Fútbol
Iker Casillas es más feliz en la Selección Española que en el Real Madrid
Iker Casillas ya sonríe. Lo hace, eso sí, en Las Rozas. La concentración de la Selección Española para los próximos partidos de clasificación de cara al Mundial de Brasil le han mudado el gesto. Adiós a la frialdad del Real Madrid. Adiós a una 'casa' llena de líos en la que se duda incluso de su amor por el club. El mejor portero del mundo es más feliz en 'La Roja' que en equipo de toda la vida.
Lo demuestran las fotos y sus gestos. Lo demuestra el grado de colegueo que se despliega en las sesiones de entrenamiento en las que la prensa puede ver el trabajo de Del Bosque y los suyos.
Iker es otro. Parece un futbolista nuevo. Con los campeones del mundo y de Europa encuentra la paz y tranquilidad que no tiene en el Real Madrid.
La entidad merengue es un conjunto de clanes en el que, de puertas hacia adentro, existen diferencias importantes que dan lugar a roces que nunca han surgido en España. De hecho, el único problema que se ha conocido en los últimos años surgió a propósito del propio Real Madrid, cuando Mourinho desplegó un estilo tenso en los Clásicos que acabó minando los ánimos entre culés y merengues en el seno del vestuario español.
Aquello pasó, Iker le pidió perdón a Xavi y los capitanes de 'La Roja', amigos desde su adolescencia, unieron sus lazos hasta convertirse en mejores colegas de lo que lo eran antes. El portero ha pulido incluso su unión con compañeros de vestuario en el Santiago Bernabéu. Ramos y Casillas se sienten más cercanos que nunca desde que los dos compartieron criterio y responsabilidad en esta suerte de guerra civil entre blancos y blaugranas.
La conclusión es clara. La palabra brecha no existe en las entrañas de la mejor selección del mundo en la última década. Todos reman en la misma dirección y si existe alguna disensión, por mínima que sea, se soluciona con el diálogo y los galones de sus capitanes.
Nadie replica a Casillas. Nadie lleva la contraria a Xavi. Y lo hacen más que por jerarquía, por lógica y sentido común. Ellos, dicen el resto de los internacionales, no acaudillan voluntades, sino que aúnan criterios y deseos. Y eso, en un equipo con 23 estrellas mundiales es complicado. Se valora muy en positivo.
La figura de Del Bosque
Para colmo, el entrenador no se mete en el área de influencia de los jugadores. Vicente del Bosque tiene mano dura, pero no la reclama como una cualidad básica, sino que la ejecuta con sutileza de cirujano. Su fama habla de un hombre blando. Ni mucho menos.
El salmantino no se deja intimidar, pero tampoco intimida al resto. El propio Casillas lo probó en sus propias carnes cuando, en el Real Madrid, le apartó del equipo justo antes de que se jugase la final de la Champions en 2002. Iker todavía acusa al preparador de querer "limpiarlo" del conjunto merengue. A Vicente no le importa. Sigue creyendo que aquella decisión fue correcta y no guarda rencor a su capitán por semejante acusación.
Del Bosque, en definitiva, se sabe adaptar al grupo y, para colmo, es una "excelente persona", insisten sus chavales. Una personalidad diferente a la de Aragonés, pero similar en el objetivo final de sus acciones: adaptarse a un grupo con un gigantesco salto de edad entre entrenador y entrenado. El primero se ganó al grupo con sus chascarrillos y bromas amén de su sabiduría futbolística. El segundo lo ha hecho con su humildad y tono paternalista.
Un panorama que dista, y mucho, del que Iker puede ver en el Real Madrid y más en los últimos tiempos. Tal y como contaba EcoDiario.es este martes, el arquero se siente lastrado anímicamente por las circunstancias que rodean al club. Desde los egos de sus compañeros, hasta los roces con Mourinho pasando por cuestiones institucionales o problemas con la prensa.
Como cuenta Julián Ávila en Sportyou, al mejor portero del mundo le empieza a pesar más el brazalete de capitán del Real Madrid que el de una Roja que se ha construido a su imagen y semejanza. También a la imagen de 23 jugadores con los que siente algo más que compañerismo. Es amistad. Es, en algunos casos, casi hermandad. De ahí que cada retorno de Casillas a Las Rozas sea su particular momento de relax, ése que no encuentra a diario ni en Valdebebas, ni en el Real Madrid.