Fútbol
El Bernabéu idolatra a Varane por ejercer anti-Messi y Cristiano Ronaldo a la vez
El madridismo ya tiene un nuevo ídolo. No es un delantero. Ni siquiera un centrocampista creativo o un lateral portentoso. No. Es defensa central y apenas tiene diecinueve años. Pese a este DNI, Raphael Varane ha conseguido meterse en el bolsillo a la afición del Real Madrid y lo ha hecho en un único partido. Pero qué partido.
La exhibición del galo en el Clásico de Copa frente al FC Barcelona acabó haciendo que el Bernabéu gritase al unísono su nombre, una hazaña sólo al alcance de unos pocos héroes como Cristiano Ronaldo, Casillas, Ramos u Özil, por citar los pocos futbolistas que esta temporada han recibido este honor.
Pero Varane se lo ganó a pulso. En concreto, por un pulso: el que mantuvo durante todo el partido contra Leo Messi. Y, por raro que suene ésto, el ganador no fue el barcelonista. Fue el madridista. Una y otra vez el mejor jugador del planeta en las últimas cuatro temporadas encaró al talludito zaguero blanco. Y una y otra vez el resultado fue el mismo. Varane ganaba la partida y lo hacía con limpieza, sacando la bola sin que mediara falta y con claridad suficiente para que no hubiera opción a una segunda jugada. Impecable.
El derroche del francés, con todo, fue mayor todavía en la segunda parte, cuando el Real Madrid se partió en dos fruto de su desgaste físico y sus problemas para tirar adelantada la línea. Los balones milimétricos de la medular culé a la espalda de la zaga madridista crearon un buen puñado de problemas. En dos de aquellas ocasiones, la bola le calló a Leo Messi.
Con una autopista hacia la portería de Diego López, en ambas acciones el Bernabéu contuvo el aliento. Sabiendo lo que había sucedido en cursos anteriores, se mascaba la tragedia. O era gol o era gol.
Pero entonces, casi sin saber de donde, salió él, para conseguir lo que parecía imposible. Primero, ganar en un sprint a Messi partiendo con desventaja. Segundo, robarle la pelota tirándose al suelo y hacerlo, para colmo, sin rozar al futbolista, logrando que el esférico terminase lejos de su alcance pero sin falta, sin margen para la protesta o el enfado culé.
Nadie en Madrid se lo creía. Los aficionados estaban viendo lo que ningún humano hubiera apostado antes del encuentro: existía un Anti-Messi y, para colmo, era un suplente habitual del Real Madrid.
Siendo esta gesta relevante, lo que realmente terminó de culminar el endiosamiento de Varane fue su gol. En un duelo en el que Cristiano Ronaldo no fue Cristiano Ronaldo (al menos el de las últimas jornadas), fue el nuevo ídolo blanco el encargado de hacer de marcar un tanto que puede valer oro de cara al choque de vuelta.
Él, mientras tanto, en zona mixta, se restaba mérito pese a haber sido el jugador del Real Madrid más joven en ver puerta en un Clásico. "Quiero dar lo máximo al Real Madrid y para ello intento dar lo mejor sin ponerme una presión demasiado grande", comentó tras el choque. Palabras que suenan a filosofía 'made in' Zidane.
Que Zizou sea su consejero le ayudará para convertir su reinado de un día en un reinado duradero. Tiene tiempo para ello. Casi 20 años no es nada, que diría Gardel.