Fútbol

Un hat-trick de Suárez mete en la final a Barça a medio gas sin Messi, ni Neymar

    Suárez celebra su primer gol del partido. <i>Imagen</i>: Reuters

    Javier Martín

    El Barça ha certificado su pase a la final del Mundial de clubes gracias a la eficacia goleadora de Luis Suárez. La escuadra que entrena Luis Enrique se medirá el próximo domingo a River Plate. Un pase sustentado en un hat-trick del delantero uruguayo -primero de un jugador en esta competición- ante el Guangzhou chino (3-0). Suárez lideró, junto con Iniesta, a un equipo que salió sin Neymar y sin Messi, afectado a última hora del partido por un cólico nefrítico.

    La goleada fue, sin embargo, mentirosa. Mentirosa no por la superioridad evidente de los blaugrana, sino porque el espectáculo que ofreció el partido fue mucho más pobre que lo que mostró el electrónico de Yokohama, sobre todo en una primera parte carente de cualquier ritmo que hiciera recordar que los de azul (el Barça jugó con su 2ª indumentaria) fueran los vigentes campeones de Europa.

    Y es que el comienzo fue muy aburrido. Rozó casi la narcolepsia. No es que los chinos se replegaran demasiado, es que los culés decidieron competir en el arranque del choque varias velocidades por debajo de lo que es costumbre ya no sólo en las grandes citas, sino en cualquier partido.

    El modus operandi culé se basó en una posesión insípida que amasaba en exceso la pelota, sobre todo en defensa, para buscar los huecos en la zaga rival, pero nunca por fuera, sino por dentro. Ahí la escuadra de Scolari supo secar a Suárez, rodeado casi siempre de tres y hasta cuatro rivales. Sólo Iniesta ofreció soluciones y alternativas a esta jaula.

    Con libertad de movimiento, el '6' se echó el equipo a la espalda y dibujó alguna diagonal interesante para asistir a unos compañeros que sólo despertaron con sus asistencias. Munir aprovechó la primera con un mano a mano que despejó el arquero chino. La segunda, casi deja también mano a mano a Dani Alves, pero de nuevo el portero evitó atento el riesgo para su meta.

    Alves, por cierto, estuvo involucrado en la acción desgraciada del choque. Un empujón involuntario a Zou Zhenk hizo que el lateral zurdo rival se rompiera la tibia y el peroné.

    Fue sólo cinco minutos después, en el 38', cuando el Barça construyó el primer gol de Suárez. Lo hizo gracias a un Rakitic que lanzó un zapatazo desde la frontal del área. El balón salió disparado de su bota dibujando un efecto tan anómalo, que sorprendió al meta contrario.

    Li Shuai sólo acertó a despejar. Ahí Luis Suárez despertó de su letargo para engatillar sin oposición y batir al meta. Gol de alivio. Gol de pillo. Gol típico del uruguayo que se fundió con Neymar en el festejo del gol. Era su forma de mimar a su amigo, ansioso por jugar esta competición donde naufragó con el Santos antes de firmar por el Barça.

    Su alegría, sin embargo, casi se apaga dos minutos más tarde cuando un testarazo peinado de Elkesson acabó en parada salvadora de Bravo. Tras 40 minutos sin tocar bola, sus reflejos evitaron un empate que habría sido sonrojante. El Guangzhou no había hecho nada hasta entonces, aunque no es que el Barça pudiera sacar demasiado pecho.

    Charla, ritmo y gol

    La tendencia cambió definitivamente con la segunda mitad. Luis Enrique tuvo que tocar alguna tecla en el descanso, porque los suyos cambiaron de forma destacada. Lo hicieron con pequeños detalles, suficientes para generar grandes diferencias. Por ejemplo, con la defensa adelanta. También con mayor ritmo o desmarques más rápidos. Y fue así como nació el 2-0.

    Una pared entre Suárez e Iniesta acabó en una magnífica asistencia en profundidad del '6' al delantero. Su control con el pecho y remate sin dejarla caer dibujó una obra de arte con la que despertar del sopor al público y sentenciar el partido. No había más que hablar en un choque que acabó entonces.

    Lo intuyó Scolari, que dejó de dar órdenes desde la banda. Lo intuyeron sus jugadores, que pasaron de la defensa activa a la mera espera pasiva, con buena colocación, pero escasa intensidad.

    Afortunadamente para el espectáculo, los culés no bajaron su motor de fútbol, no volvieron al fiasco del inicio y tuvieron aún tiempo para generar ocasiones de todos los colores. Rakitic tuvo alguna desde lejos mientras Alves subía con más libertad por su costado diestro.

    Una asistencia del brasileño a Munir provocó el penalti del 3-0. Penalti que no debió serlo. Apenas notó el contacto con su rival, el delantero hispano-marroquí se dejó caer. Picó el colegiado y marcó Suárez un hat-trick que demuestra que la delantera del Barça es tan buena, que sólo uno de sus representantes es capaz de sustentar a un equipo top.

    Recordar lo que es capaz de hacer este tridente con todos sus miembros sobre el césped genera más que respeto. Ya sólo queda por saber si podrán medirse a River con los tres sobre el terreno de juego, es decir, si Messi y Neymar llegarán a tiempo para formar de inicio y unirse al héroe de esta semifinal en el último reto culé  que les falta en este brillante 2015: vencer el Mundial de clubes.

    Ficha técnica:

    3 - FC Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Alba (Adriano, m.76); Sergio Busquets, Rakitic, Iniesta (Sergi Samper, m.81); Munir, Sergi Roberto (Sandro, m.72) y Luis Suárez.

    0 - Guangzhou Evergrande: Li Shuai; Zhang Linpeng, Feng Xiaoting, Kim Young-gwon, Zou Zheng (Li Xuepeng, m.35); Paulinho, Zheng Zhi Ricardo Goulart; Huang Bowen, Zheng Long (Yu Hanchao, m.56) y Elkeson (Gao Lin, m.67).

    Goles: 1-0, m.39: Luis Suárez. 2-0, m.50: Luis Suárez. 3-0, m.67: Luis Suárez, de penalti

    Árbitro: Joel Aguilar (ESA). Amonestó a Feng Xiaoting (m.16).

    Incidencias: Segundo partido de semifinales del Mundial de Clubes de la FIFA Japón 2015 disputado en el Estadio Internacional de Yokohama ante 63.870 espectadores. 10 grados centígrados. 50 por ciento de humedad relativa.