Fútbol

El día que Leo Messi negó la palabra a Cristiano Ronaldo en un encuentro privado

    Messi y Cristiano, en la vuelta de la Supercopa de agosto | Reuters


    El Real Madrid y el Barça vuelven a encontrarse. Cristiano Ronaldo y Leo Messi vuelven a eclipsarlo todo. Son cosas de los gigantes del fútbol. Colosos que traspasan los límites del presente para ser historia viviente del balompie y dar lugar a un partido dentro de otro partido, a una batalla dentro de otra batalla.

    Ambos compiten en una Liga aparte, la de querer ser los mejores del planeta temporada sí, temporada también. Se retroalimentan. No saben vivir el uno sin el otro porque saben que, sin su rival, la motivación que le imprimen a cada balón, a cada sprint, no sería la misma.

    De ahí que, desde que coincidieron por primera vez en la liga española, sus cifras no hayan parado de aumentar. Cada año parece más increíble que el anterior, pero menos que el siguiente. Hacía décadas que no se veía nada igual en el planeta fútbol.

    O quizá sí. Porque, más allá de las cifras, el pique entre Cristiano Ronaldo y Messi mantiene un paralelismo con otros casos. Un 'tic' visto una y mil veces en esta y otras disciplinas.

    Hablamos de la relación personal entre portugués y argentino. O mejor dicho, la no relación personal. Ninguno de los dos se entiende con el otro. No hay cordialidad. No es novedad. No es la primera vez que dos astros se repelen fuera y dentro de los campos. Ni será la última.

    Y Cristiano rompió el hielo

    En este duelo de simpatías, la habitual imagen de persona poco cercana, de hombre desagradable y algo altanero se la ha llevado siempre Cristiano Ronaldo. Sin embargo, la realidad de los hechos habla de un cambio de posiciones. Mientras que el madridista parece estar relajando su perfil, el culé empieza a endurecerlo.

    Los últimos acontecimientos protagonizados por ambos así lo demuestran. Echemos la vista atrás. Madrid, verano de 2012. El Real Madrid acaba de ganar la Supercopa de España y todos los contendientes se saludan en el centro del campo ¿Todos? No. Cristiano Ronaldo y Leo Messi se rechazan. Se niegan a decirse ni tan siquiera un "buena suerte" o un "enhorabuena" con el que cerrar de forma deportiva el encuentro. Empate a malos humos.

    Siguiente parada: septiembre de ese mismo año. El Real Madrid y el Barça copan la gala de inicio de curso de la UEFA. Ambos futbolistas han sido invitados al acto junto con Andrés Iniesta. Uno de ellos será galardonado como mejor jugador de la temporada anterior para el organismo europeo. Entonces se produce lo inesperado.

    Los tres se ven, de repente, reunidos en una sala común donde esperan para salir al escenario. No hay nadie más. Solo ellos. Según cuenta este miércoles 'El Mundo', la situación fue tensa. Hasta que alguien rompió el hielo. Cristiano Ronaldo miró a Messi y le preguntó por sus últimas actuaciones. Messi respondió. Iniesta continuó y, sin quererlo ni beberlo, comenzaron una corta pero amigable charla futbolera.

    Punto para Cristiano. El gesto, afirma este rotativo, sorprendió a los futbolistas culés. Era la primera vez que veían a CR7 cercano y amable. No era la norma.

    El siguiente duelo llegó en octubre, cuando el Camp Nou recibió el primer Clásico de la temporada. Ahí no hubo encuentro, roce o anécdota. Ahí sólo hubo fútbol. Y qué fútbol. Messi hizo un doblete y Cristiano otro. Espectáculo de gran escala.

    Messi y su frialdad en Zúrich

    Por cosas como éstas ambos fueron nominados al Balón de Oro de ese año. También Iniesta apareció en la gala. Se repetía la foto de septiembre, pero no el ambiente. En Suiza no hubo cordialidad. Hubo tensión. Y en esta ocasión no fue Cristiano el que puso las malas caras. Fue Messi el que tomó el papel de 'chico malo'.

    Según El Mundo y con el antecedente anterior, el portugués trató, otra vez, de repetir su gesto. Pero el argentino lo evitó. Trató de no cruzar palabra con él. Se mostró menos receptivo. Lo hizo incluso cuando subió al atril para recoger su premio.

    "Quiero felicitar también a Iniesta", comentó ante medio mundo. Cristiano fue olvidado. Messi pidió perdón más tarde. "Estaba nervioso. Se me olvidó mencionar a Tito Vilanova y Cristiano Ronaldo", se excusó.

    Para muchos, sin embargo, la anécdota no es casual. Se trata de una prueba de que Messi está evolucionando en su carácter. Ya no es el chico ultrabueno de antaño. Con el paso del tiempo, su carácter se está haciendo más tosco. Algo que no es ni mejor, ni peor. Simplemente distinto.

    Incidentes como sus broncas con Villa o algunas protestas arbitrales que le han valido alguna tarjeta este año demuestran que Leo está cogiendo más galones y le exige más al resto. Algo que le hace protagonizar gestos que antes parecía imposible que tuviera.