Fútbol
Cesc vuelve a desinflarse y se convierte en víctima de la revolución del Barça
El Barça ha cambiado. Y parece haber cambiado para mejor. El equipo culé inició el pasado martes, ante el Milán, una suerte de revolución con la que no sólo remontó la eliminatoria de Champions League, sino que también consiguió disipar fantasmas y encontrar una nueva senda con la que regenerar su fútbol. Movimientos en los que un hombre fundamental del equipo ha salido perjudicado. Cesc Fàbregas va camino de ser el sacrificado y repetir, de nuevo, la suplencia que lo condenó en el tramo final de la última campaña.
Y eso que Cesc no es el único que ha sufrido este año. Nombres como Villa, Tello o Alexis se habían convertido, hasta las últimas semanas, en los sacrificados por los métodos de Tito Vilanova y Jordi Roura. Ambos técnicos decidieron, a principios de temporada, apostar por un dibujo muy definido: 4-3-3 con Iniesta como extremo y Cesc Fàbregas como interior por el costado izquierdo.
Esta modalidad permitió al Barça mejorar la posesión y ser un equipo más creativo. Sin embargo, poco a poco, según avanzaban los partidos, el método se desgastó. Los rivales le cogieron el truco y sus protagonistas, agotados por la falta de rotación, empezaron a jugar de forma muy predecible.
Fue entonces cuando los pitos emergieron en un Camp Nou cansado de ciertas actitudes en algunos de sus jugadores. Estamos hablando de Cesc Fàbregas. El público blaugrana había dictado sentencia. Quería un cambio. Quería que entrara Villa en lugar del canterano.
Y es que el asturiano parecía que podría aportar lo que el catalán no daba al equipo: gol y profundidad. Si a ello se une la falta de acierto individual de Cesc en las citas clave (marcó en el Bernabéu, pero desapareció en el resto de partidos vitales del mes de febrero), la decisión para Vilanova y los suyos parecía fácil: había que cambiar al mediapunta.
Fàbregas desapareció del equipo el martes. No jugó ni un minuto y, para colmo, su sustituto, Villa, fue el héroe de la noche en una posición, la de nueve, donde antes pululaba el propio Cesc. Semejante exhibición y la inercia cambiante de ambos protagonistas parece llamar a una suplencia prolongada del segundo en beneficio del primero. Duro golpe justo en la temporada en la que parecía que iba camino de ser lo que él quería: pieza clave en el Barça.
Los paralelismos con respecto a la temporada pasada, con todo, son evidentes. Fábregas comenzó siendo un hombre clave en el buen arranque del equipo culé con Guardiola al frente. Sin embargo, al cabo de un puñado de meses, y sin el fuelle inicial, Pep decidió suprimir la presencia de Cesc del once para darle más solidez al equipo. Su participación en partidos como las semifinales de la Champions ante el Chelsea o los Clásicos frente al Real Madrid fue decepcionante. Algo similar a lo que sucede en la actualidad.