Fútbol
El golpe de Estado de los jugadores surte efecto y el Barça recupera su estilo
Sucedió hace ya algunas semanas. Después de un par de partidos en los que el Barça no terminaba de convencer y antes de perder frente al Athletic de Bilbao en San Mamés, los jugadores culés decidieron dar una suerte de 'golpe de Estado'.
Se reunieron con el Tata Martino para llegar a un pacto. El bloque volvería a los métodos tradicionales de entrenamiento y filosofía futbolera que mantenían con Guardiola y Tito Vilanova y, a cambio, ellos defenderían públicamente a muerte al técnico argentino. Nada de críticas o dudas.
Así sería el nuevo Barça. Martino accedió y los resultados empiezan a salir a la luz. El equipo blaugrana vuelve a dar la sensación de ser el que era.
Ayer, frente al Celtic de Glasgow, el Barça volvió a jugar como antaño, con la posesión y la paciencia como señas de identidad, con rapidez en la circulación del balón y triangulaciones aceleradas que volvían loco al rival.
Si a ello le unen una defensa adelantada y una presión constante, el resultado es una goleada de escándalo (6-1) y la sensación de que volver a ser lo que antes era este equipo no es, en realidad, tan complicado. Sólo hace falta apostar por lo que siempre ha funcionado y renunciar a mezclas que no casan con el ADN de este equipo.
"El estilo es innegociable", comentó este martes en sala de prensa Busquets. Más claro no se puede decir. El canterano fue, precisamente, uno de los hombres más destacados anoche.
Lo fue no sólo porque se mueve como pez en el agua con la presión adelantada, sino porque la pelota apenas volaba por encima de su cabeza.
El Barça no recurrió al pelotazo y eso lo agradeció una medular en la que la presencia de Sergi Roberto fue la gran novedad en lugar de Iniesta. Que el canterano haya sido dos veces titular después de esta suerte de 'rebelión' es también destacable como lo es que los jugadores clave empiecen a tener descanso. Ayer Cesc e Iniesta tuvieron tiempo para tomar oxígeno. Lo agradecerán.
También llamó la atención la presencia de Neymar "donde más me gusta jugar" (como reconoció él mismo). En el centro, en el lugar de Messi, el brasileño brilló. Cero experimentos con el futbolista tirado a un costado, como le sucede cuando está el argentino.
Un cúmulo de circunstancias que hace que los aficionados culés sean optimistas. Si se mantiene este estilo quizá el Barça pueda, de nuevo reverdecer las noches de gloria de antaño. Al menos, si no lo hace, sabrá que no es porque haya traicionado el método que le ha hecho grande en los últimos años.