentarse". Para Martí el momento mas duro de su trayectoria empresarial fue "el cambio de pequeña infraestructura a grande. Ir a los bancos a pedir el leasing y tener que hacer frente a pagos cada tres meses. El cambio fue un momento crítico", asegura. El año 2004, InfinitAir acabó con pérdidas. "Pensé que si en 2005 seguíamos así, tendría que cerrar. Luego todo se arregló. Creo que aguantar al menos un año, aunque se tengan pérdidas, es obligatorio". Además reconoce que ajustar las políticas de precios es esencial para darse a conocer en este sector "sensible a ciertos aspectos clave como el precio del combustible".