Fútbol

Cesc Fábregas: del divorcio con Pep Guardiola a la euforia con Tito Vilanova

    Cesc quiere recuperar las sensaciones del pasado verano | EFE


    Hace apenas un año Cesc Fábregas aterrizaba en el FC Barcelona con un nombre colgado de sus labios: Pep Guardiola. Las palabras de agradecimiento hacia el entonces técnico culé se repetían por doquier. Él y sólo él parecía ser el artífice de tan deseado regreso. Algo más de 365 días después, todo ha cambiado. El conjunto blaugrana tiene nuevo técnico y el de Arenys es, precisamente, uno de los jugadores que más lo ha celebrado.

    Es la consecuencia de un divorcio enquistado y felizmente resuelto para el mediocampista con la llegada de un entrenador que le hace más feliz. Tito Vilanova ha devuelto la sonrisa a su cara.

    El cambio de Pep

    Todo comenzó cuando, a mediados de la pasada temporada, Guardiola empezó a exigirle a Cesc una mayor firmeza táctica. Dicho de otra forma, le pidió que cambiara su estilo y se amoldara más a las necesidades del guión que él, desde el banquillo, le exigía.

    De ser un nueve falso, sorprendente y caótico (fue el máximo goleador culé junto con Messi hasta el mes de enero) pasó a convertirse en un interior izquierdo más limitado y menos abierto a sorpresas desde la segunda línea. Era la consecuencia directa de la lesión de David Villa.

    Con el 'Guaje' fuera de los terrenos de juego, Pep reconstruyó el equipo y decidió darle profundidad al lado derecho. Alexis y Cuenca ganaron galones. El equilibrio tenía que darlo el otro polo de la pizarra. Iniesta y Cesc por la izquierda hacían que el Barça recuperase criterio en la medular. Eso sí, siempre que Fábregas mantuviera su posición como interior de corte menos ofensivo, algo así como un Xavi, pero por el lado opuesto por el que se mueve el de Terrasa.

    Semejante vaivén táctico no gustó a Cesc. "Mi juego es un poco más caótico. A mí me gusta moverme por detrás del delantero y sorprender. Yo no soy ni delantero, ni interior, ni mediapunta. Soy un poco de eso, pero no juego fijo como esos jugadores. Así lo hacía en Inglaterra y así disfrutaba más", comentó el propio futbolista durante la pretemporada.

    "Sí que es cierto que Pep me pidió que me echara a la izquierda y ahí no disfruté tanto. Fue un sacrifico que yo tampoco sube realizar. El equipo lo notó y entonces dejé de ser titular", añadió.

    Lo cierto es que aquella variedad, al igual que le ocurriera hace dos temporadas a Ibrahimovic con la posición del falso nueve de Messi, acabó siendo una losa para el futbolista. Su desaparición provocó el momento de mayor diferencia de puntos entre blancos y culés. Para colmo, también se dispararon las tensiones entre técnico y jugador.

    Cesc no entendía los reproches de Guardiola y éste no comprendía que un hombre de la casa no aceptara con más humildad los cambios del entrenador. De ahí que se produjera un distanciamiento que, de haber seguido Pep, hubiera sido difícilmente recuperable.

    La ilusión de Tito

    Sin embargo Tito Vilanova, entrenador de Fábregas durante su etapa en el cadete culé, fue escogido como sucesor, para felicidad del futbolista. Conocedor de su estilo de juego, el nuevo técnico le ha devuelto libertad en el centro del campo. Sigue ejerciendo de mediocampista, pero su campo de acción es mucho más grande. Así brilló este domingo ante la Real y durante una pretemporada donde, casualidad o no, colocó por delante de sus preferencias a Tito que a su predecesor.

    "Hemos ganado muchos títulos con Tito y también con Guardiola y esperamos seguir así", comentó el internacional español en la citada rueda de prensa. Lapsus o pura sinceridad, Cesc colocó por delante al entrenador con el que sueña ser, de nuevo, la pieza clave que tanto brilló en sus primeros seis meses como nuevo jugador del Barça en 2011.