Fútbol
El día que Carles Puyol decidió dejar el fútbol por culpa de sus lesiones
Carles Puyol no guarda una buena relación con las lesiones. Esta misma temporada el central ha tenido tres reapariciones que se han frustrado con tres nuevas dolencias. Es una vieja historia conocida que hace no mucho tiempo estuvo a punto de frustrar su carrera. El 'tarzán' del Barça estuvo a punto de retirarse hace dos temporadas.
Ocurrió en la temporada 2010-2011 cuando un problema en la rodilla derecha (su maldita rodilla derecha) le volvió a tener fuera de los terrenos de juego por un periodo prolongado de tiempo. Aquello debió haber sido una simple dolencia más. Nada que no se superase en apenas tres o cuatro semanas de preparación al máximo. Pero algo fue mal. Su cuerpo no reaccionaba. El dolor persistía y el ánimo de Puyol también.
"Todos los días al despertarme lo primero que hacía era el movimiento para ver si la molestia seguía allí y no había desparecido. Después de cuatro meses tuve que pasar finalmente por el quirófano. (...) El día después de la intervención ya empezamos la recuperación. Otra vez sesiones de mañana y tarde para estar lo antes posible recuperado, pero la molestia seguía allí. En esos momentos se te pasan muchas cosas por la cabeza. Te planteas la posibilidad de que quizá no vuelvas a jugar nunca más", revela el propio jugador en una publicación del portal 55dslstories.com
Aquellos días el futbolista estuvo a punto de tirar la toalla y de decir que no seguía. Que lo dejaba. Que había llegado su día. Habría sido una sorpresa. Nadie en el club conocía su estado. Sólo un hombre. Su recuperador físico, Juanjo Brau. Ante su desesperación Brau le propuso cambiar el escenario de la recuperación para desestresar al futbolista y Puyol respondió: "Ibiza". La idea no gustó al recuperador, pero el milagro se obró.
"Él no lo veía muy claro porque mucha gente relaciona Ibiza con fiesta pero por suerte le convencí. Nos fuimos con mi hermano y mi mejor amigo y seguimos entrenando allí mañana y tarde hasta que las cosas parecía que iban mejorando y decidimos que era el momento de empezar a correr: la prueba de fuego. (...) Conseguí hacer toda la sesión completa sin dolor. Por fin descubrí que podía seguir compitiendo al máximo nivel", relata el central.
Aquella sesión, afirma, aquellos 55 minutos fueron, seguramente, los más importantes de su carrera. Sin ellos hoy no estaría en el Barça. Sin ellos, uno de los mejores centrales de la historia del fútbol español habría colgado la botas definitivamente.