MADRID. Nadie duda (salvo las compañías tabacaleras, quizás) de que el humo del tabaco es un producto altamente cancerígeno y con mucho riesgo para la salud. Para la salud y para ciertas profesiones (como las incluidas en la hostelería) para las cuales constituye un auténtico riesgo laboral porque deben convivir con él a diario, a pesar de la Ley Antitabaco, aprobada el pasado 1 de enero.El subdirector general de Organización Sanitaria y Técnica de la Dirección General de Inspección de Trabajo, Pablo Páramo, explicó ayer (durante el Foro Control del Tabaco en la Empresa, organizado por el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social), que la mencionada norma "choca" en algunos aspectos con la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.Ambas leyes persiguen los mismos objetivos pero en ámbitos distintos (uno general, para todos los ciudadanos; y otro concreto, para los trabajadores), y aunque pueda parecer contradictorio, no todos se ven protegidos. "La Ley Antitabaco busca la protección de la salud pública, y la de Riesgos Laborales vela por la seguridad e higiene en el trabajo", afirma Páramo. ¿Dónde está el problema? Cuando ciertas profesiones deben convivir con el humo porque es parte irremediable de su lugar de trabajo. El sector de la hostelería es el mejor ejemplo. Páramo afirmó que la Ley Antitabaco contempla la posibilidad de fumar en determinadas zonas de establecimientos hosteleros, debidamente separadas de otras libres de humo. Pero ese humo sí es inhalado por los camareros, barmans, personal de limpieza y demás trabajadores del sector (cercano al millón de personas, según datos del INE).Quizás por este motivo el coordinador del Departamento de Iniciativa Libre del Tabaco de la OMS, Armando Peruga, defendió una legislación más estricta contra el tabaco, que incluya la creación de ambientes totalmente libres de humo en lugares de trabajo cerrados (incluidos bares y restaurantes). Por su parte, la portavoz de Sanidad del PSOE en el Congreso, Isabel Pozuelo, aseguró que la Ley Antitabaco "es una buena ley", y destacó que ha sido socialmente "muy bien aceptada". "Nos hemos equiparado a la legislación europea, con la que teníamos un retraso importante", apuntó. Su homóloga 'popular', María Dolores Pan, aseguró que "no vale con una ley" y que es necesario complementarla con medidas de tratamiento para ayudar a superar la dependencia.Los médicos no se fueron ni mucho menos por las ramas y denunciaron las "múltiples maniobras" de la industria tabaquera para hacer descarrilar la norma. Más barato que un refrescoDurante su intervención, el doctor Rodrigo Córdoba, presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), recordó que algunas cajetillas "llegaron a costar menos que un refresco" para reclutar a los más jóvenes y que el objetivo de las tabaqueras ha sido "hacer creer que la ley genera controversia social y puede tener un coste político". Córdoba lamentó las presiones ejercidas por los vendedores minoristas de tabaco, como quiosqueros, gasolineras y comercios fronterizos, para revisar la Ley y volver a autorizar los puntos de venta. Fue también muy duro con la hostelería, al acusar a este sector de poner todo tipo de trabas en el cumplimiento de la norma y "no hacer las obras para hacer separaciones físicas efectivas". Por último, criticó a "algunos políticos locales", preocupados en hacer "reinterpretaciones torticeras de la Ley" para crear un clima de "controversia" y recomendó a las comunidades autónomas que verifiquen las normas reguladoras y "atender los derechos de los ciudadanos, más que a los sectores económicos manipulados por la industria tabaquera".