Fútbol

Lo que el reproche esconde: Messi, Villa y la relación entre estrella y eclipsado

    Villa y Messi celebran un gol en Getafe | Reuters


    El Barça empieza a estar mediatizado por una imagen que pronto se convirtió en noticia. La escena de Leo Messi abroncando con dureza a David Villa dio la vuelta al mundo con la velocidad de las noticias que llaman la atención. Por infrecuente y por sus protagonistas. No es frecuente ver al argentino enfadado. No es frecuente que todo un campeón del mundo soporte los reproches intensos de un compañero de fatigas.

    Aquello sucedió el pasado sábado y ambas partes trataron de sofocar el incendio a toda velocidad. Primero, dentro del vestuario culé. Messi pidió perdón a Villa al poco de acabar la primera parte.

    Eso es, al menos, lo que han filtrado fuentes cercanas al asturiano. Más tarde, el 10 culé apareció ante los medios de comunicación para hablar de simples roces de equipo. Roces de rutina, vaya. El 'Guaje' apuntó a razones similares. Gajes del oficio, vino a resumir.

    Sus palabras, las de los dos, no pudieron, sin embargo, esconder otros signos que apuntaban a una dirección contraria a la del buen rollo. Ni Villa, ni Messi se dirigieron la palabra cuando, al final del partido, los futbolistas culés celebraron con furia el triunfo frente al Granada. La victoria, sufrida, fue seguida de abrazos y felicitaciones. Se había pasado el mal trago. Orgía de gestos en los que no participaron nuestros protagonistas. O al menos no participaron entre sí como con otros compañeros.

    La bronca de la primera parte había dejado cicatriz.

    Primeros avisos: 2011

    Es la lógica de las relaciones humanas. Ha pasado en muchos otros equipos y entre jugadores que mantienen excelentes relaciones. El ejemplo del Puente Aéreo lo demuestra. Ramos y Casillas han tenido en ocasiones sus más y sus menos, pero siempre se han solucionado. Sin embargo, en el caso del argentino y el español, hay una intrahistoria que desvela que no todo son sonrisas hacia Messi en el Camp Nou.

    Según fuentes cercanas a David Villa, al delantero español no le gusta el trato excesivamente privilegiado que en ocasiones recibe su compañero por parte de buena parte del entorno del Barça, bien sean jugadores, técnicos, directivos o prensa. Messi es intocable y como tal, nada se le puede discutir, tal y como ocurrió en el terreno de juego frente al Granada.

    Ya hace cuestión de un año, en noviembre de 2011, antes de que saltara a los medios de comunicación cualquier posible divergencia entre ambos, el diario Superdeporte de Valencia publicó los recelos que ya empezaban a emerger entonces. Villa entendía que Messi no era tan generoso con él como él lo era con Messi.

    Para colmo, no entendía por qué Guardiola le protegía tanto a la hora de jugar o de realizar determinadas funciones tácticas dentro del terreno de juego. Mientras que Leo gozaba del poder de jugar siempre sí o sí, sus compañeros de vestuario debían esperar turno aunque no terminasen de comprender sus suplencias.

    Suplencias que, en el caso de Villa, comenzaron a hacerse prolongadas. Para colmo, el asturiano siempre era el primer sustituido aunque el partido estuviese resuelto. ¿Y Messi? jugando todos los minutos de todos los partidos.

    Sin solidaridad hacia los indignados

    Aquella información fue recibida con recelo en el entorno culé y se disipó acallada por un entorno que prefirió mirar al lado bueno del grupo que a las rencillas personales. Filosofía Pep en estado puro. El técnico salió en varias ocasiones a sala de prensa a defender a Villa. Aquí paz y después gloria.

    Sin embargo, de puertas hacia adentro siguieron los acontecimientos. Días antes de que llegara la lesión del español se dio a conocer la opción de que fuera vendido. Era una de las exigencias que Guardiola habría puesto sobre la mesa para continuar. Ésa y la marcha de Alves y algún que otro pesado del vestuario culé.

    Villa pasó a formar parte de la nómina de los futbolistas indignados con su gestión del vestuario y aquello no gustó al técnico de Santpedor.

    Situación en la que Messi, lejos de alentar a sus compañeros, se mantuvo al margen, todo lo contrario que pesos pesados como Xavi, Puyol o Iniesta, quienes trataron de hacer vestuario y evitar las diferencias entre las partes. Esa distancia del argentino no gustó al 'Guaje'. Eso no era hacer equipo.

    El compromiso de Villa

    Su lesión acalló estas tensiones. Era tiempo de ponerse a punto. Sin embargo, el retorno del verano y de Villa a la actividad han vuelto a hacer salir estos problemas que apuntan a la sobreprotección de la megaestrella culé por cuanto se le conceden caprichos que otros compañeros no tienen.

    Que la prensa y el entorno del Barça se haya lanzado a proteger a Messi en la acción del sábado ha sido la última gota de un vaso que empieza a colmarse. Si hubiera sido al contrario, entienden en el entorno de Villa que se habría visto con otros ojos el problema. Seguramente se le habría criticado mucho más que lo que se ha hecho con Messi.

    Roces que no hacen que la sangre llegue al río. Villa entiende que su posición no es trascendente. El equipo debe prevalecer por encima de cuitas personales.

    Ha sido su filosofía y va a ser siempre así, lo cual no le excluye de tener sus propias opiniones sobre sus compañeros y sobre un Leo Messi al que ve como una estrella un peldaño por encima de él y del resto, algo que, siendo cierto en el rendimiento, no debería, entiende, ser así en el trato de un equipo que se jacta de la humildad e igualdad entre sus miembros.