Fútbol
El nuevo Bale mejora al Real Madrid, pero desespera a Cristiano Ronaldo
Javier Martín
Gareth Bale se convirtió en la máxima estrella del Real Madrid en el duelo que los blancos jugaron ante el Levante. Y lo fue no sólo por sus dos goles (que también) sino por su nueva disposición táctica y su actitud ante el esfuerzo colectivo. El galés jugó como interior derecho y dejó un importante despliegue físico en defensa y ataque. Durante los primeros 25 minutos fue el líder de los blancos, aunque eso, en alguna acción, acabase desesperando a un Cristiano Ronaldo que se 'topó' con el de Cardiff a la hora de ver puerta.
Lo hizo incluso sin querer. Ejemplo: el 2-0 a favor del Real Madrid. Cristiano Ronaldo engatilló un buen disparo con la diestra que parecía ir rumbo a portería. Bale, sin querer, rozó la bola con el pie derecho y mandó el esférico dentro de la portería de Mariño.
Cristiano (al igual que buena parte del Bernabéu) pensó inicialmente que el gol era suyo, pero la verdad es que la intervención de su compañero fue vital para que el remate acabase subiendo al marcador. La repetición deja dudas de si disparo de CR7 hubiera terminado besando las redes.
No fue tan involuntaria la jugada en la que el portugués remató al palo. La pelota le cayó rechazada a Bale y éste, forzado, se la jugó con un remate que bien pudo haber devuelto a su compañero. CR7 le protestó que no se la cediera una vez más.
Bale también probó fortuna en un par de eslalon en los que no vio al portugués o se la jugó él solo. Fueron puros lances del partido y en ningún caso se puede hablar de exceso de egoísmo (como ocurrió a principios de 2015), aunque ayer a Cristiano Ronaldo todo (o casi todo) le desesperaba y provocaba gestos de malestar, muchos de ellos con Bale como origen.
Bale, un volante más
En todo caso fueron sólo acciones puntuales. Bale actuó contra los granotas como un jugador excelso que recordó mucho al que Ancelotti alaba en sala de prensa, ése que ante el Bayern de Múnich o el Barça en la final de Copa del curso pasado regaló lecciones de cómo ser el interior perfecto para replegar a las mil maravillas y correr a la contra como alma que lleva el diablo.
Gracias a esta predisposición solidaria con el grupo, el Real Madrid volvió a usar el 4-4-2 como dibujo fundamental sin que la BBC tuviera que disolverse. Y el resultado de su sacrificio fue un Madrid muy metido en el choque que jugó de nuevo a gran nivel durante el primer tercio del encuentro.
¿En qué ayudó Bale a esta excelencia? En primer lugar, a la mera acumulación de jugadores en la medular. Con el centro del campo más protegido, el Real Madrid jugó más arropado, sin sensación de brechas entre sus líneas.
La defensa lo notó y lo notó el doble pivote. Luka Modric y Lucas Silva apenas tuvieron que multiplicarse en ayudar a las coberturas de los costados, y eso se tradujo en un menor desgaste físico y más frescura para circular el esférico. Especialmente fructífera fue la 'relación' entre Modric y Bale. El croata fue el hombre del que más veces recibió el balón (12 pases) junto con Carvajal (10).
Isco también agradeció la presencia de Bale en la media. También tuvo que correr menos hacia atrás y encontró en él un buen compañero para descargar el balón en jugadas en ataque.
Con Carvajal se entendió a las mil maravillas e incluso Benzema y Cristiano salieron beneficiados al tener más libertad y espacios para sus desmarques.
El problema es que a Bale le duró esta nueva posición los antes citados 25 minutos. Pasado ese tiempo, no sabemos si por deseo propio u orden de Ancelotti, volvió a jugar casi de extremo y, casualmente, el Levante pasó a dominar el balón frente a un Real Madrid que dio muestras de cansancio y que se descosió algo más sin su goleador en la media.
La segunda mitad fue harina de otro costal. El Real Madrid jugó más cómodo sin la presión rival y el partido trascurrió con Bale alternando el interior y el extremo sin demasiadas consecuencias negativas o positivas para su equipo.