Fútbol
La caza atlética de tobillos culés
El empate a uno entre Barça y Atlético de Madrid fue un espectáculo futbolístico propio de la mejor competición de clubes del mundo. Culés y colchoneros dieron con el nivel que se le supone a la Champions en un choque de estilos. De posesión y movilidad el barcelonista, intenso y táctico el atlético.
Una batalla en toda regla con muchas y diferentes fases. Los primeros 30 minutos (hasta la lesión de Costa) el duelo fue rojiblanco. La presión de los atacantes del Atlético a la zaga del Barça generó un puñado de ocasiones que bien pudieron acabar en goles madrileños.
Luego, sin Costa sobre el césped, el ritmo bajó en los visitantes y el Barça logró generar peligro. Ya en el arranque de la segunda parte, la bola fue culé, pero el gol, atlético.
El tanto de Diego Ribas espoleó a un equipo, el de Martino, que metió a su enemigo en el área de Courtois hasta que Neymar hizo el empate. Diversas fases que, con todo, estuvieron acompañadas de una misma dinámica durante los 90 minutos: las patadas del Atlético de Madrid.
Porque la consigna que tenían anoche los rojiblancos era algo 'Luisista'. Decía Aragonés que había momentos en los que el rival no podía pasar. "Hay que frenarlos por lo civil o por lo criminal", comentaba en referencia al uso de las faltas cuando era necesario.
Y el Cholo, como buen heredero del espíritu del 'Sabio', lo aplicó a la perfección en sus muchachos. Cada jugada en la que un jugador del Barça se marchaba del Atlético, ahí aparecía un agarrón un empujón o una patada para evitar la fluidez del juego blaugrana.
Fue, además, un acoso inteligente, esto es, las faltas se repartían. Si primero la hacía Arda, luego le tocaba a Koke, después a Tiago y más tarde a Gabi. Así, hasta repartirse el esfuerzo y, por lo tanto, las miradas del árbitro. De esta manera el Atlético evitaba que un sólo futbolista viera amarilla por acumulación de infracciones.
El problema llegó cuando la gasolina en los pulmones del Atlético desapareció. Las faltas y entradas empezaron a llegar cada vez más tarde y, como consecuencia, las botas de los defensas madrileños empezaron a golpear con dureza las piernas de sus contrarios.
Un recital de entradas por momentos violentas que molestó a los jugadores del Barça y en especial a Neymar, Iniesta o Alexis, los hombres que más sufrieron las entradas rojiblancas.
Sea como fuere, el colegiado del encuentro estuvo duro en sus sanciones y llegó a mostrar hasta seis amarillas, lo que pone en peligro a varios hombres de Simeone de cara a una hipotética clasificación para semifinales de la Champions League.