De Prosinecki a Bale: fichajes del Real Madrid tocados por la desgracia
El caso de Gareth Bale y sus problemas físicos (fichó por los blancos aunque se le detectó una protrusión en la espalda durante el reconocimiento) recuerda a algunos casos famosos de futbolistas fichados por el Real Madrid por elevadas cantidades y con fama de futuras estrellas que, por dolencias físicas, acabaron como fiascos sonados.
Robert Prosinecki
Es quizá el más conocido de todos. Este ex jugador croata aterrizó en el Real Madrid en 1991 después de haber sido nombrado mejor jugador del Estrella Roja que ganó la Copa de Europa ese mismo año. Su fichaje estuvo marcado por la polémica. En aquellos tiempos las federaciones comunistas no dejaban salir a sus jugadores antes de los 25 años.
Tal y como cuenta, Miguel Gutiérrez, en su libro 'Parecía un buen fichaje', Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid en aquellos tiempos, presionó y llevó el caso hasta la UEFA para conseguir que la federación yugoslava le diera el permiso pertinente para jugar en España. Tras meses de tensión, el organismo falló a favor del Real Madrid y, previo desembolso de una nutrida cantidad económica (fue el fichaje más caro de la historia del Real Madrid con 400 millones de pesetas -2'4 millones de euros-) acabó en el Bernabéu.
Aquella presión, el inicio de la guerra de los Balcanes y su afición por la vida nocturna acabó debilitándolo físicamente hasta protagonizar una cadena de lesiones musculares que acabaron apartándolo del Bernabéu. "Yo quería chutar fuerte, pero la pierna no me respondía", dijo entonces el jugador que, en 1998, con su selección, llegó a coronarse como tercer mejor equipo del mundo tras vencer a Holanda el campeonato de Francia.
Fernando Redondo
Su llegada al Santiago Bernabéu estuvo llena de fama y gloria. Junto con Michael Laudrup, fue la incorporación estrella del Real Madrid en aquel verano de 1994. Sin embargo, y aunque su rendimiento final sí que fue bueno, el argentino comenzó con mala suerte su periplo como jugador blanco.
En pleno debate sobre si debía ser él o Luis Milla el encargado por ocupar el mediocentro (sólo jugaba uno en el rombo de Jorge Valdano), Redondo se lesionó su rodilla y acabó fuera de los terrenos de juego durante casi el resto del campeonato. Pese a ello, logró reaparecer en el tramo final hasta convertirse en una pieza clave de futuros éxitos como la Séptima y Octava.
Jonathan Woodgate
Es otro de los casos más sonados de la historia reciente en el Real Madrid. Acosado por los problemas en defensa (los blancos todavía viven en un eterno debate sobre la figura del defensa central), la dirección deportiva blanca se lanzó a la contratación del joven Jonathan Woodgate, procedente del Newcastle inglés por 18 millones de euros.
La temporada anterior, el zaguero había firmado 25 partidos en toda la temporada. Se había perdido algunos duelos por una lesión que en el Real Madrid creyeron recuperable rápidamente. De hecho, aterrizó en Madrid todavía en plena fase de recuperación. Sin embargo, lo que iba a ser una dolencia de sólo unas semanas acabó convirtiéndose en un problema de grandes dimensiones.
Woodgate recayó una y otra vez en sus dolencias musculares. Su primera temporada en la capital acabó en blanco. En la siguiente sólo disputó diez partidos con un gol a favor y dos marcados en propia puerta. Al verano siguiente el Real Madrid no tuvo más remedio que dejarlo salir rumbo al Middlesbrough, eso sí, sin apenas recuperar la inversión inicial realizada en él.
Ricardo Kaká
Es quizá el caso de mayor impacto económico. Kaká fichó por el Real Madrid el verano de 2009 por una cantidad cercana a los 60 millones de euros y un sueldo de 10 millones netos por temporada (unos 12,5 brutos por campaña). Sus primeros meses de blanco trascurrieron por la senda de la normalidad, hasta que empezó a notar molestias físicas entrado el 2010. El jugador se negó a operarse de los problemas de pubis que arrastraba con tal de estar en el Mundial de Sudáfrica.
Después del campeonato, y tras disfrutar de sus vacaciones, Kaká se operó y estuvo cerca de medio año fuera de los terrenos de juego. Nunca volvió a ser el mismo.
El brasileño llegó a tener pequeños fogonazos de calidad, pero siempre naufragaba. Él, mientras, se negaba a salir del club debido a que ningún otro equipo le pagaba lo que él quería. Este verano, finalmente, se ha ido al Milan sin que el Real Madrid perciba nada a cambio. En San Siro se ha vuelto a lesionar, aunque allí, a diferencia de Madrid, se ha autosuspendido el salario hasta que no esté de nuevo a tope.
Nuri Sahin
El Real Madrid invirtió en él 10 millones de euros. Su fichaje se consideró como todo un acierto, toda vez que llegó al equipo después de ser nombrado el mejor jugador de la Bundesliga. El problema es que Sahin firmó su contrato con una dolencia en la rodilla que lo apartó constantemente de cualquier opción de competir al mismo ritmo que sus compañeros.
Tras una temporada casi en blanco, Mourinho le dio vía libre para irse al Liverpool primero y al Borussia Dortmund, después. El conjunto alemán lo repescó el curso pasado. En el Singidum Arena ha recuperado, de nuevo, los galones que tuvo antes de jugar en el Paseo de la Castellana.
Hamit Altintop
Ha sido la última incorporación entre algodones del Real Madrid. El jugador turco llegó a Concha Espina procedente del Bayern de Múnich. Fichó por cero euros (no renovó con los bávaros) como parte del acuerdo de Sahin. Ambos compartían representante. Si Altintop no jugaba con los blancos, tampoco lo haría Sahin. Mourinho y el club accedieron. Su salario (cerca de 3,5 millones de euros limpios) fue el peaje que se abonó por su llegada.
Sin embargo, él, al igual que Sahin, fichó estando lesionado. Sin embargo, su actitud fue diferente. Al igual que ahora ha hecho Kaká, el turco se autosuspendió de sueldo hasta que no debutase. Lo hizo en Champions, a finales de septiembre de 2011.
Un gol al Sevilla y algún partido desafortunado contra el Barça fueron su máximo legado. Abandonó el Real Madrid sin pena ni gloria, eso sí, después de que el Galatasaray dejara en las arcas merengues casi cuatro millones de euros. Al menos en esta operación, los blancos no perdieron dinero.